Consumo
La vaca pastando en las pampas es representativa de la forma en que se alimenta la hacienda argentina. Una ventaja que debe aprovecharse.
Cuando se les pregunta a los argentinos por la sustentabilidad de su ganadería, un 62 % de la gente la considera sostenible. Entre otras razones porque es una actividad que se puede mantener en el tiempo sin dañar los recursos y porque es rentable y permite arraigo de la población y desarrollo rural. La Argentina es uno de los cinco países a nivel mundial que más pastizales naturales posee, junto con Australia, China, EE. UU. y Brasil. Por ello no es de extrañar que la base productiva de su ganadería sea mayormente extensiva, a partir de pastizales naturales ocupando el 95 % del área pecuaria bovina. Cabe destacar que sólo el 14 % del rodeo nacional es alimentado en feedlots, a base de cereales, y un 28 % adicional lo hace en sistemas mixtos de pastizales naturales, verdeos y granos.
En el mundo crece la preocupación por cómo se producen y se crían los animales, más allá de cómo se alimentan. En los mercados más exigentes, los “claims” de marketing más valorados en las etiquetas de los productos cárnicos tienen que ver cada vez más con declaraciones como “libre de hormonas” o “libres de antibióticos”. En esto la carne argentina también se halla a la altura de las circunstancias: en nuestro país está prohibido el uso de anabólicos, y por el carácter extensivo de la producción ganadera, el uso de agroquímicos y fertilizantes es casi nulo.
Emisiones reducidas
La carne argentina podría definirse como “naturalmente sostenible”. Nuestro sector ganadero viene disminuyendo su ritmo de emisión de gases de efecto invernadero desde hace más de dos décadas. Así, de los 1620 kg de eqCO2 por cabeza emitidos en 1999 se ha bajado a 1350 kilos de eqCO2 por cabeza emitidos en 2016. Ello hace que solo represente el 0,15 % de las emisiones totales del planeta.
Los esfuerzos que se vienen realizando con buenas prácticas ganaderas, con la integración de la actividad tradicional a sistemas de producción de bioenergía y uso de subproductos agroindustriales (como así también a sistemas silvopastoriles y foresto-ganaderos) hace que nuestro país genere actualmente emisiones por debajo de los valores que se dan internacionalmente. Así lo demuestran trabajos del INTA, en los que se han medido las emisiones de sistemas extensivos de cría a campo combinados con sistemas intensivos de recría y engorde.
Esto también
A ciencia cierta las virtudes de la carne argentina no se agotan con su base de producción eminentemente pastoril y las bondades del sistema ligadas a la captura de carbono, ni tampoco en las emisiones reducidas, de por sí méritos indiscutibles.
Vale la pena aclarar que el agua que se usa para producir carne en Argentina proviene fundamentalmente de la lluvia. Estudios de huella hídrica realizados por el INTI demuestran que el 99,2 % del agua utilizada termina reciclándose naturalmente. De hecho, son los suelos ganaderos los que en rotaciones con actividades agrícolas contribuyen a mejorar procesos de infiltración y mayor retención de agua. Ello es sinónimo de más vida microbiana en el suelo y un mayor control de la erosión y pérdidas de fertilidad. El manejo eficiente del pastoreo es igualmente clave, porque mejora la productividad y la dinámica forrajera. En la actualidad, la Argentina retiene en promedio 12 veces más carbono que los países de la región y esta es una ventaja competitiva que el sector debe aprovechar. En un mundo ávido por secuestrar carbono, nuestro país puede fortalecer su imagen como proveedor de servicios ecosistémicos, como consecuencia del balance favorable entre el carbono que emite y el que captura actualmente nuestra ganadería.
El futuro es auspicioso, ya que emergen trabajos de investigación que demuestran que la tecnología es un aliado en pos de lograr mayor sostenibilidad. El manejo contribuye a mejorar los procesos de captura y entonces ese potencial que existe para secuestrar carbono en una amplia base de nuestro sistema productivo se vuelve cada vez más parte de la realidad. El camino para lograr mayor evidencia y validación científica es fundamental, pero también lo es el saber comunicarla. Carne argentina: naturalmente sostenible.
Por: Ingeniero Agrónomo M. Sc. Adrián Bifaretti, jefe Departamento de Promoción Interna del Ipcva; licenciada Eugenia Brusca, asistente Promoción Interna, Ipcva.