Mancha amarilla, roya amarilla y roya anaranjada conforman el podio de enfermedades del cereal. Resultados arrojados por la plataforma SIMA Agtech en base a las últimas campañas, muestran una retracción del porcentaje de positividad en lotes muestreados, que ronda el 10% de caída para la campaña 2022/23.
Con inviernos benignos y lluvias nuevamente en cartelera, las enfermedades de hoja en etapas tempranas del trigo están cada vez más presentes en Argentina, siendo las manchas y las royas las vedettes de la temporada.
Una buena sanidad del cultivo requiere un abordaje serio desde el manejo integrado de plagas, comenzando con la protección de semillas y la detección temprana a campo como pilares para el control.
Bajo estas premisas, SIMA (Sistema Integrado de Monitoreo Agrícola) sale a la cancha con una herramienta que permite a los productores registrar plagas, malezas y enfermedades a través del monitoreo lote a lote y realizar el control de severidad en sus cultivos de manera muy simple mediante una fotografía. La aplicación permite unificar criterios de manejo y llevar un historial del lote, además de una mayor reducción de tiempo en el lote.
¿Qué sabemos sobre las enfermedades foliares en trigo?
La Mancha amarilla (Pyrenophora o Dreschlera tritici repentis), también llamada parda o marrón, encabeza el ranking de enfermedades que amenazan al cultivo de trigo cada año. De característico color bronceado y halo amarillento en las hojas, logra prosperar varias campañas debido a su marcada supervivencia en los rastrojos, lo que la convierte en un gran desafío para su control.
El clima no es limitante para su ocurrencia; tan sólo requiere de temperaturas cálidas de 18° a 28°C y humedad relativa elevada para que las fuentes de inóculo primario – rastrojos y semillas – tengan un buen mojado foliar. Si además hay viento y algo de lluvia, su dispersión logra ser exitosa a largas distancias. Aunque mayormente las manchas se observan en las hojas y vainas, también pueden infectar espiguillas.
Desafortunadamente, a la Roya amarilla o estriada del trigo (Puccinia striiformis) -la segunda enfermedad más problemática del trigo-, también le son propicias estas condiciones. Tradicionalmente era una epidemia limitada a regiones más frescas, pero en las últimas 6 o 7 campañas, se ha desarrollado inéditamente en la región pampeana y el norte argentino como muestra de su adaptación a temperaturas medias mayores.
Por su parte, la Roya anaranjada o de la hoja del trigo (Puccinia triticina) también requiere de horas de rocío para su establecimiento y el viento es muy eficiente para su dispersión, pero además es la más plástica en requerimientos de temperaturas – se expresa en rangos templados – lo que la hace estar presente en casi todos los campos trigueros y es la principal causa de pérdidas de rendimiento a nivel mundial.
Entre estas últimas, los síntomas en estadios iniciales suelen prestarse a confusión. La singularidad en que se distribuyen las pústulas permite diferenciarlas si el monitoreo se hace con buen ojo. Mientras que la roya amarilla deja sus pústulas en estrías paralelas a las nervaduras, la anaranjada lo hace sin un orden sobre el haz de las hojas.
Para sorpresa, hacia el 2022/23 la aparición de estas enfermedades disminuyó
Según el último relevamiento de SIMA, la mancha amarilla, roya amarilla y roya anaranjada (o de la hoja) continúan liderando el ranking de enfermedades de este cereal. No obstante, en las últimas tres campañas su presencia en los lotes fue disminuyendo progresivamente hacia el 2022/23.
Analizando la positividad de los lotes en la campaña 2020/21, las tres enfermedades estaban representadas en más del 75% de los muestreos, mientras que para la última campaña 2022/23 ese valor se redujo un 30%, quedando septoriosis, roya del tallo, fusariosis, mancha marrón y tizón por Septoria, en la cola de los datos analizados.
Según la información arrojada por la plataforma SIMA, la mancha amarilla continúa siendo la enfermedad que está presente en todos los lotes y en todas las campañas. No obstante, a lo largo de estos años se detectó una cierta tendencia bajista a su aparición en los relevamientos de los usuarios. Mientras que para el 2020 la mancha estaba en el 36% de los lotes, hacia la última campaña se registró una caída del 8%.
