La interacción público-privada fue una de las herramientas fundamentales para erradicar la polilla de la vid de Cafayate.
La restitución de Cafayate como Área Libre de Lobesia Botrana -de la que diéramos cuenta en la edición anterior de El Tribuno Campo-, además de representar un importante logro en materia de sanidad vegetal, significó un virtuoso ejemplo de interacción público-privada.
Ante la aciaga noticia, en marzo de 2017, de la detección de ejemplares adultos de Lobesia Botrana en el área productiva de vid de Cafayate, los actores de la cadena de valor vitivinícola supieron reaccionar con criterio y agilidad. Los gobiernos nacional, provincial y municipal, y sus organismos respectivos; los productores vitivinícolas y las entidades que los agrupan; y la sociedad civil de la zona afectada, comenzaron a interactuar y abordaron el problema de manera conjunta.
“Significó un gran desafío llevar a cabo este programa, en una situación de contingencia donde había que poner todo, hilando muy fino en cuanto a las exigencias fitosanitarias que requiere un programa como este para lograr contener y erradicar una plaga de esta envergadura”, comenta Cristian Rodríguez, referente del Programa de Lucha y Erradicación de la Lobesia Botrana del SENASA NOA – Norte, y destaca que “todo un equipo técnico se puso al frente para coordinar y generar conciencia, en la comunidad en general e inclusive en los productores, en cuanto a las medidas que había que tomar para, primero, contener la plaga y, después, buscar la erradicación de la misma”.
Rodríguez apunta a una problemática con la que tropezaron al momento de planificar las estrategias de erradicación: “En Cafayate, el área productiva está muy mezclada la suburbana, eso nos llevaba a pensar cómo controlar y contener la plaga en esa zona considerando que vive la población, que hay mascotas y no se pueden hacer controles químicos como en un campo productivo, alejado de la ciudad”. Esta situación, según el técnico, se subsanó implementando un plan de control similar sin usar insecticidas (se utilizaron técnicas de confusión sexual mediante el uso de feromonas); además, destaca las acciones a nivel educativo, en las cuales el Senasa llegó a las escuelas, informando sobre la situación y sobre lo que se debía hacer. “Las acciones de difusión tuvieron un gran impacto y eso nos permitió evitar que la plaga se instale en la zona urbana”, comenta.
Alejandro Martorell, vicepresidente de Bodegas de Salta, recuerda que se comenzó a trabajar en conjunto, con la urgencia que requería el caso, y luego dándole la continuidad necesaria al trabajo. “La realidad es que se tomó conciencia de la gravedad que tenía la situación, ya que puede hacer perder hasta un 30 % de la producción y bajar la calidad de las uvas y vinos”, dice y destaca la gran dinámica de expansión poblacional que tiene la plaga, merced a la cual un par de polillas, en una temporada, pueden generar hasta 320 mil ejemplares. “La reproducción de la lobesia es exponencial y peligrosísima, si permitíamos que avance poco más de lo que estaba, iba a ser muy difícil de controlarla”, apunta.
Para Martorell el éxito en la erradicación de la polilla de la vid es “una muestra acabada de que en Cafayate se está trabajando con un espíritu de colaboración entre los productores, la información circula y colaboramos entre nosotros en muchas cosas”. Además, el bodeguero entiende que lo sucedido puede ser un caso testigo: “No tengo dudas de que otras zonas, que no pudieron erradicar la Lobesia, van a tomar como ejemplo lo que se hizo en Cafayate, por la responsabilidad y el esfuerzo, tanto humano como económico, que se hizo para erradicarla”.
“Fueron años de trabajo muy intenso, mucha interacción, mucha coordinación, con la gran noticia de la recuperación del estatus”, recuerda y festeja Leandro Del Valle, referente de Comunicacion Institucional del Centro Regional NOA – Norte del Senasa. “Convocamos a todos los sectores, Provincia, Municipio, INTA, agrupaciones de productores y creamos un Comité de Crisis. Todos sentados a la mesa, nos volvimos un equipo y tomamos decisiones conjuntas, respaldadas por todos y creo que gran parte del éxito está ahí, en el recurso humano y en el compromiso que se logró”, agrega.
