En convenio con el Ipcva, especialistas del INTA y del Senasa desarrollaron Bienest.AR, un protocolo ajustado a los sistemas de terminación a corral de la Argentina y basado en el protocolo europeo Welfare Quality.
En 1965, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en inglés) determinó los principios que determinan que un animal está en condiciones de bienestar. Para ello, debe gozar de buena salud, estar cómodo, bien alimentado y con posibilidad de expresar sus formas innatas de comportamiento, sin padecer de sensaciones desagradables tales como dolor, miedo o desasosiego.
A tal fin, el protocolo europeo Welfare Quality representa una herramienta de evaluación de bienestar animal ampliamente utilizada a escala mundial en sistemas productivos de engorde de bovinos. Sin embargo, no todos sus indicadores son compatibles con los sistemas de engorde a corral de la Argentina.
En nuestro país, cerca del 40 % de los bovinos pasan por sistemas de engorde a corral y hay, al menos, 1.200 establecimientos de feedlot registrados en el Senasa, por lo que resulta clave contar con un protocolo de evaluación de bienestar animal adaptado a los establecimientos argentinos para acompañar al sector ganadero nacional. Se realizó la presentación oficial de Bienest.AR con la participación de Juan José Grigera Naón –presidente del Ipcva–, Carlos Parera –director nacional del INTA– y Fernando Storni –gerente de la Cámara Argentina de Feedlot–, así como una gran cantidad de especialistas, técnicos y referentes del sector de todo el país.
Para Leandro Langman –coordinador del proyecto de bienestar animal del INTA y director del grupo de trabajo que desarrolló el protocolo–, “su implementación permitirá evaluar de manera íntegra y objetiva un establecimiento que tenga interés en diagnosticar su sistema de engorde o quiera trazar un plan de mejora específico, como así también el de aspirar a futuro a un proceso de certificación de bienestar animal”.
Por su parte, Débora Racciatti –coordinadora de Bienestar Animal del Senasa– coincidió con Langman y fue un paso más allá al asegurar que “el protocolo permite hacer un análisis de situación o de brecha: le permite saber al productor qué le falta para alcanzar sus objetivos, así como realizar un análisis inicial que sirva como punto de partida”.
Se trata de un documento mejorador y único en Latinoamérica que Langman describió como “un logro de vanguardia para la región”, que ya acapara la atención de pares en México, Colombia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil.
En este sentido, Racciatti destacó: “Bienest.AR está desarrollado específicamente para lo que es engorde a corral y con algunas características propias de los sistemas productivos de la Argentina”. Para esto, según señaló la especialista del Senasa, “se testeó la practicidad, validez y confiabilidad del protocolo y, a partir de los resultados, se incorporaron mediciones o indicadores que no estaban considerados en el europeo, mientras que excluimos otros. Esto nos permitió adecuarlo a las necesidades los sistemas productivos nacionales”.
De acuerdo con el investigador del INTA, se trata de “una herramienta clave que promueve la mejora en la calidad de vida del animal y posibilita futuras certificaciones de los establecimientos de engorde a corral, lo que brindaría respuesta a una de las demandas del mercado global”. Es que su implementación permite promover la competitividad en los sistemas con un potencial aumento en la cantidad y calidad ética de carne producida. “Esto permite dar respuesta a una de las principales demandas de los consumidores de proteínas de origen animal y de las exigencias de la normativa específica nacional e internacional”, señaló Langman.
Porque para el especialista del INTA, “existe una tendencia de demanda creciente por parte de los jóvenes en materia de bienestar animal que impulsa un cambio cultural sin precedentes, pero, también, sin retorno”. En esta línea, consideró “estratégico” adaptarse a las nuevas exigencias, de la mano del protocolo, que simplifica la adecuación de las prácticas en beneficio de la rentabilidad sostenible de los establecimientos.
A su vez, Racciatti se refirió a los beneficios indirectos de su implementación, como las mejoras en las relaciones entre las personas y los animales, lo que disminuye el riesgo para los trabajadores y mejora el bienestar laboral en general de los empleados de los establecimientos. A su vez, señaló, repercute en los rendimientos y la productividad.
Es que, de acuerdo con la especialista del Senasa, “cuando se contempla el bienestar animal disminuyen las mermas en el crecimiento de los animales relacionadas con el estrés, por lo que ganan peso más rápido y quedan en mejores condiciones para el momento de la faena”.
Un protocolo a la medida de la región
Para su redacción, el equipo de especialistas se basó en los principios y criterios de bienestar animal desarrollados en el protocolo europeo Welfare Quality (2009). “De los indicadores, identificamos y seleccionamos aquellos que se pudieran aplicar de forma exitosa en nuestro país y sumamos otros no considerados”, explicó Langman.
En esta línea, Racciatti detalló que se establecieron indicadores válidos, confiables y con la practicidad necesaria para que en una jornada se pueda aplicar el protocolo en su totalidad. En referencia a los indicadores que no están incluidos en el europeo, Langman especificó que son los que permiten adecuarlo al escenario local.
Con respecto a este punto, la especialista del Senasa aclaró y remarcó que para aplicar el protocolo es necesario el acompañamiento y asesoramiento de técnicos del INTA. “Es importante estar entrenado para aplicarlo con éxito”, señaló.
Del principio de bienestar animal “Buena alimentación”, se agregaron los indicadores frente de comedero disponible y la disponibilidad de los bebederos. Por su parte, el principio “Alojamiento y sectores de manejo apropiados” cuenta con otros indicadores tales como condición de anegamiento de los corrales, incomodidad por presencia de moscas, score de jadeo, provisión de recursos para reducir el estrés por calor, provisión de recursos para reducir el estrés por frío y condiciones de la zona de carga y descarga.
En cuanto al principio “Buena salud”, se sumaron los indicadores de estado ocular, score fecal, meteorización y animales que necesitan mayor cuidado. Y el principio “Comportamiento apropiado” cuenta con dos nuevos indicadores que son las vocalizaciones y el manejo abusivo.
Por último, Langman no dudó en agregar otro elemento diferenciador entre los protocolos: “Mientras el europeo sólo pone el foco en lo que sucede en los corrales, el nuestro también evalúa lo que sucede en la carga y descarga de los animales, así como en la zona de manejo en la manga. Además, contempla la evaluación del confort térmico”.
En la confección del protocolo, participaron especialistas del INTA, del Senasa, de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, de la Universidad Católica de Salta (UCaSal), del Instituto de Investigación propiedad de la Generalitat de Catalunya, España, (IRTA), la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (SLU), la Pontificia Universidad Católica de Paraná (Pucpr) de Brasil.
Además, el proyecto contó con el acompañamiento y financiamiento del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) en el marco de un convenio de cooperación técnica INTA-Ipcva y la colaboración de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF). Por último, Langman concluyó: “Apostamos a brindar continuidad en el desarrollo de protocolos similares para otros sistemas productivos y otras etapas de esta y otras cadenas productivas”.