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Un plan para transformar la producción porcina argentina

La Federación Porcina Argentina presentó el Plan Estratégico Porcino 2025, para potenciar la cadena de valor con metas al 2032.

La cadena porcina argentina cuenta con un plan estratégico que marca el rumbo hacia 2032. Elaborado por la Federación Porcina Argentina (FPA), el Plan Estratégico Porcino (PEP) propone un salto estructural para una actividad que creció sostenidamente en los últimos 15 años, pero que enfrenta importantes desafíos para consolidarse como motor productivo, generador de divisas y actor clave del desarrollo agroindustrial argentino.

Daniel Fenoglio, presidente de la FPA y gerente general de Cabaña Argentina, recordó que la FPA es heredera directa de la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP), con más de un siglo de historia. “Hoy la FPA representa al 70 % de la faena nacional, con una fuerte articulación entre cámaras territoriales, asociaciones técnicas y entidades no territoriales. Nuestro compromiso está puesto en construir un ecosistema porcino competitivo, sostenible e integrado con políticas públicas de largo plazo”, afirmó.

“La Federación se ha consolidado como interlocutor clave ante las autoridades, impulsando propuestas que representan los intereses de todo el sector en temas sanitarios, promocionales, financieros y de comercio exterior”, subrayó Fenoglio.

El PEP es el resultado de un proceso participativo que involucró a más de 80 referentes del sector, incluyendo productores, industriales, instituciones académicas y organismos públicos. El documento, validado técnica y políticamente, establece metas concretas, lineamientos de acción y un plan de implementación que articula intereses privados y públicos con una mirada federal y sostenible.

“El sector porcino ha crecido de forma natural y profesional en las últimas décadas. Hoy necesitamos dar un paso más, con medidas concretas que nos permitan aprovechar todo su potencial”, afirmó Agustín Seijas, director ejecutivo de la FPA.

Cadena con potencial

El diagnóstico es claro: la producción porcina argentina está tecnificada, dispone de recursos estratégicos (tierra, granos, agua, mano de obra calificada), pero enfrenta cuellos de botella que le impiden expandirse. Actualmente, el consumo per cápita está en torno a los 17,5 kg, la faena asciende a 7,3 millones de cabezas y las exportaciones apenas superan las 14.000 toneladas.

Las metas al 2032 incluyen: llegar a 550.000 cerdas productivas (desde las 348.000 actuales), alcanzar una producción de 1,7 millones de toneladas, exportar 400.000 toneladas y elevar el consumo interno a 28,3 kg por habitante.

La FPA estima que, de cumplirse estos objetivos, la cadena porcina generaría una actividad económica de más de US$ 7.760 millones, 130.000 puestos de trabajo, 6,7 millones de toneladas de demanda de maíz y soja, y una inversión total proyectada de US$ 1.613 millones.

Trabas estructurales

Uno de los mayores obstáculos se encuentra en el esquema impositivo. Hoy los productores pagan el 21 % de IVA en insumos, pero venden con un 10,5 %, lo que genera saldos técnicos que encarecen cada inversión un 19 %. “Necesitamos unificación de alícuotas, cuenta tributaria única y créditos acordes al ciclo productivo porcino”, explicó Seijas.

Las importaciones de carne porcina, mayoritariamente desde Brasil, representan otra amenaza. “No se trata solo de volumen, sino del impacto en la integración de cortes. La bondiola, que en Argentina es un corte de alto valor, en Brasil es un descarte. Eso distorsiona nuestro mercado interno y genera competencia desleal”, agregó.

Exportar más y mejor

Argentina tiene hoy 39 mercados abiertos para su carne porcina, pero las exportaciones siguen en niveles bajos. La FPA plantea avanzar hacia una “apertura inteligente” que incluya subproductos, hoy no habilitados en destinos clave como China. “Eso representa el 40 % de la media res, y actualmente se exporta a valores muy bajos. Si logramos que China habilite esos subproductos, nuestra competitividad crecería de forma inmediata”, afirman desde la Federación.

El plan también contempla acciones para conocer mejor la demanda internacional, adaptar la producción a cortes requeridos por cada mercado y optimizar la logística exportadora. Se espera pasar del actual 1 % al 23 % de exportación sobre el total producido.

Cultura de consumo

Uno de los ejes más visibles del plan es el trabajo sobre la promoción y el posicionamiento de la carne porcina. Desde 2005, el consumo per cápita casi se triplicó, y el PEP apuesta a consolidar ese crecimiento con campañas masivas, estrategias educativas y renombramiento de cortes.

“Nombrar los cortes del cerdo como en la carne vacuna -paleta, peceto, cuadrada, etc.- facilitará la incorporación del cerdo en la cocina diaria. Hoy el consumidor argentino reconoce la calidad nutricional del cerdo, su versatilidad y su precio competitivo, que además el nombre de los cortes le sean familiares sumará al aumento del consumo”, señaló Seijas.

La meta es alcanzar un consumo anual de 28,3 kilos por habitante, con mayor participación del cerdo fresco sobre los chacinados.

Una agenda federal

Uno de los pilares del plan es su anclaje territorial. La Federación Porcina Argentina nuclea a cámaras de todo el país y representa el 70 % de la faena nacional. Este peso institucional permitió construir una agenda que incorpora las realidades productivas de las distintas regiones.

“El consenso con productores, cámaras y técnicos está. Y se nota: cada vez más actores se suman a la Federación porque entienden que se necesita una voz fuerte que defienda los intereses del sector”, afirmó Seijas.

La proyección incluye un crecimiento en el empleo -de 70.000 a más de 130.000 puestos- y en el número de granjas tecnificadas, con una lógica que prioriza la integración vertical, el cooperativismo y el fortalecimiento del pequeño productor.

Sanidad y sostenibilidad

El plan destaca el estatus sanitario de Argentina como una ventaja comparativa clave. Se avanza en la erradicación de la enfermedad de Aujeszky mediante un programa conjunto entre Senasa, la Secretaría de Agricultura y la propia Federación, que incluye la creación de un “Ente Sanitario y definición de su alcance operativo para garantizar la implementación del plan en todo el país”.

También se promueve la gestión de efluentes con fines energéticos, el uso responsable de antimicrobianos, la certificación en bienestar animal y la adopción de buenas prácticas productivas. La sostenibilidad, afirman, ya no es un diferencial: es una condición indispensable.

Rumbo al 2032

El Plan Estratégico Porcino 2025 plantea un horizonte de siete años con tareas específicas, plazos, responsables y metas medibles. La FPA busca ser el articulador de políticas públicas, el nexo con la ciencia y la industria, y la voz de los productores en los foros técnicos, sanitarios y comerciales.

“La producción porcina es mucho más que cerdos. Es empleo, es arraigo, es exportación, es valor agregado. Y es, sobre todo, futuro”, concluye el documento.

Con esta hoja de ruta, el sector porcino argentino pone en marcha una transformación estructural. Las condiciones están. El consenso también. Lo que viene, ahora, es la implementación.

Por: Belisario Saravia Olmos, editor de El Tribuno Campo

Fuente: El Tribuno Campo