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El carbono como oportunidad, no como problema

En el evento anual de los productores en Siembra Directa se abordó el rol estratégico de este elemento en la industria agrícola.

El lema -“C, elemento de vida”- del XXI Congreso de Aapresid dejó en claro cuál sería el eje principal del evento anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa: poner foco en la posibilidad que tiene el agro de transformar el carbono en salud para los suelos; en más alimentos, fibras y energía; en valor; en resumen, en futuro. En las primeras instancias del congreso se hizo honor al lema con los líderes de la industria agrícola discutiendo y compartiendo perspectivas sobre las estrategias sustentables que contribuirán a transformar el futuro del sector.

Como pasa en los congresos de Aapresid, su eje principal siempre es atravesado por diferentes temáticas que hacen al día a día del sector, pero también a su futuro, y en esta oportunidad no fue distinto ya que en 11 salas y más de 180 paneles se abordaron distintas temáticas del ámbito de la agricultura, el conocimiento y las tecnologías en nuestro país y el mundo.

En la apertura del congreso, Marcelo Torres, presidente Aapresid, se refirió al contexto actual y aseguró que una realidad atravesada por cuestiones como el impacto ambiental, el cambio climático, la trazabilidad y las tecnologías digitales, que “nos están diciendo que es hora de cambiar los procesos y actores que rigen la innovación”.

“La sustentabilidad merece un debate serio que se apoye en la ciencia, sea innovador y comprometa a todos los actores que hacemos el sistema alimentario”, invitó Torres, y aseguró que la oportunidad de Argentina es enorme y que tenemos todos juntos y la necesidad de caminar hacia ella ahora mismo.

“Es importante estar unidos y conectados en estos tiempos tan complejos y desafiantes”, dijo dando la bienvenida “a este gran espacio colaborativo que es nuestro Congreso”.

Nicolas Bronzovich, director adjunto del Programa Perspectivas y presidente del Congreso, detalló los nueve ejes de debate y aclaró: “La estrategia del carbono la vamos a conversar de manera colectiva”. Además, explicó que se puede cultivar carbono vivo en todo el país y que para eso no hace falta labranza. “El cultivo del carbono vivo solo se hace en siembra directa”, aseguró.

Sistemas digitales y sostenibilidad

El especialista de la Universidad de Michigan State, Bruno Basso, abordó en una charla el rol de las nuevas tecnologías y de las prácticas regenerativas para traccionar la evolución hacia una agricultura sustentable. El catedrático Bruno Basso abordó diversos temas, pero apuntó a que quería dejar en claro un mensaje: “La cultura del agro tiene que ser parte de la solución y no del problema”.

El sector agropecuario es uno de los principales emisores de gases, aunque no el único, y por ello destacó la necesidad de que los productores se involucren para generar un cambio. El hecho de asumir un nuevo riesgo es una de las principales barreras, pero tiene que estar acompañado de investigación transdiciplinaria a través de un enfoque sistémico, es decir que involucre los aspectos socioeconómicos, culturales, climáticos, edáficos, productivos, para lograr la sustentabilidad.

Basso describió el desarrollo digital que se está dando en el ámbito agropecuario y destacó que las nuevas tecnologías son una parte para generar el cambio, siempre y cuando sean adoptadas donde correspondan para generar un círculo virtuoso y no vicioso.

Además, indicó que la otra parte del cambio es una Agricultura Regenerativa, es decir llevar adelante prácticas como labranza cero, biodiversidad, diversificación, “técnicas que nos permitan ser más eficientes en el secuestro del carbono y sistemas con mayor resiliencia. Pasar de un sistema lineal a un sistema circular, es decir que podamos hacer el uso de la energía del sistema conservándolo dentro del mismo”.

El especialista apuntó que en la agricultura el rinde es variable y está afectado por el clima y por factores y/o condiciones edáficas causando variaciones de un año para el otro; por ello remarcó cuán importante son las imágenes digitales a través del tiempo para poder generar un mapa de estabilidad de rinde, siendo este último una herramienta fundamental para la toma de decisiones. En este sentido destacó que la eficiencia en la utilización de nitrógeno depende de la estabilidad del rinde y lo que nos permitiría, de alguna manera, disminuir las fertilizaciones es una de las prácticas que mayores emisiones genera.

