El incremento del consumo y demanda de alimentos fomenta la expansión e intensificación de la agricultura, lo que suele llevar a un aumento en la deforestación y conversión de ambientes naturales.
Un trabajo realizado por diferentes investigadores de la Argentina señala a la ganadería comercial y a la agricultura como las principales presiones asociadas al uso de la tierra en varias de las ecorregiones terrestres de la Argentina. Entre ellas, el Gran Chaco, donde la producción agropecuaria a gran escala es el motor principal y creciente de la conversión de sus bosques y ecosistemas, o incluso la región pampeana, donde ya se ha perdido el 80% de sus ambientes naturales. Además, la actual crisis de la biodiversidad también está relacionada con el cambio de uso de la tierra: las especies silvestres se encuentran en peligro por la destrucción de su hábitat provocada por el avance de las actividades agropecuarias.
Las consecuencias de seguir por este camino tendrán efectos sobre el clima, la provisión de agua, la estabilidad y calidad de los suelos y, en consecuencia, sobre la misma producción de alimentos, afectando no sólo a la seguridad alimentaria global, sino también al principal sector exportador de la economía argentina.
En este contexto, es necesario llevar a cabo acciones para transformar los actuales sistemas de producción de alimentos y lograr un real desarrollo sustentable, compatible con la alimentación de una población global que crece y con el mantenimiento de los servicios que brindan los ecosistemas y la conservación de la biodiversidad.
Lograr la transición a cadenas de suministro libres de deforestación y otros tipos de conversión de ambientes naturales (Deforestation and Conversion Free o DCF por sus siglas en inglés) es algo que no puede esperar. Para ello, es inminente garantizar la trazabilidad: llevar a cabo procedimientos para la identificación y el registro de los datos relacionados con un producto determinado a lo largo de las cadenas de producción, industrialización y distribución. Mediante estos procesos, es posible rastrear el camino seguido por un producto desde su origen hasta su destino final, sumando además los impactos sociales y ambientales de toda la cadena de suministros.
“Las nuevas tendencias sobre el consumo responsable y las exigencias tanto de los consumidores como de ciertos mercados empujan a los productores, las empresas y marcas globales a incluir nuevos lineamientos en materia de sustentabilidad. Es por eso que resulta necesario sumar la trazabilidad ambiental a los productos para asegurar que toda la cadena productiva sea libre de deforestación y conversión de ambientes naturales: es decir, que no se hayan realizado desmontes ni se hayan transformado áreas naturales en ninguna de las etapas del proceso de producción, industrialización y distribución”, expresa María Eugenia Periago, coordinadora de Manejo y Producción Sustentable de Fundación Vida Silvestre.
Y agrega: “Es necesario y posible impulsar un sistema de trazabilidad en la cadena de suministro de productos agrícolas de Argentina, con el objetivo de minimizar los impactos ambientales negativos y compatibilizar producción y conservación. Desde Fundación Vida Silvestre hemos encaminado un proyecto que explora la posibilidad de diferenciar, a través de un sistema de trazabilidad público-privado, la producción de carne vacuna argentina libre de deforestación y conversión de ecosistemas Esto permitiría que las cadenas de suministro de productos de carne vacuna de Argentina estén libres de deforestación y conversión de ecosistemas, frenando así los impactos ambientales dañinos y transformando el mercado mundial de carne vacuna”.
La trazabilidad es una herramienta fundamental para responder a las crecientes exigencias de los consumidores respecto a la seguridad y calidad de los alimentos, agregando valor a los productos comercializados que minimizan los impactos sociales y ambientales
Argentina, ante una nueva oportunidad de convertirse en un país exportador de carne y cuero libre de deforestación
A pesar de la creciente atención de la sociedad y los medios de comunicación en las proteínas de origen vegetal, la demanda y el consumo de carne vacuna ha aumentado de forma constante a nivel mundial. Durante el 2021, alrededor del 27% de la faena en Argentina tuvo como destino la exportación. El 73% de esta exportación fue a China, una tendencia que podría continuar dado el impacto a largo plazo de las enfermedades porcinas y avícolas en ese país, y un 7,9% de las exportaciones fue a la UE, donde dominan las Cuotas Hilton y 481. Pero la demanda de proteína animal también tracciona la producción y exportación de soja. En el 2021, Argentina exportó 3.745.000 toneladas de poroto de soja a China y alrededor de 7.100.000 toneladas de harina de soja a la UE, donde son utilizadas mayormente para alimentar animales para consumo.
