La adopción de tecnologías que mejoren el vigor de la semilla es una herramienta estratégica para un buen inicio del cultivo de soja frente a una campaña con problemas de baja calidad y perfiles con bajo nivel de recarga.
La campaña 2023 estuvo marcada por condiciones climáticas adversas: sequías primero y las lluvias intensas en momentos claves, como la floración/cuaje y la cosecha trajeron consecuencias. Una gran proporción de la semilla disponible para la campaña 24-25 es de mediana a baja calidad. Los análisis de los principales laboratorios del país muestran valores de PG, vigor y carga de patógenos que obligan al productor a tomar medidas.
Un bajo poder germinativo (PG) indica que un porcentaje reducido de semillas es capaz de germinar y desarrollarse bajo condiciones ideales. El bajo vigor, en cambio se refiere a la capacidad de las semillas para establecerse en condiciones menos favorables o estresantes, aunque puedan germinar normalmente en un entorno óptimo. Es decir, la semilla es capaz de germinar, pero tiene menos recursos para hacerlo.
Problemas de producción
Las principales consecuencias de un bajo PG en la siembra incluyen la reducción en el establecimiento de plantas, fallas en el stand, desuniformidad en el crecimiento y, eventualmente, una disminución en el rendimiento. Por otro lado, el bajo vigor puede resultar en un establecimiento deficiente bajo condiciones de estrés, como suelos fríos, sequía o compactación, lo que puede derivar en plántulas débiles, una menor competitividad frente a malezas y mayor susceptibilidad a enfermedades.
Puntualmente la campaña 24 está marcada por los déficits hídricos. Además del estrés directo asociado a la falta de agua nos encontramos con una posibilidad mayor de problemas de carry over de herbicidas de cultivos anteriores que no fueron correctamente degradados.
Medidas necesarias
En primera instancia, es necesario un análisis de calidad previo a la siembra. Ante un bajo PG, el productor debe ajustar la densidad de siembra para compensar las posibles pérdidas, optimizar las condiciones del suelo y aplicar tratamientos de semillas que promuevan la germinación y la salud de las plántulas.
El bajo vigor como mencionamos implica que la semilla está limitada en recursos para germinar. Toda medida que mejore las condiciones de implantación o la cantidad de recursos disponibles será útil.
Ante un bajo vigor, es recomendable sembrar en condiciones óptimas (temperatura y humedad adecuadas) y mejorar las prácticas de manejo del suelo. Por su parte, aplicar tratamientos fungicidas o insecticidas puede ayudar a proteger las semillas de patógenos y plagas que comprometen la germinación.
En tanto, las condiciones nutricionales y fisiológicas óptimas son indispensables en el momento de la siembra. Por eso es fundamental una nutrición completa y equilibrada de acuerdo con los requerimientos del cultivo. Tratamientos que aceleren la velocidad de emergencia y/o promuevan desarrollo inicial de las plántulas son relevantes.
Una propuesta biológica
Sembrar semilla de baja calidad implica siempre un problema. Con bajo poder germinativo, una gran parte de las semillas no son viables, ya que tienen embriones muertos que no pueden completar el proceso de germinación adecuadamente. Como resultado, hay una menor proporción de plantas que germinan.
Por su parte, con bajo vigor germinativo, aunque la semilla puede germinar, tiene poca energía para hacerlo. Esto puede deberse a una menor cantidad de carbohidratos, grasas o una concentración desequilibrada de hormonas responsables del crecimiento, como las auxinas, citocininas y giberelinas. El resultado es una germinación más lenta, una emergencia despareja y mayor susceptibilidad al estrés ambiental.
Estos factores generan una implantación desigual, que afecta directamente la producción, ya que las plantas que emergen tardíamente o en condiciones adversas pueden estar en desventaja competitiva. Además, las semillas con bajo vigor pasan más tiempo expuestas a condiciones ambientales que pueden ser desfavorables, aumentando el riesgo de fallas.
Una solución para mitigar estos problemas es ajustar la densidad de siembra y tomar precauciones sanitarias adecuadas. Además, se recomienda el uso de fitoreguladores como Stimulate, un producto de Stoller que contiene tres hormonas promotoras del crecimiento. La aplicación de auxinas, citocininas y giberilinas de manera exógena a la semilla, reestablece los valores óptimos de las mismas, acelerando el proceso de germinación.
El tratamiento impacta entonces de manera directa sobre la energía germinativa de las semillas viables, favoreciendo una germinación más rápida, homogénea y vigorosa. La dosis recomendada de Stimulate es de 250 cc por cada 100 kg de semilla, acompañado de un análisis previo del poder germinativo y vigor de la semilla, para realizar ajustes en la densidad de siembra según sea necesario.
Por: ingeniero agrónomo Rodrigo Merki, Market Developer, Stoller Argentina; ingeniera agrónoma Paula Di Gerónimo, Market Developer Cordinator, Stoller Argentina & Uruguay.