Científicos de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) encontraron en las semillas de chirimoya una solución natural y efectiva contra plagas agrícolas.
Las plantas son auténticos laboratorios naturales, con la capacidad de sintetizar una amplia gama de moléculas, muchas de ellas con sorprendentes propiedades biológicas que han sido aprovechadas en el desarrollo de fármacos o productos agrícolas. Entre ellas, destaca la chirimoya, una fruta característica de las zonas tropicales y subtropicales como algunas regiones de Tucumán, que emerge como una prometedora alternativa a los insecticidas sintéticos. Sus propiedades naturales abren nuevas posibilidades para una agricultura más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
El equipo que estudia las propiedades de la chirimoya está formado por profesionales de la cátedra de Química Orgánica de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT. Integran el grupo: Adriana Neske, Miguel Gilabert, Federico Arrighi, Elena Cartagena, Federico Laime, José Ruiz Hidalgo, Alicia Bardón y Lilian Di Toto Blessing.
Gilabert comentó que las Annonaceas poseen una probada acción insecticida contra plagas que resultan perjudiciales para la producción agrícola. Las sustancias químicas aisladas en laboratorios de productos naturales, como el nuestro, tienen el potencial de generar soluciones para reducir el impacto negativo que produce la agricultura intensiva asociada al uso excesivo de agroquímicos”, detalló.
Neske contó que estudiaron las distintas partes del árbol de chirimoya y encontraron que las semillas producen una potente acción insecticida en condiciones de laboratorio, de invernadero y de campo, particularmente sobre una plaga clave como es el gusano cogollero (Spodoptera frugiperda). “Comprobamos que las sustancias responsables de los efectos insecticidas de la chirimoya son las llamadas acetogeninas, que se concentran en mayor cantidad en las semillas, aunque también se localizan en hojas y tallo”, indicó.
“Conseguimos resultados muy satisfactorios con la aplicación de acetogeninas de chirimoya sobre las plagas del maíz, con una efectividad superior al 80% frente a los insecticidas sintéticos que llegan al 100%”, explicó la profesional.
Ensayos en el laboratorio
Gilabert mencionó que el procedimiento consiste en triturar las moléculas de acetogeninas presentes en las semillas de chirimoya y formular un extracto con alcohol y agua. “Filtramos las acetoninas que están en el líquido, evaporamos el alcohol y el agua y obtenemos una resina. La formulación obtenida puede usarse en diferentes medios como agua, detergentes o aceites para vehiculizar el extracto hasta la planta, donde se quiera usar el insecticida”, describió.
Ruiz Hidalgo afirmó que trabajaron mucho tiempo hasta lograr un modelo en condiciones de laboratorio, luego de invernadero y finalmente a campo. “Los ensayos mostraron que las acetogeninas de chirimoya producen mortalidad del gusano a muy bajas concentraciones. Y, por lo tanto, se encuentran entre las sustancias más potentes probadas en nuestro laboratorio”, puntualizó.
Bardón indicó que el extracto de semillas de chirimoya fue eficiente en el control de una plaga de tabaco, la de algodón y en la del maíz ya mencionada. “También lo incorporamos en el laboratorio a ensayos con piojos adultos y resultó efectivo a bajas concentraciones”, expuso.
El grupo de investigación publicó los resultados de este trabajo en las revistas internacionales Phytochemstry, Natural Product Communications, Chemistry and Biodiversity y Journal pest science. El trabajo recibe financiamiento por medio de los Proyectos de Investigación de la UNT (PIUNT) y de los Proyectos de Investigación Plurinanuales (PIP) del CONICET.
Protección contra hongos y bacterias
Gilabert explicó que el grupo de trabajo tiene tradición en la investigación de plantas que crecen en el Noroeste Argentino (NOA). “Se estudiaron muchas especies de plantas con flores y también helechos, de los que identificamos y aislamos cientos de sustancias que no sólo tienen efecto sobre insectos, sino también sobre hongos y bacterias”, explicó. Y aseguró que las plantas nativas constituyen un reservorio ilimitado de posibilidades para los científicos y que, por eso, continúan en la búsqueda de sustancias naturales que representen soluciones a la salud humana y a la actividad agrícola.
Fuente: Mediosunt/Daniela Orlandi