Un especialista de Eeaoc brinda recomendaciones para el manejo del vector que transmite el Spiroplasma.
El Spiroplasma y su insecto vector preocupan desde hace varias campañas a los productores y técnicos del norte argentino. En varias ediciones de El Tribuno Campo abordamos la temática, pero con la campaña de maíz 2023/24 en pleno desarrollo la preocupación crece, ya que varios lotes de maíz de la provincia de Salta se ven afectados por la problemática.
“El Dalbulus maidis o chicharrita es una plaga que no surgió en los últimos años, durante los efectos de las sequías históricas que padecimos. El doctor Eduardo Gabriel Virla ha estado estudiando los cicadélidos (familia de insectos conocidos vulgarmente como chicharritas) desde los años 80 y 90”, comenta Alejandro Vera, especialista del Área de Entomología de la Sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), y describe que es una de las plagas secundarias que, debido a condiciones ambientales específicas, pueden posicionarse y transformarse en plagas primarias, “que es lo que está sucediendo ahora”.
“Preocupa en Argentina y también en Brasil, un país que en entomología siempre tomamos en cuenta porque enfrenta problemas relacionados dos o tres años antes de que lleguen al NOA y NEA en Argentina”, dice Vera, y agrega que el agente causal es el Mollicutes, una bacteria que carece de pared celular y comúnmente se llama micoplasma, que provoca dos enfermedades: Fitoplasma y Spiroplasma, siendo la segunda la más difundida en Argentina; pero también provoca un complejo de virus llamado “Virus del rayado del maíz”.
El vector
“El único vector conocido hasta ahora es el Dalbulus maidis o chicharrita”, afirma el técnico, para luego explicar que genera dos tipos de daño. “Aunque se subestimaba mucho el daño directo causado por la chicharrita al alimentarse, colegas en Brasil determinaron que, independientemente de si la chicharrita está infectada con Spiroplasma o no, con poblaciones elevadas puede causar una pérdida de rendimiento entre el 15 % y 20 %. Si la chicharrita lo tiene al Mollicutes, comienza a contagiar”, dice.
Vera señala que, a diferencia de otras plagas, como el cogollero o la chinche, estas chicharritas tienen una capacidad de vida muy prolongada, entre 150 y 180 días, y en ese periodo un ejemplar enfermo pasa de planta en planta y las termina contagiando, necesitando solo una hora para alimentarse y en ese tiempo puede contagiar a la planta. Después de un período de latencia, de entre 15 y 20 días, las plantas comienzan a manifestar los síntomas: acortamiento de entrenudos; enrojecimiento del ápice y generación de una espiga de buena apariencia, pero con poca o nula cantidad de granos. Esto es lo que se conoce como “achaparramiento”; si la enfermedad es muy severa, la planta se quiebra, resultando en pérdidas totales.
Vera comenta que la Eeaoc en colaboración con los grupos CREA tienen un proyecto estratégico para abordar la problemática del Dalbulus Maidis y que un aspecto destacado que están estudiando es el porcentaje de la población de chicharrita que está infectada y puede contagiar, para lo cual se capturan ejemplares y se los envían para su estudio en la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (Unnoba). “Este dato es fundamental para gestionar el tema del manejo, ya que la situación en el norte de Salta -donde se produce choclo durante todo el año, generando un puente verde durante todo el ese tiempo-, es diferente de lo que ocurre en Tucumán o más al sur”, dice.
Solo maíz
Un dato no menor que aporta el técnico de la Eeaoc es que la chicharrita es monófaga, solo puede desarrollarse, reproducirse y alimentarse en el cultivo de maíz.
“Esto añade complejidad al manejo de la plaga ya que, en todas las zonas del norte mencionadas anteriormente, donde se produce semilla, siempre hay maíz y se da la condición ideal para la multiplicación, especialmente con las altas temperaturas que les favorecen, convirtiéndose en un complemento perfecto. No es lo mismo un lugar que tiene un vacío sanitario, sin presencia de maíz durante todo el invierno y que solo con la llegada de la primavera comienzan a aparecer maíces guachos, que un lugar donde durante esa estación se produce semilla de maíz para semilleros, ya que ahí comienzan a multiplicarse”, sostiene.
