Con motivo de la celebración del Día mundial del Suelo, el autor repasa la importancia de este recurso estratégico para la humanidad.
La Conferencia de la FAO aprobó unánimemente el Día Mundial del Suelo en junio de 2013 y solicitó su aprobación oficial en la 68ª Asamblea General de la ONU. En diciembre de 2013, la Asamblea General de la ONU respondió al designar el 5 de diciembre de 2014 como el primer Día Mundial del Suelo y declarar 2015 Año Internacional de los Suelos.
En la designación se reconoce, entre otros ítems, que la sostenibilidad de los suelos es fundamental para afrontar las presiones de una población cada vez mayor y que el reconocimiento, la promoción y el apoyo para fomentar la gestión sostenible de los suelos pueden contribuir a la existencia de suelos sanos y, por extensión, de un mundo que cuente con seguridad alimentaria y de ecosistemas estables y que se utilicen de manera sostenible.
También reconoce la necesidad urgente a todos los niveles de crear conciencia en la población y de promover la sostenibilidad de los recursos limitados del suelo mediante la mejor información científica disponible y teniendo en cuenta todas las dimensiones del desarrollo sostenible.
¿Qué es el suelo?
El suelo se define como la capa superior de la corteza terrestre, formada por partículas minerales, materia orgánica, agua, aire y organismos vivos. Es la interfaz entre la tierra, el aire y el agua y alberga la mayor parte de la biosfera.
Es el medio en el que las plantas se establecen y crecen aportando nutrientes y agua que son absorbidas por sus raíces.
Está constituido por 45 % de minerales, 25 % de agua, 25 % de aire y 5 % de materia orgánica, estas proporciones pueden variar.
La formación del suelo es un proceso dinámico, son cinco los factores que influyen en su formación: Clima (principalmente temperatura y precipitación); Organismos vivos (influyen en la acumulación de materia orgánica); Material Original (roca madre); Relieve; Tiempo y el Hombre (con sus actividades pueden influir de manera beneficiosa o perjudicial); encontrándose una amplia variedad de suelos según la combinación de estos factores.
Es considerable destacar que la parte viva del suelo (biota) es muy importante y está compuesto por una amplia variedad de microorganismos como bacterias, virus, hongos, protozoos y algas. También incluye raíces de plantas, insectos, termitas, lombrices de tierra y animales más grandes como topos, ratones y conejos que pasan parte de su vida en el suelo que cumplen diferentes funciones: reciclan nutrientes, mejoran la estructura del suelo, participan en el ciclo del agua y nutrientes y en la descomposición de materia orgánica, controlan las poblaciones de organismos del suelo, tanto benéficos como dañinos (plagas y patógenos) en términos de productividad de los cultivos, participan en el intercambio de gases y secuestro de carbono (acumulación en el suelo) entre otras funciones.
Importancia
Los suelos son el ecosistema más complejo y diverso del mundo. Además de proporcionar a la humanidad el 98,8 % de sus alimentos, los suelos brindan una amplia gama de otros servicios, desde el almacenamiento de carbono y la regulación de gases de efecto invernadero, hasta la mitigación de inundaciones y el apoyo a nuestras ciudades en expansión. Pero el suelo es un recurso finito, y el rápido crecimiento de la población humana junto con el aumento del consumo está ejerciendo una presión sin precedentes sobre los suelos.
En la actualidad la presión ejercida en los suelos agrícolas está provocando la degradación insostenible de los suelos en las cuales podemos mencionar a la erosión, contaminación, acidificación, salinización entre otras.
Esta degradación continua del suelo está disminuyendo la capacidad a largo plazo de los suelos para brindar servicios a los seres humanos, incluida la producción futura de alimentos.
Es importante que la sociedad tome conciencia de la importancia de los suelos ya que el mismo es un recurso finito, lo que implica que su pérdida y degradación no son reversibles en el curso de una vida humana.
El problema
Según el mensaje clave de FAO 2022, alrededor del 33 % de los suelos del mundo ya están degradados y la tendencia se está acelerando. En décadas recientes, el estado de la fertilidad del suelo ha disminuido debido a prácticas de gestión del suelo no sostenibles, lo que ha causado una disminución drástica del contenido de vitaminas y nutrientes de los alimentos. Varios factores son responsables de esto, incluyendo la pérdida de carbono orgánico del suelo y biodiversidad, desequilibrio de nutrientes, erosión del suelo, contaminación, o la salinidad y el uso imprudente de fertilizantes.
Además, se estima que 24 mil millones de toneladas de tierra fértil el suelo se pierde debido a la erosión cada año. La pérdida de la fertilidad del suelo conduce a un bajo rendimiento de los cultivos y a la pérdida de los mismos, llevando a las poblaciones locales al hambre, la desnutrición y la pobreza.
