Maquinaria
Es clave para evitar daños en cultivos, proteger la salud del operario, del ambiente y garantizar el rendimiento del equipo.
Los residuos de herbicidas en el tanque, incluso en pequeñas cantidades, pueden afectar significativamente los cultivos sensibles. En muchos casos, estos efectos no son inmediatos y pueden tardar hasta una semana en manifestarse, lo que dificulta identificar los síntomas y sus causas con precisión. Como resultado, estas contaminaciones suelen traducirse en pérdidas de rendimiento.
Sin embargo, la limpieza de pulverizadores no es tarea fácil. Al igual que lavar los platos, requiere el uso de detergentes adecuados, dejar los residuos más difíciles en remojo, ser minucioso y enjuagar correctamente. Cada paso es fundamental para asegurar que el pulverizador esté libre de contaminantes y listo para su próximo uso.
Productos problemáticos
Los productos más susceptibles de causar problemas en la limpieza de pulverizadores y de fitotoxicidad posterior comparten una serie de características. Generalmente, son formulaciones secas y tienen baja solubilidad en agua, lo que complica su eliminación del sistema de pulverización. Además, son extremadamente potentes, incluso en dosis bajas, lo que exige un manejo cuidadoso y riguroso.
Muchos de los herbicidas del grupo ALS (inhibidores de la acetolactato sintasa) presentan estas características, convirtiéndose en el grupo de activos que mayores inconvenientes de fitotoxicidad genera.
Dentro de este grupo, las Sulfonilureas (por ejemplo, Clorimuron, Iodosulfuron) son las más problemáticas. Se destacan por su baja solubilidad, especialmente en soluciones de pH bajo. Esto significa que, cuando el pH del tanque se reduce, las sulfonilureas tienen una mayor tendencia a precipitarse, lo que agrava la contaminación y los problemas de residuos.
Otro subgrupo problemático son las Triazolopirimidinas (por ejemplo, Diclosulam), que también presentan una solubilidad dependiente del pH, siendo más solubles a pH alto. Estos productos requieren de una limpieza más específica, generalmente utilizando amoníaco, que actúa como un elevador de pH, para evitar la precipitación durante el proceso de limpieza. Las Imidazolinonas, (Imazetapir y Imazamox), presentan menos inconvenientes, ya que sus solubilidades no se ven tan afectadas por cambios de pH.
Además, hay que tener en cuenta algunos otros factores de los productos que pueden agravar la contaminación de pulverizadores, por ejemplo, la mezcla en el tanque de herbicidas débiles ácidos, como el glifosato, baja el pH de la solución y puede causar la precipitación de sulfonilureas.
La mejor manera de prevenir problemas durante la limpieza del pulverizador es asegurarse de que el producto esté completamente disuelto o suspendido en la solución. Para lograr esto, es fundamental emplear una técnica de mezcla adecuada y garantizar que el tiempo de mezcla sea suficiente.
Limpieza interna del tanque
El objetivo de limpiar el tanque es eliminar y diluir al máximo posible la formulación química utilizada previamente, evitando así la acumulación y transferencia de residuos. Para facilitar esta tarea, es fundamental retirar la mezcla del equipo de pulverización inmediatamente después de su uso, una vez finalizada la jornada de trabajo y/o al momento de cambiar el producto a aplicar.
Algunos estudios remarcan que, si se deja pasar 2 horas desde finalizada la aplicación para realizar la limpieza, solo se logra sacar el 40 % de los residuos de los fitoterápicos usados en la aplicación.
Según el ingeniero Lihuel Sartini, especialista en calidad de aplicación (IBPAgro), los pasos de lavado son:
1. Eliminación de residuos del tanque:
Como primer paso, inmediatamente después de finalizar la pulverización. La experiencia y los cálculos previos son esenciales para asegurarse de que el último tanque se vacíe completamente en el campo.
Sin embargo, es común que quede un sobrante en el tanque debido al volumen que la bomba no puede absorber, además de lo que queda en el circuito de cañerías ya sea en la línea de succión de la bomba o las líneas de retorno al tanque por la agitación. Este “líquido restante”, que puede alcanzar hasta 150 litros según el modelo de la máquina, debe ser conocido por el operario al momento de elegir un pulverizador.
