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Las exigencias de libre deforestación de la UE

En un panel del Congreso de Aapresid se abordaron las perspectivas sobre la reglamentación de libre deforestación que impone el bloque europeo.

El Congreso Aapresid fue escenario del 25° Diálogo Internacional de productores de oleaginosas (IOPD) en el que se llevó a cabo un panel para analizar los desafíos y consecuencias de la nueva regulación de la Unión Europea (UE) contra la deforestación.

En este evento, que contó con el apoyo de Aapresid, Acsoja y Asagir y representantes de cámaras y productores de otros países del mundo, se debatieron aspectos relacionados con tendencias de mercados y tecnologías asociadas a las oleaginosas, así como reflexiones acerca de la nueva regulación de la Unión Europea contra la deforestación (EU Deforestation-free Regulation-EUDR-).

La presidenta honoraria de Aapresid, María Beatríz “Pilu” Giraudo, fue la encargada de moderar el panel “Perspectivas sobre la reglamentación de libre deforestación de la UE”, que contó con la participación de Viktoria Lovenberg, jefa de la sección Económica y Comercial en la Delegación de la Unión Europea en Argentina; Sabine Papendieck, socia gerente de la consultora en mercados internacionales Estrateco; Sonia Tomassone, asesora en comercio exterior de la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco); y Gustavo Idigoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara).

Para conocer de primera mano los detalles de esta regulación en materia de deforestación, Viktoria Lovenberg, contó que el objetivo es minimizar la contribución a la deforestación y degradación de los bosques a nivel mundial. En tal sentido, explicó que la medida busca reducir el riesgo de que los productos de cadenas de suministro ligados a la deforestación sean introducidos en el mercado de la UE o exportados desde él. Además, se pretende incrementar la demanda y el comercio de la UE de materias primas y productos legalmente certificados y “libres de deforestación”.

En cuanto a los desafíos que esta regulación implica para los productores de países en desarrollo, como Argentina, Sabine Papendieck brindó su perspectiva: pese a que América del Sur registró una pérdida neta de bosques de 2,6 millones de hectáreas en el período 2010-2020, la tasa de pérdida neta disminuyó considerablemente en comparación con 2000-2010. “Este es un dato importante porque muestra una proyección que tiende a valores positivos”, destacó.

Al respecto, subrayó la importancia de balancear la conservación con el desarrollo, incentivando a los productores a adoptar prácticas sostenibles. “Hay que pensar desde el punto de vista del equilibrio, teniendo en cuenta todas las categorías de impacto, los distintos niveles de desarrollo y el financiamiento para que esto sea efectivo”, dijo.

La necesidad de considerar las regulaciones nacionales y regionales se posicionó como un punto crítico durante el panel. “Si bien la reglamentación dice que van a respetar la regulación doméstica en el due-diligence (investigación de una empresa o persona previa a la firma de un contrato o una ley con cierta diligencia de cuidado) no está claramente definido”, señaló Sonia Tomassone.

Luego agregó: “Mi autoridad nacional competente tiene el poder legal en mi país y ya existen sistemas en mi país, por lo que es importante que la reglamentación de la UE lo reconozca. Podemos adaptarlo y hacer sistemas equivalentes, pero siempre que se respete la autoridad nacional competente y las regulaciones locales”.

En la misma línea, Gustavo Idigoras advirtió sobre el impacto económico y social que la regulación podría tener en los países exportadores. La reglamentación, según planteó, no considera las situaciones preexistentes de los países. “Es importante que haya reconocimientos de los sistemas de cada país y no que tengamos que hacer algo nuevo en 18 meses”, expresó.

Idígoras también se refirió a la imposibilidad de llevar adelante una segregación física en materia de commodities. “El commodity se produce en cantidad y es barato. Si tenemos que segregar, habría menos producción y el costo sería muy alto, lo que derivaría en una crisis de seguridad alimentaria en el mundo”, cerró.