La emergencia y rápida dispersión de parásitos resistentes a los antiparasitarios es una amenaza para los sistemas productivos.
El control tanto de los endo como de los ectoparásitos, depende casi exclusivamente de la aplicación de drogas antiparasitarias. Durante los últimos 30 años esta tecnología de insumos, favorecida por su practicidad y alta eficacia, ha sido ampliamente adoptada por los productores (Anziani y Guglielmone). Sin embargo, la emergencia y rápida dispersión de parásitos resistentes, representa una amenaza para los sistemas productivos.
Sin miedo, pero con cuidado
Para comprender el fenómeno de desarrollo de la resistencia se lo describe en 3 etapas (Sutherst y Comins):
1) Establecimiento de genes resistentes: el establecimiento de los genes resistentes es el resultado de mutaciones y otras alteraciones genéticas que ocurren al azar a una tasa proporcional al tamaño de la población (Crow y Kimura). No es necesario que los parásitos hayan tenido algún contacto con el antiparasitario para que ocurran estas mutaciones. De hecho, su existencia puede ser anterior al empleo de algún químico. (Elard et al.)
2) Propagación de individuos con la composición genética que provee resistencia: la propagación de los genes de resistencia se debe a la supervivencia preferencial de los individuos resistentes luego de los tratamientos. Cada tratamiento antiparasitario actúa como un factor de selección para la población de parásitos, eliminando los susceptibles y manteniendo con vida a los resistentes. Una mayor frecuencia de tratamientos, y un mayor número de animales tratados, determina una más elevada presión de selección sobre la población de parásitos, favoreciendo la propagación de la resistencia.
3) La emergencia clínica del problema: Cuando aproximadamente el 25 % de la población de parásitos es resistente, esta situación se puede diagnosticar mediante ensayos de eficacia clínica in vivo. Si la población resistente corresponde a una especie de alta patogenicidad, se puede observar la persistencia de signos clínicos de la parasitosis luego del tratamiento antiparasitario (Mejia et al., Fiel et al.)
Ciencia al rescate
Para un diagnóstico de resistencia, cualquiera sea el método empleado, la correcta anamnesis se impone como un elemento imprescindible para establecer la posibilidad de cierta resistencia. Es primordial la información acerca de la categoría animal, manejo del pastoreo, plan sanitario, pero por sobre todo resulta fundamental el historial de desparasitaciones, abarcando los últimos 2 a 3 años, y donde se detalle minuciosamente la frecuencia de uso, los principios activos, el nombre comercial y las dosis empleadas.
A diferencia de los ovinos, donde la resistencia a los antihelmínticos conlleva a mortandades, en los bovinos habitualmente pasa inadvertida, y la gran mayoría de casos no presentan indicadores clínicos precisos que hagan sospechar de la falla del tratamiento antiparasitario.
Cuando el productor lo considera un problema, en la mayoría de los casos dispone a su criterio el principio activo a utilizar y la frecuencia de tratamientos que aplicara. Su visión del problema tiende a la simplificación prescindiendo del asesoramiento profesional, lo cual en ciertas ocasiones, no hace más que agravar el problema.
Como recomendaciones generales en los establecimientos ganaderos se debería contar con el diagnóstico como base del control racional y profesional, que incluya la utilización de antiparasitarios integrada a otras alternativas de manejo. Las determinaciones de HPG luego de los tratamientos servirían para dar indicios de forma temprana de problemas de resistencia.
Hay que recordar que las moléculas antiparasitarias con las que se cuenta para tratar las ecto y endoparasitosis no abundan, y que como agravante, muchas de ellas demuestran resistencia cruzadas a los grupos químicos a los cuales pertenecen, por lo cual existe una necesidad imperiosa de cuidar y alargar la vida útil de las mismas, y por lo tanto abandonar definitivamente las desparasitaciones empíricas conocidas como sistémicas o mensuales.
Una herramienta muy útil y de fácil ejecución son los análisis de HPG luego de los tratamientos, que se deberían realizar a los 7 días pos aplicación cuando se utilizó levamisol o benzimidasoles (albendazole-fenbendazole-oxfendazole), y a los 21 días si son lactonas macrocíclicas (ivermectina, doramectina, eprinomectina), siempre teniendo en cuenta que no existen antihelmínticos 100 % eficaz y que por lo tanto se deben aceptar algunos recuentos bajos pos tratamiento.
Con las garrapatas pasan cosas similares
Hablando exclusivamente del control del Boophilus microplus (Garrapatas), además de una buena anamnesis, debemos realizar una prueba de sensibilidad a los diferentes principios activos, la cual es llevada a cabo por el laboratorio de bioensayos de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), y nos dará como resultado los productos más adecuados para utilizar en el tratamiento, para lograr una mayor eficacia. En el caso de que el establecimiento cuente con un bañadero de inmersión, también se debe tomar una muestra del contenido de este, con el fin de analizar y corroborar el PH y la concentración del activo en uso, operación que aporta un sólido indicio de eficacia futura.
Por último, debemos emplear alternativas de manejo tendientes a reducir el uso excesivo e indiscriminado de productos y establecer una adecuada rotación de antiparasitarios apuntando al control integrado de parásitos.
Aún tenemos herramientas disponibles, de nosotros depende que sigan teniendo eficacia.
Por: M.V. César Torossi, promotor Garrapaticidas, Zoovet