La forma más segura y ambientalmente responsable de manejar este remanente es diluirlo con un 10-15 % de agua adicional y pulverizarlo en el mismo lote tratado, aplicándolo al doble de la velocidad habitual si es posible. No se debe drenar el excedente directamente en el suelo a menos que sea en un espacio diseñado para tal fin.
2. Enjuague inicial del tanque:
La limpieza del tanque comienza con un enjuague destinado a evitar que los restos de los productos aplicados queden adheridos a las paredes, poros y hendiduras del equipo, lo que podría provocar corrosión o contaminación cruzada.
Según explicó Sartini, “lo primero que debe realizarse al finalizar la jornada de aplicación es el enjuague. Si en la jornada siguiente se continúa utilizando el mismo producto sobre el mismo cultivo o lote, y no existe riesgo de daño por remanentes, se puede utilizar solo agua para el enjuague. En este paso, también se debe aprovechar para desarmar y limpiar los filtros antigoteo, las pastillas y otros componentes”. Este procedimiento debe realizarse en un lugar adecuado, como un playón de lavado que permita recolectar el agua utilizada.
Para el enjuague, se carga un 25 % de la capacidad del tanque con agua limpia, se activa el circuito de limpieza y se deja actuar por unos 10 minutos. Luego, el líquido se pulveriza en un lugar seguro, ya sea en el playón o a campo, asegurándose de que no cause daños.
3. Limpieza interna profunda:
Para realizar la limpieza interna propiamente dicha, se debe agregar agua limpia. El volumen necesario dependerá de la máquina, y en este paso es fundamental utilizar adyuvantes de limpieza. Sartini recomienda la utilización de productos desactivantes o desincrustantes. Estos productos elevan el pH y ayudan a descontaminar las partes internas del pulverizador.
En el caso que los duchadores (aspersores) no funcionen correctamente y no realicen un mojado uniforme en las partes superiores del tanque, se debe llenar hasta completar la totalidad del tanque con agua limpia más el limpiador, para lograr desactivar y/o desincrustar las partes donde no llega el mismo. Por eso para asegurar que todas las partes de la maquinaria funcione adecuadamente, es clave realizar una verificación del equipo por empresas certificadas por IRAM para la inspección.
Es necesario recircular la mezcla y activar la agitación al máximo, permitiendo que la solución recorra las tuberías y filtros por el mayor tiempo posible, con un mínimo de 30 minutos. Posteriormente, se debe enjuagar con agua limpia.
En situaciones de incompatibilidad física o “corte de caldo”, o en casos de extrema falta de limpieza, este proceso debe repetirse al menos tres veces, combinando al menos una de estas repeticiones con un desengrasante, para eliminar las capas aceitosas de formulaciones como los concentrados emulsionables (EC).
Para mayor eficiencia, se recomienda realizar varios lavados con menos agua, siguiendo la lógica del triple lavado. Es preferible realizar varios lavados con poca agua que uno solo con una gran cantidad. Además, es fundamental usar el volumen mínimo de agua necesario para evitar generar residuos contaminados en exceso.
Disponer de un tanque de agua limpia y una boquilla de lavado o duchador en el pulverizador facilita enormemente esta tarea.
Además, se deben desmontar y limpiar cuidadosamente componentes como filtros, terminales de limpieza, picos ciegos y pastillas de pulverización, utilizando un cepillo de cerdas suaves y agua corriente. Este proceso debe realizarse sobre una superficie impermeable con recolección de líquidos o una cama biológica.
4. Lavado externo de la maquinaria:
El lavado externo tiene como objetivo principal minimizar los riesgos de contaminación para los trabajadores y terceros. Este procedimiento se debe realizar al finalizar el proceso de limpieza interna, utilizando equipos de alta presión que faciliten la tarea, junto con productos limpiadores, desengrasantes y desincrustantes aplicados en las dosis recomendadas.
Finalmente, cabe destacar que durante todo el proceso de limpieza el operario debe contar con los elementos de protección personal (EPP) necesarios y leer atentamente los marbetes de los productos utilizados para ver las recomendaciones específicas de limpieza y descartar posibles casos de incompatibilidad entre activos.
La limpieza del pulverizador quizás no sea una tarea sencilla, pero al llevarla a cabo de manera estratégica y eficiente, es posible prevenir daños y optimizar tanto el tiempo como los recursos.
Fuente: Aapresid