La diputada nacional negó que quiera excluir a las entidades rurales de la conducción del INTA.
“Hubo una mala interpretación, nosotros no queremos sacar a las entidades del campo” dijo la diputada nacional Alcira Figueroa sobre el proyecto que busca modificar la conducción del INTA.
La legisladora salteña, impulsora del proyecto junto con Mabel Caparrós de Tierra del Fuego, concedió una entrevista al portal web Bichos de Campo y aseguró que “lo que queremos es impulsar una mayor apertura a la participación del sector de la Agricultura Familiar dentro del Consejo Directivo del INTA”.
¿Cómo surgió esta idea?
Tengo una trayectoria dentro del área de la Agricultura Familiar del INTA de más de 20 años. He coordinado dentro de la provincia al equipo de ProHuerta, creado en la década de 1990. Una de las dificultades que veíamos es que si bien el INTA trabajó históricamente con ese sector, que es mayoritario en algunas provincias más que en otras, no está representado en el Consejo Directivo Nacional. Por lo tanto, si bien se ejecutan planes y proyectos, no hay una priorización presupuestaria dentro del INTA. No éramos reconocidos porque siempre estuvo el debate de si teníamos que estar en Acción Social, porque el sector atendía al desarrollo social. Entre 2012 y 2014 se empezó a trabajar en una ley de Agricultura Familiar que tenía que ver con esa inclusión, no sólo en el INTA sino como política de Estado, que sea reconocida como actividad prioritaria de la gente del campo”.
¿Qué buscan con este proyecto?
Lo que queremos con Mabel Caparrós es impulsar una mayor apertura a la participación del sector de la agricultura familiar dentro del Consejo Directivo del INTA. Incluyéndonos en la directiva vamos a tener mayor capacidad de decidir sobre la actividad, en lo que tiene que ver con el acceso a la tierra, a las semillas, a la tecnología, así como lo tienen los grandes productores. Queremos que nuestro sector también tenga acceso. ¿Y cómo se obtiene? Teniendo capacidad de decidir sobre las políticas públicas.
¿Por qué el proyecto propone directamente cambiar el Consejo, excluyendo del Consejo Directivo actual a representantes del área académica y de las entidades rurales, en vez de agregar un miembro de este sector que ustedes buscan representar? Lo que ahora quedó plasmado es el interés por agregar funcionarios públicos y eso no asegura que vaya a quedar representada la Agricultura Familiar.
No era ese el espíritu. Creo que hubo una mala interpretación. Nosotros en ningún momento hemos planteado sacar a las cuatro entidades del campo. Todo lo contrario, lo que queremos es ampliar y sumar a la agricultura familiar. Por supuesto que las Universidades son claves. Las cuatro entidades del campo van a permanecer, son parte importantísima de la vida agropecuaria del país. La opinión, la idea, los proyectos que tiene el sector por supuesto que tienen que estar contempladas en el proyecto. Lo que pedimos es agregar incluso a Medio Ambiente que no está en el Consejo Directivo. No hemos hablado de excluir a ningún sector, al contrario.
Sin embargo el articulado menciona hacer una modificación sobre la conformación del Consejo Directivo para incorporar a alguien de SENASA, del INAI, de Ambiente, como usted afirma, y también deja aclarado que solo habrá lugar para quienes representan a las entidades agropecuarias y a las academias en un consejo asesor.
-Esas se mantienen por supuesto. Nosotros hacemos alusión a lo que se agregaría. Ahí seguramente haremos la corrección cuando se debata en la Comisión y se pondrá con nombre y apellido a las entidades del campo.
¿La propuesta entonces es agrandar el Consejo, no modificarlo?
Exacto.
Y frente a este mal entendido que usted señala, ¿qué opina ahora de todos los comunicados que estas entidades emitieron?
Que nada más lejos que eso. Nosotros concebimos al INTA como el Instituto que vela por los intereses de todo el mundo del agro, y en el mundo del agro están los grandes, los medianos y los pequeños, ese fue siempre el espíritu del INTA. De ninguna manera vamos a excluir. Pedimos la incorporación de representantes de la Agricultura Familiar y de Ambiente, porque es una actualización de lo que nosotros estamos viviendo en cuanto al cuidado de los ecosistemas y el control de la contaminación. Pensamos que es una voz relevante que debería estar opinando sobre el desarrollo sustentable de los territorios, haciendo propuestas y correcciones. Por ahora tenemos escasas respuestas o respuestas parciales, con poca articulación, para gestionar esas problemáticas nuevas.
¿Entonces usted afirma que este proyecto debería tener una reescritura?
Exacto. Creo que se va a corregir cuando lo tratemos en Agricultura o Medio Ambiente. Específicamente irá a la Comisión de Agricultura y allí se harán las modificaciones, los agregados que correspondan. Ningún proyecto es perfecto.
Otro punto llamativo de la iniciativa es que en los fundamentos ustedes afirman que hay 2 millones de personas que integran a la agricultura familiar. Sin embargo, según datos del último Censo Agropecuario de 2018 sólo se reconocen 250 mil establecimientos agropecuarios. ¿De dónde obtienen la cifra de dos millones?
Nosotros entendemos como agricultura familiar a todo lo que se desarrolla en las zonas urbanas, periurbanas y rurales. El dato del Censo tiene que ver con las explotaciones agropecuarias. Nosotros incluimos el universo que produce, que no está asentado pero que sale de los programas de extensión.
Entonces ustedes tienen en cuenta a quien cultiva en el ejido urbano o al borde de él.
Sí.
Además del ruido que generó este proyecto, ¿qué opina del que provino también del Frente de Todos, el del diputado Carlos Selva, de querer quitarle alrededor de 500 hectáreas a la Estación Cerrillos del INTA en Salta, siendo usted de esa provincia y del mismo espacio político?
Yo hablé con el diputado después de que presentó ese proyecto, porque no soy parte de esa comisión y no participé de esos debates. Se trató de hablar, de consensuar y después se corrigió. Si bien hay tierras disponibles en el INTA de Cerrillos, en el que yo justamente trabajaba, esas tierras se destinan a parcelas de investigación, de experimentación y también de extensión. Nosotros teníamos por ejemplo 2 hectáreas allí para la producción agroecológica y, por convenio con la universidad, un trabajo con alrededor de 70 alumnos, de tercero y cuarto año de forma semanal, en formación de agroecología.
Es cierto también que hay una demanda impresionante de viviendas. En Salta Capital y en donde yo vivo son los lugares que tienen mayor hacinamiento por falta de disponibilidad de tierra para hacer viviendas o loteos. Hay una realidad acuciante y creo que lo hizo con la intensión de solucionar un problema de hábitat que tiene la familia salteña. Hay tierra cercana que se podría expropiar, que son de actividades inmobiliarias cerca del ejido urbano o del ejército, que están sin uso y sobre las que se podría hablar con sus dueños.
¿Usted coincide entonces en que esas tierras hay que obtenerlas de alguna forma, pero no quitándoselas al INTA?
Claro, no deben ser las del INTA.
Algo similar ocurrió con el INTA Sumalao en Catamarca, por un proyecto presentado por el senador Dalmacio Mera. ¿Qué opinión le merece esa iniciativa?
Sí. Yo creo que no va a prosperar porque imagínense que sería achicar una entidad tan elemental para la vida económica y agropecuaria del país. No corresponde.