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La mecanización le llegó al tabaco

Un establecimiento el Valle de Lerma es el primero del país capaz de producir tabaco de manera cien por ciento mecanizada.

La mecanización de la producción agropecuaria genera dudas, inquietudes y, también, grandes expectativas. En algunas producciones se avanzó mucho, en otras de a poco se va adelantando, y están las que todavía ni comenzaron el proceso. La tabacalera, al menos en la Argentina, incursiona entre las segundas; si bien hay tecnología disponible para la mecanización, la adopción es muy lenta.

Un caso particular es el del Establecimiento Agropecuario Belgrano, de propiedad de Maximiliano Céspedes, ubicado en el departamento salteño de Cerillos, que apostó fuerte a la mecanización de su producción de tabaco.

“Hace 20 años comenzamos con el almacigo flotante, considerando que el mantillo y algunos otros recursos que se usaban eran escasos y caros, y el plantín que se obtenía no era el ideal”, cuenta Adrián Bauer, productor y encargado del establecimiento, y agrega que con el transcurso de los años la mecanización se aceleró por la falta de mano de obra.

El Establecimiento Agropecuario Belgrano es el único en el país que actualmente tiene mecanizada la plantación y cosecha del tabaco.

“La mecanización es muy cara como para que un productor la pueda enfrentar solo. Pero con la financiación de Massalin Particulares se nos hizo un poco más fácil encararla”, dice Bauer y continúa relatando que, 10 años después de la adopción de la técnica de almácigos flotantes, implementaron la plantación mecánica -que durante un tiempo fue mixta, con el almácigo flotante en un cien por ciento- y hace 5 años alcanzaron el cien por ciento de plantación mecánica, “viendo sus virtudes y porque ya empezaba a notarse la falta de mano de obra en la época de plantación”.

“Hace tres años compramos la primera cosechadora, pero notamos que trabajar con las estufas viejas (bulk curing) y la cosecha mecanizada se complicaba mucho. Entonces, se nos presentó la oportunidad de comprar las estufas nuevas, con el sistema de carga nuevo, y así sí se compatibiliza con la cosecha mecánica”, señala Bauer y explica que a las bulk curing las cargan manualmente operarios, que agarran brazadas de tabaco y las van poniendo en perchas, que tienen que ser alzadas entre dos para ser colocadas en los rieles de las estufas. En tanto que, en el nuevo sistema de carga, con las estufas nuevas, se van tirando las hojas sobre un canasto grande -que carga entre 600 y 800 kilos de acuerdo con el corte- hasta que se llena, se lo tapa y después, con un autoelevador, se lo coloca adentro de la estufa.

La cosecha se realiza con máquinas a las que se les regula el corte y van sacando de 3 a 4 hojas, de acuerdo con la regulación, y van a un sistema de colección en la máquina (en el caso de la bajera todavía tiene que hacerse de manera manual) y de ahí a un carro que las acerca a las estufas. En este proceso trabaja el operario de la máquina, una persona atrás que junta alguna hoja que se cae y el operario del carro que lo lleva a la estufa. En la estufa hay otro operario con un ayudante que van cargando los canastos.

La cosecha manual necesita de unos 12 jornales por estufa -dependiendo del lugar y el corte-, mientras que la con la maquina se necesitan unos 4.

“Por día, con dos máquinas, llenamos 3 estufas grandes de las nuevas, que equivalen a 4 de las de 180 perchas que se usan normalmente; o sea, que en tiempo estaríamos igual de acuerdo a la cantidad de gente que se disponga”, describe Bauer y puntualiza que la cosecha manual es mucho más prolija, “el cosechero mira y elije la hoja”, mientras que la cosecha con las máquina “no es perfecta, ya que se rompen algunas hojas, lo que no es un problema por el sistema de carga de canasto, y la industria se fue adaptando a los resultados que da la cosecha mecánica”.

Para el encargado del establecimiento Belgrano la calidad del producto final es similar en ambos sistemas de cosecha.

Respecto del estufado, Bauer dice: “Las nuevas estufas se diferencian en son cien por ciento automatizables, entonces tenemos automatizado el cien por ciento del proceso y no requiere una persona que esté permanentemente controlando la temperatura, humedad, etc.”.

Actualmente, el establecimiento tiene automatizada la mitad de su producción y la otra bajo el sistema convencional. Ante la pregunta si la idea es llegar al cien por ciento de automatización, Bauer responde: “Todo va a depender de cómo sea la ayuda financiera, porque es algo bastante oneroso”.

“Uno va cambiando la cabeza, tiene que ir abriéndose y adaptándose. Esto cuesta, pero cuando ve los beneficios se hace más fácil”, reflexiona Bauer sobre los beneficios de la cosecha mecanizada versus la tradicional, y concluye: “También cuesta inculcar el cambio y que la gente lo entienda. Primero, no estamos reemplazando la mano de obra, sino que estamos solucionando el faltante de mano de obra; y segundo, estamos tratando que la gente tenga un trabajo más calificado, que requiera de un menor esfuerzo”.

Por: Belisario Saravia Olmos, editor de El Tribuno Campo

Fuente: El Tribuno Campo