Del Valles también señala como uno de los escollos que se sortearon el difuso límite entre lo productivo y lo urbano, y comenta que una de las herramientas que se usaron fue un programa que llamaron “Senasa va a la escuela”. “Nos dimos cuenta de que era fácil llegar a los chicos de las escuelas y les dimos un rol para que llevarán el mensaje a sus casas. Diseñamos material educativo de cómo era el manejo de la lobesia -que iba acompañado de tareas para el hogar que tenían que hacer con los padres-, en el cual se introducían las primeras medidas de control. De a poco, y con los medios de comunicación, fuimos dando información sobre qué es lo que se tenía que hacer”, relata.
“La respuesta fue impresionante, cuando completaban el curso los chicos de 1° a 3° grado se convertían en agentes honorarios de Senasa y en Guardianes de la Vid, y se les entregaban distintivos. Era común ver en Cafayate a los chicos con sus distintivos caminando por las calles, encantados de ser parte y de tener un rol dentro de una problemática que era de todos”, explica Leandro.
A futuro
Recuperar el estatus de Área Libre de Lobesia botrana demandó grandes esfuerzos, pero no serán menores los que habrá que hacer para mantenerlo. “De ahora en adelante, debemos es seguir con las tareas de vigilancia en toda el área productiva y seguir con las tareas de difusión y concientización, porque nuestro gran desafío es mantener el estatus. Para eso tenemos que evitar el reingreso de la misma; productores y población tienen que seguir con la conciencia de que hay ciertas reglas y requisitos para el movimiento de los artículos reglamentados, que son todos aquellos elementos y productos que pueden ser responsables de dispersión de la plaga. Como Senasa tenemos que estar siempre incluyendo a la comunidad para evitar el reingreso”, afirma Cristian Rodríguez.
Desde Bodegas de Salta, Martorell, señala que “hay una toma de conciencia total sobre el peligro de que esto vuelva. Imaginate que puede venir en un camión desde una zona infectada, de manera que los controles que hace con mucha prolijidad el equipo del Senasa, son importantísimos aquí. Entiendo que todos los productores tomaron conciencia y las medidas que haya que tomar, las van a tomar, esto es un aprendizaje que vino para quedarse”.
Por su parte, Leandro Del Valle apuesta a la comunicación como una de las herramientas para mantener el estatus sanitario: “Creo que una de las cosas que mostró este programa fue la importancia de la comunicación para la gestión de la problemática. Entonces, vamos a seguir trabajando con esta herramienta, no solo con lobesia sino también con langostas y muchas plagas que tenemos cíclicamente en la región”.
Ejemplo de planificación interinstitucional
La Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Salta, destacó la recuperación del estatus de Área Libre de Lobesia botrana para Cafayate “como un hecho fundamental para la producción vitivinícola salteña, ya que fue un claro ejemplo de cómo mediante una planificación interinstitucional coordinada entre sector público y privado es posible alcanzar las metas propuestas”. Además, remarcó el trabajo conjunto que realizó la Comisión Provincial de Sanidad Vegetal (Coprosave) con instituciones nacionales, locales y productores en la instrumentación de acciones sanitarias de control.
“Recuperar el estándar implicó reuniones quincenales del Comité de Emergencia, fortalecer puestos de control sumando policías para el funcionamiento durante las 24 horas en tiempo de vendimia (principalmente el ubicado en la localidad de Tolombón, incorporado con aportes de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario) y contratar barreristas para apoyar el trabajo de los agentes del Senasa en época de cosecha”, expresó en un comunicado la Secretaría de Desarrollo Agropecuario.
Desde el organismo provincial informaron que para conservar el estatus se mantiene activa la red de monitoreo y el funcionamiento de los puestos de control en relación con el movimiento de artículos reglamentados desde las áreas con presencia de la plaga, haciendo cumplir las normativas vigentes en el marco del Programa Nacional de Prevención y Erradicación de Lobesia Botrana.
Por: Belisario Saravia Olmos
Fuente: El Tribuno Campo