El monitoreo
“Es crucial destacar que no hay un umbral establecido para actuar, pero al tratarse de un vector de enfermedad al encontrar una chicharrita se debe tomar una decisión de control, dado que podría estar enferma”, recomienda el técnico y agrega que es fundamental actuar en el momento más susceptible y sensible del maíz, que son los primeros estadios. “El tratamiento de semilla generalmente protege al cultivo durante 14 días, de ahí en adelante debe monitorearse. A la chicharrita le gusta alojarse en las cabeceras del lote; entonces, si hago un monitoreo semanal tengo muchas posibilidades de detectarla ahí y aplicar un control diferencial. Caso contrario, si dejo pasar más tiempo la población de chicharritas se multiplica en el lote, llevando al productor tener que realizar un control total”, detalla.
Vera describe las chicharritas infectivas son atraídas por el color amarillo -para lo cual se utilizan cuadrantes pintados de amarillo con una pintura pegajosa para su monitoreo- y pueden soportar estrés térmico, mucho calor o heladas, refugiándose del frío en cultivos de servicio o en trigo.
Cómo actuar
Descripta la plaga, su dinámica y con el maíz creciendo ya en los lotes, la pregunta es cómo actuar. Vera responde: “Estamos en una carrera y muchas cuestiones las tendremos que resolver en la marcha. Pero hay varios puntos importantes que necesitamos resaltar. En primer lugar, no existe en Argentina germoplasma tolerante, es decir, resistente: son moderadamente susceptibles. No hay un germoplasma que pueda salvarme de esta enfermedad. Además, no hay tratamientos de semillas ni foliares registrados para Dalbulus Maidis en Argentina, sí los hay en Brasil. La ausencia de estos productos en nuestro país implicó que quienes hacemos desarrollar e investigación comencemos a buscar diversas alternativas para hacer frente a la enfermedad”.
En este sentido, el especialista destaca los productos registrados en Brasil sí existen en Argentina, pero las recomendaciones de uso son diferentes. En el caso de los tratamientos de semillas, las dosis recomendadas son insuficientes, ya que están registradas para otras plagas; entonces, lo que debe hacerse es registrar estos productos y adecuar las dosis para el correcto funcionamiento de los productos.
En cuanto a los tratamientos foliares, Vera apunta que la alternativa principal es utilizar productos de contacto, como piretroides con algunos neonicotinoides en mezcla, para darle persistencia a la aplicación, porque esta plaga tiene una gran movilidad: se estima que se desplaza 20 km por día por sí sola y hasta 500 km por el viento. “En este sentido, Brasil ha tenido éxito al concientizar a los productores de que los controles foliares de insecticidas deben ser regionales. No es suficiente que un solo productor controle su campo, ya que las chicharritas pueden pasar al campo vecino si no se realiza un manejo coordinado”, destaca y puntualiza que cuando un productor detecta la presencia de la chicharrita debe avisar para implementar un manejo conjunto con los productores de la zona.
La ruta
“En el proyecto que llevamos adelante con CREA estamos estudiando el porcentaje de población de la plaga que hay en la zona y cómo varía, desde la primavera hasta el verano, y durante el invierno cuando se cosecha el maíz (junio y julio). Queremos saber si se mantiene esa cantidad de población enferma o si tenemos flujos de otras regiones, ya sea de Brasil o del NEA. Esto nos permitirá conocer la fluctuación de esta plaga”, señala Vera y describe que todas las chicharritas, desde Estados Unidos hasta nuestro país, pertenecen al mismo “padre” genéticamente hablando, “es decir, la misma chicharrita que se encuentra en México es la que tenemos en Argentina. Como mencioné, tiene la capacidad de volar 500 kilómetros por viento y puede volar durante 180 días. Aquí radica la comprensión de la capacidad de dispersión que posee”.
“Aunque sabemos que más del 93 % de las chicharritas presentes son del tipo que nos ocupa, existen otras especies de chicharritas en circulación, y toda esta información está fácilmente accesible en la página web de la Eeaoc. Es crucial difundir y replicar esta información, ya que la problemática fue subestimada”, concluye.
Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor
Fuente: El Tribuno Campo