Cerrando, Basso contó que en los Estados Unidos se están llevando adelante políticas de incentivo como créditos para que los productores inicien la era del cambio; es decir, que lleven adelante prácticas como el aumento de la diversidad: polinizadores, biocampo y praderas, mejoras en las condiciones de suelo, incrementos en la población de insectos, disminución de las emisiones y aumento de la captura de carbono. “El desafío está en aquellos lugares donde no tienen gran capacidad de captura de carbono e incrementar aquellos que tienen la habilidad de hacerlo”, dijo.

Basso, comentó que, actualmente, el gobierno de los Estado Unidos invirtió US$ 300.000.000 para el monitoreo del carbono del suelo y para incentivar a los productores a que mejoren en sus campos, ya que próximamente las industrias alimenticias estarán muy interesadas en el origen de los granos y las formas en los cuales fueron producidos.

El futuro de la nutrición vegetal

El doctor Achim Dobermann, miembro de la Asociación Internacional de Fertilización, habló en un panel de un nuevo paradigma para la nutrición responsable de las plantas, que nos obliga a pensar cómo queremos nutrir a nuestros cultivos en los próximos 10 años y motivó a la audiencia a reflexionar sobre el futuro de la nutrición vegetal para abordar la salud del suelo, la nutrición de los cultivos y el cambio climático.

En los últimos 2 años, una combinación de eventos mundiales ha generado disrupciones en el mercado de fertilizantes. Los elevados precios del gas en Europa, la crisis del COVID que saturó la cadena de suministros y la guerra Rusia-Ucrania que afectó grandes volúmenes de exportaciones de fertilizantes, provocaron la caída del consumo de fertilizantes de un 2 a 3 % anual para nitrógeno, 4 a 5 % para los fosfatos y hasta un 10 % para el potasio.

No obstante, hay una modesta recuperación del mercado y, a largo plazo, las proyecciones a 2050 apuntan a un índice de crecimiento del 1 % anual global de la demanda de fertilizantes. En este sentido, es necesario pensar cuánto va a crecer la población mundial, cómo va a alimentarse, y cómo podemos ser más eficientes para producir más con menos fertilizantes. En este contexto, Dobermann instó a pensar aún más allá preguntando: ¿Cuántos más nutrientes podemos reciclar en el futuro? ¿Será posible el éxito de las bioinnovaciones? ¿Cuánto podrá aportar la inteligencia artificial?

Es un hecho que los nutrientes minerales son necesarios tanto para las plantas como para los humanos, ya que nos proveen alimentos. Es por ello por lo que este nuevo paradigma de la nutrición responsable de las plantas replantea el rol de los nutrientes en un sistema de cadena alimentaria. Para ello, dijo Dobermann, la industria de los fertilizantes tiene que encontrar un equilibrio entre la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente, a través de la innovación a lo largo y ancho de la cadena de nutrientes.

Para el especialista, el enfoque del futuro no debe ser la fabricación sino la sostenibilidad como oportunidad de negocio. Pero, señaló que esa idea de economía circular puede ser posible con la innovación a disposición de mejorar la productividad, eficiencia y resiliencia de la producción de cultivos, la reducción de emisiones y cambio ambiental, mejorando la nutrición y salud del suelo -más materia orgánica y carbono- y el reciclado de nutrientes.

En este contexto, comentó que las nuevas tendencias y avances en la materia tienen como eje la producción de fertilizantes descarbonizada y descentralizada. En la actualidad las emisiones de CO2 de la producción de amoniaco representan casi 1 % de todas las emisiones globales de carbono, pero hacia 2050 el objetivo es el cero neto para el “amoniaco verde”. “Esto es esencialmente usar energías renovables (solar e hidráulica) para hacer electricidad y de esa electricidad se puede dividir al nitrógeno del aire y al hidrógeno del agua para después fusionarlas en la elaboración de amoníaco. Algo totalmente innovador. Este concepto, permitiría a la industria de amoniaco verde generar no sólo el fertilizante amoníaco, sino energías y combustibles no fósiles”, aseguró Dobermann.

El especialista destacó que existe un interés en el desarrollo de la próxima generación de fertilizantes: nano fertilizantes, biofertilizantes, y fertilizantes inteligentes, que traen incorporado el concepto liberación controlada de nutrientes, combinando química, ciencia y genética microbiana, pensando en productos de mayor valor, pero con mejor desempeño.

“Empieza un nuevo juego industrial, el de la inteligencia agronómica, cuyas implicancias ya no son exclusivas de la producción de alimentos sino del cambio climático y la forma en que las herramientas digitales, de hoy y del mañana, podrán acompañar las recomendaciones y decisiones a campo”, concluyó.

Por: Belisario Saravia Olmos