Argentina es uno de los pocos países que puede contar con sistemas confiables de monitoreo de las cadenas de suministro, que contribuyan eficazmente a la conservación de los bosques y ecosistemas naturales. Esto permite el posicionamiento de los productos con atributos diferenciales en materia de sustentabilidad, y que respondan satisfactoriamente a las demandas comerciales, tanto locales como internacionales.
En los últimos años, varias de las grandes multinacionales y países que compran productos y materia prima proveniente de zonas amenazadas por la deforestación y conversión, han empezado a analizar sus cadenas de suministro, para evaluar el riesgo ambiental y social de sus compras. Varios informes recientemente publicados por WWF, muestran una clara relación entre el consumo de los países europeos -especialmente de soja y carne vacuna- y varios de los principales Frentes de Deforestación identificados mundialmente, incluyendo el Cerrado y el Amazonas en Brasil y el Gran Chaco en Argentina y Paraguay. Los informes muestran cómo el consumo de productos agrícolas en el Reino Unido y en la Unión Europea (EU) están contribuyendo a la destrucción de bosques y otros ecosistemas naturales, incluidos pastizales y humedales e impactando de manera negativa sobre las comunidades locales.
Por esta razón, la Unión Europea está avanzando hacia una nueva Ley que busca garantizar que los productos importados a la UE no hayan sido producidos en tierras deforestadas, además de otros requisitos importantes como el respeto de derechos humanos, y obligaría a las empresas a verificar («diligencia debida») toda su cadena de suministros. Esto garantizaría a los consumidores que los productos que compran no contribuyen a la destrucción de bosques y otros ambientes boscosos. La propuesta final tiene que ser negociada entre el Consejo Europeo (órgano compuesto por líderes nacionales de los estados miembros de la UE) y el Parlamento Europeo (los eurodiputados son elegidos directamente por la ciudadanía, representan a los ciudadanos europeos). Las negociaciones comenzarán a fines de septiembre de este año y continuarán hasta que haya un acuerdo. Los eurodiputados también quieren que las empresas verifiquen que los productos se producen de acuerdo con las disposiciones sobre derechos humanos del derecho internacional y respetando los derechos de los pueblos indígenas.
La Argentina tiene un rol preponderante en el sistema alimentario global y, a su vez, es uno de los pocos países que puede contar con sistemas confiables de monitoreo de las cadenas de suministro, que contribuyan eficazmente a la conservación de los bosques y ecosistemas naturales. Existe la posibilidad de proveer a la población local y al mundo alimentos libres de deforestación y conversión, posicionando productos con atributos diferenciales en materia de sustentabilidad, que respondan satisfactoriamente a las demandas y limitaciones comerciales, tanto locales como internacionales. Es necesario articular los sistemas de información existentes y promover la trazabilidad sanitaria y ambiental como política de estado, para que los productos argentinos de origen vacuno puedan ser producidos de manera sustentable y climáticamente inteligente.
“Actualmente, contamos con los sistemas de control para temas de inocuidad alimentaria para humanos y animales que, sumado a sistemas de monitoreo de ambientes naturales, también existentes, permitan confianza en los productos que lleven esta diferenciación. Esto es posible gracias al Senasa, lo cual nos diferencia respecto de otros países exportadores de Latam, convirtiéndonos en el único país que cumple con los requisitos de trazabilidad”, indica María Eugenia Periago, coordinadora de Manejo y Producción Sustentable de Fundación Vida Silvestre.
Existen caminos hacia la sustentabilidad en la producción de alimentos que detengan la conversión y reviertan la degradación de los ecosistemas y la Argentina tiene una oportunidad única de colocar a sus sistemas productivos en una posición de ventaja. A través de la definición de estándares de sustentabilidad en las cadenas de valor de la soja y la carne vacuna y de un modelo innovador que permite reducir la deforestación y la conversión de ecosistemas críticos, se puede mejorar la resiliencia económica y ambiental al mismo tiempo que se posibilitan beneficios para el gobierno, las empresas, los productores y el medio ambiente.
Fuente: Fundación Vida Silvestre