El desequilibrio de nutrientes ha sido identificado como una de las diez principales amenazas para el suelo. El hambre oculta (también llamada deficiencia de micronutrientes) es atribuido a dietas pobres en nutrientes y está relacionado con suelos agotados en nutrientes. Más de dos tercios de la población mundial carecen de uno o más minerales esenciales.
Recurso clave
Los suelos son un recurso clave para el bienestar humano ya que proporcionan una serie de productos y servicios tales como:
Son la base para la producción de alimentos, fibras, combustibles y medicamentos.
Absorben, almacenan, alteran, purifican y liberan agua, tanto para el crecimiento de las plantas como para el abastecimiento hídrico.
Interactúan con la atmósfera a través de la absorción y emisión de gases (por ej. dióxido de carbono, metano, vapor de agua) y polvo.
Constituyen la mayor reserva de carbono orgánico terrestre (más del doble del carbono orgánico almacenado en la vegetación).
Regulan los ciclos del carbono, el oxígeno y los nutrientes de las plantas (N, P, K, Ca, Mg, etc.)
Es el hábitat de diversos animales y organismos como bacterias y hongos, y por lo tanto mantiene la actividad biológica, la diversidad y la productividad.
Es el hábitat para la dispersión de semillas y la diseminación del patrimonio genético.
Los suelos amortiguan, filtran y moderan el ciclo hidrológico.
Son la plataforma para asentamientos urbanos y se utilizan como material de construcción.
Suelos sanos
Con una población mundial que según las previsiones superará los 9.000 millones de habitantes en 2050, y el agravante de la competencia por la tierra y el agua y el impacto del cambio climático, nuestra seguridad alimentaria actual y futura depende de nuestra capacidad de aumentar los rendimientos y la calidad de los alimentos utilizando los suelos ya dedicados a la producción actualmente.
Los sistemas de gestión holística de la producción, que promueven y refuerzan la salud de los agroecosistemas social, ecológica y económicamente sostenibles, son necesarios para proteger nuestros suelos y mantener elevadas capacidades productivas.
Los agricultores desempeñan un papel primordial. Numerosos y diversos enfoques agrícolas promueven la gestión sostenible de los suelos con la finalidad de mejorar la productividad, por ejemplo, la agroecología, la agricultura de conservación, la agricultura orgánica, el cultivo sin labranza y la agroforestería.
Por último, una mejor comprensión de las relaciones entre el período útil de los suelos y la función de los ecosistemas y el impacto de las intervenciones humanas permitirán reducir los efectos negativos y aprovechar de manera más eficaz los beneficios de la actividad biológica de los suelos con miras a una agricultura más sostenible y productiva. (FAO 2015)
Todo comienza en los suelos
Los suelos, por su extraordinaria capacidad para formar, almacenar, transformar y reciclar los nutrientes, producen el 95 % de los alimentos. Los suelos sanos son la base de una alimentación sana y nutritiva.
De los 92 elementos químicos naturales del planeta, 18 son esenciales para las plantas y 15 son abastecidos por los suelos. Los macronutrientes como el nitrógeno, el fósforo y el potasio son necesarios para plantas en grandes cantidades. Micronutrientes como boro, cobre, hierro, manganeso y zinc son esenciales para las plantas, pero solo se necesita en pequeñas cantidades.
Para sostener la producción a lo largo del tiempo, es necesario tener un equilibrio entre el aporte de nutrientes (es decir, fertilizantes sintéticos y minerales, residuos orgánicos, fijación biológica de nitrógeno, atmosférico deposición) y salida (cosecha de cultivos, erosión, pérdida de materia orgánica del suelo, gases de efecto invernadero emisiones):
· Cuando los suelos se agotan en nutrientes, pierden su capacidad para sustentar cultivos y producir alimentos deficientes en nutrientes.
· Cuando el contenido de nutrientes del suelo es demasiado alto, representa un ambiente tóxico para las plantas y animales, contamina el medio ambiente (suelo, agua y atmósfera) y contribuye al cambio climático
Suelos y seguridad alimentaria
Los suelos tienen un papel clave en las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad. La carencia crónica de micronutrientes de los suelos y las dietas provoca graves y a menudo invisibles problemas de salud. El hambre oculta afecta a más de 2 mil millones de personas en todo el mundo y alrededor de dos tercios de la población mundial está en riesgo de deficiencia en uno o más elementos minerales esenciales.
Tomar conciencia
El planeta sobrevive gracias a unos pocos centímetros de espesor de suelos sano que proporcionan y producen el 95 % de nuestros alimentos. Por ello es importante que la sociedad tome conciencia de la importancia de cuidar y conservar los suelos porque Un centímetro de suelo puede tardar cientos de miles de años en formarse desde la roca madre.
Por: Ing. Agr. Leonardo Martín Aciar, Universidad Nacional de Salta, Facultad de Ciencias Naturales, Cátedra Edafología Agrícola (UNSa Sede Metan) y Manejo de Suelos y Topografía (UNSa Sede Central).
Fuente: El Tribuno Campo