Es una de las enfermedades más importantes que afectan al cultivo, ya que puede provocar pérdidas de rendimiento de hasta el 80 %.
El tomate es uno de los cultivos más extendidos en el mundo. De hecho, en la Argentina, es la segunda hortaliza más consumida, después de la papa, con una demanda de consumo en aumento. Debido a que la detección de enfermedades y la respuesta a tratamientos es de gran importancia para el sector productivo hortícola, un equipo de investigación -integrado por la Agencia de Extensión Rural Mercedes del INTA y la Cátedra de Fitopatología de la Fauba- realizaron estudios en lotes que producen tomates a campo de la región y detectaron la presencia del cancro bacteriano y plantas con síntomas de la mancha bacteriana del tomate.
“El cancro bacteriano es una enfermedad vascular producida por la bacteria denominada Clavibacter michiganensis subesp michiganensis, cuyo único hospedero es el cultivo de tomate”, explicó Ignacio Zunino -extensionista de la Agencia de Extensión Rural Mercedes del INTA Mercedes- y agregó: “Es considerada la enfermedad bacteriana más grave del tomate, siendo la responsable de grandes pérdidas económicas en todo el mundo; puede provocar pérdidas en el rendimiento del cultivo de entre el 20 % y el 80 %”.
Presente en las principales zonas productoras del tomate del mundo, esta enfermedad fue detectada con alta prevalencia durante esta temporada en las diferentes zonas de producción hortícola del país.
De acuerdo con Zunino, el principal síntoma es el marchitamiento sistémico de la planta, seguido de la muerte de esta. “Por lo general en etapas tempranas, las hojas de un lado de la planta pierden turgencia y se vuelven flácidas, mientras que el resto de la planta no presenta síntomas. Luego las hojas comienzan a marchitarse y posteriormente aparecen cancros en tallos y peciolos”, explicó y agregó: “La detección temprana de la enfermedad permitiría anticiparse a un gran problema para la campaña debido a su gran potencial epidemiológico”.
Laura Dicatarina -extensionista del INTA Mercedes- explicó que el cancro bacteriano “se transmite, principalmente a través de las semillas y plantines. También puede sobrevivir en el rastrojo de la campaña anterior y ser fuente de inoculo”, y agregó: “El inóculo se dispersa a través del contacto directo entre plantas enfermas y sanas o mediante el uso de herramientas contaminadas, ingresando a las plantas mediante heridas o cortes”.
Al ser una enfermedad vascular, una vez que aparecen los síntomas, el control de la enfermedad se dificulta. Es por ello que es importante tomar medidas preventivas para minimizar los riesgos de contagio de la enfermedad.
“Todas las medidas aplicables son preventivas”, explicó Dicatarina y agregó: “Se aconseja el uso de material y plantines libres de la bacteria y el monitoreo constante de las plantas”. En el caso de las semillas, se puede realizar un tratamiento térmico por inmersión en agua caliente a 52ºC durante veinte minutos para reducir la población de la bacteria.
En caso de detectar la presencia de cancro bacteriano, “hay que reducir el contacto de las plantas sanas con aquellas sintomáticas y desinfectar las herramientas después de emplearlas”, puntualizó.
Una vez detectada la presencia de esta enfermedad, la planta debe ser aislada y destruida. Para ello se recomienda embolsarla desde la parte superior y cortarla en la base del tallo, desinfectar la herramienta de corte y retirar la planta para proceder a enterrarla, quemarla o compostarla, lejos de la plantación de tomate.
Debido a que el inóculo puede permanecer en el rastrojo, se recomienda que, en los lotes donde se detectó la presencia del cancro bacteriano, se realice una rotación del cultivo en la campaña siguiente para disminuir la posibilidad de ocurrencia.
Fuente: INTA Informa