Alberto Sánchez, productor y ex presidente de SanCor, relata cómo el cooperativismo lechero creó un círculo virtuoso con las picadoras más vendidas de Argentina y el mundo.
Hasta hace pocos días, Alberto Sánchez fue el presidente de SanCor, la cooperativa creada en 1938 y en torno a la cual se ha escrito buena parte de la historia lechera de la Argentina. Hoy, con 400.000 litros diarios provenientes de 150 productores, la empresa ocupa el puesto número 12 en el ranking de industrias lácteas del país.
Sánchez es tercera generación de productores lecheros y hace 40 años que está al frente de la empresa familiar. Tiene dos tambos entre Sacanta y Arroyito, en la provincia de Córdoba, en los que produce 16.000 litros diarios: uno de 150 vacas en ordeñe y otro de 350 vacas en un galpón de cama fría. Desde siempre, los Sánchez le entregaron su producción a SanCor.
En 2008, Alberto Sánchez se unió a otros cinco productores y creó Geosilar, una empresa pensada para resolver la necesidad de confeccionar forrajes de calidad. La primera máquina que compraron fue una picadora Jaguar 870. Durante estos años fueron renovando modelos y hoy están incorporando por quinta vez una máquina Claas, una Jaguar 960 cero kilómetro que se sumará a otra Jaguar 870 modelo 2013 que la empresa tiene en stock para que sirva de apoyo. Actualmente, Geosilar está integrada por cuatro productores y suma también otros fierros necesarios para la labor diaria en los tambos: embolsadora, tractores, estercoleras, segadora, rotoenfardadora, pulverizadora. En total, pican unas 1500 hectáreas de maíz y sorgo por campaña y otras 2.500 hectáreas de pasturas y verdeos. En un 70% brindan servicios a los dueños de la empresa. El resto son prestaciones para terceros.
Según Sánchez, la tecnificación ha sido, históricamente, uno de los grandes motores de crecimiento para los tambos. “Hasta los años `80 la lechería era totalmente pastoril. Los productores cobrábamos precios de base y excedentes porque en el invierno se llegaba a producir un 30% y el resto en primavera y verano, cuando comenzaba a haber pasto. La tecnología en el manejo del forraje permitió estabilizar la lechería”, relató el productor y acotó que “la Jaguar y su capacidad de trabajo vinieron a posibilitar la fibra necesaria para ordeñar durante el invierno. Esto generó un salto impresionante. No solo resolvió el volumen sino también la calidad del picado y de la conservación”.
“La lechería es una actividad de doscientos detalles diarios que hay que coordinar”, destacó Sánchez para luego enumerar que “hay que elegir el lote a sembrar, la fertilidad para tener el volumen acorde en el momento del ensilado, la conservación de ese silo, ajustar el suministro para que ese kilo de materia seca se convierta en el litro de leche… Es un trabajo que va de la mano del confort animal, de los recursos humanos. No se puede dejar nada al azar. Y el picado, cuando ocupa el 50% de la dieta de nuestras vacas, es un tema muy importante”.
“Los productores decimos que puede haber de tres a cinco raciones para una vaca. Una es la que dice el nutricionista en la computadora, otra es la que el mixero le da y otra la que la vaca puede comer”, ironizó el productor lechero.
Como siempre, para Sánchez el principal desafío que tiene la lechería en toda su cadena es incorporar tecnologías que deben estar acompañadas de reglas de juego claras. “Desde el año 2001 a la actualidad no ha habido una política lechera en el país, todo lo contrario. La actividad se ha ido concentrando en mano de menos productores que en su mayoría han diversificado actividades o ganado en escala para poder sostener el negocio. Han sido medidas pésimas que han hecho que la lechería argentina no crezca. Pensemos que, en ese mismo período, Brasil pasó de 10 mil millones de litros a 40 mil millones”, disparó el productor tambero, referente de la cooperativa láctea que a través de su empresa Integral Insumos hizo posible que a mediados de los ´90 un grupo de cooperativas lecheras pudieran adquirir la máxima tecnología mundial para el picado de forraje como son, hasta hoy, las picadoras Jaguar de Claas.