Lo más destacado del análisis de positividad de los lotes, es el caso de la roya amarilla que manifestó similar comportamiento, pero con una retracción del orden del 15%. Es decir, de cada 10 lotes muestreados la roya pasó de estar presente en casi 3 lotes en el 2020 a estar en 1.2 lotes para la 2022/23.
Lo mismo ocurrió con su compañera la roya anaranjada con una contracción de 5 puntos interanuales, terminando última en el podio con 6% de positividad el último año.
Lo notable de este tipo de estudios, es la confirmación de permanencia de ciertas enfermedades que dominan el campo triguero argentino, pero también conocer el patrón en que se manifiestan año a año lo que lleva a hacernos varias preguntas. Para empezar, ¿qué fue lo provocó su disminución? y por otro lado – en base a este comportamiento – ¿qué podemos esperar para la próxima campaña?
La sequía y el perfil varietal: grandes rivales de las enfermedades
Para quienes hemos transitado los últimos años del campo, sin lugar a duda, la triple sequía que azotó al país fue un evento sin precedentes. Muchas estrategias salieron a la cancha para lograr el éxito de los cultivos, o más bien, no perder un grano de más.
La búsqueda de eficiencia de agua para los cultivos fue la estrategia necesaria en todos los planteos. Esto llevó a rediseñar algunas prácticas de manejo como densidad, fechas de siembra, y cambio de variedades, entre otras.
En este sentido, sobre el perfil varietal de los productores, uno de los últimos relevamientos de SIMA ha demostrado un cambio de uso en las últimas campañas. En años anteriores, el 60% del área triguera estaba ocupada por las mismas 5 variedades cuya proporción iba cambiando, pero este año, se registró el uso de nuevas variedades con diferente grado de susceptibilidad a las manchas y royas. Esto lleva a pensar, que la introducción de variedades diferentes hizo su efecto al reducir la presión de selección de estas enfermedades.
Asimismo, se puede interpretar que la sequía también fue un factor decisivo en la menor detección de enfermedades. Estos patógenos son favorecidos por la alta humedad relativa, la acumulación de horas de rocío, y las lluvias frecuentes. Es por ello que, muy probablemente la ausencia de agua en la superficie del suelo y sobre los rastrojos contuvo el desarrollo de estas enfermedades y las mantuvo latentes.
Recomendaciones claves para contener las epidemias
En Argentina, la mancha amarilla provoca pérdidas estimadas del 20 al 25% en trigo. Es la que mayores perjuicios le causa a este cereal afectando principalmente el peso de granos, pero en ataques intensos puede provocar la pérdida de hojas y un menor número de granos/espiga.
Lo mismo ocurre con las plantas infectadas por Royas que producen menor número de espiguillas y menos granos/espiga. Al ser granos de menor tamaño y generalmente chuzos, no sólo tienen baja calidad industrial sino también menor valor alimentario y todo se traduce en daños económicos.
La magnitud de las pérdidas de rendimiento de estas enfermedades dependerá en gran medida del grado de resistencia de las variedades de trigo sembradas, y de cuán temprano en el ciclo de cultivo se desarrollen las epidemias. Cuanto mayor sea la susceptibilidad varietal y más temprana la infección, el daño es mayor.
En este sentido, la sanidad de los cultivos se basa en un manejo integrado que requiere, por un lado, del desarrollo de variedades con resistencia sostenida en el tiempo, y por otro lado, de acciones agronómicas inteligentes, apoyadas en herramientas tecnológicas que acompañen el registro y monitoreo, para realizar aplicaciones fungicidas eficientes y oportunas.
Pensando en las perspectivas climáticas para la segunda mitad del año, se espera que el Niño devuelva el patrón de lluvias normales, con lo cual será clave el monitoreo frecuente a campo, la detección temprana, y las aplicaciones dirigidas para evitar el escape de estas enfermedades.
Las recomendaciones generales incluyen:
– Medidas económicas y preventivas pre-siembra: tratamiento eficiente de semillas y rotación de cultivos.
– Aplicación de fungicidas foliares cuando se alcance el UDE (umbral de daño económico). Seguir los umbrales de acción en cada región.
– Eliminación de plantas guachas que garantizan la supervivencia del patógeno en el lote.
– Siembra de variedades resistentes o genotipos de mejor comportamiento. Existen quiebres de resistencias a ciertos principios activos.