Palpitando la siembra 2022, en el ámbito de Agenda Aapresid, expertos regionales advierten sobre los insectos y enfermedades que afectan en mayor medida al cultivo.
Argentina es uno de los principales productores y exportadores de poroto del mundo, una legumbre originaria cuya producción está arraigada en nuestro país, principalmente en el NOA, por factores histórico-culturales y condiciones climáticas, aportando a la economía regional y a la diversidad de cultivos. En adición, la mejora en los precios y la creciente demanda mundial hace que el cultivo presente perspectivas de crecimiento.
Se trata de un cultivo de ciclo corto que se siembra desde principios de febrero a marzo, según la zona del país. Debido a su rápido crecimiento y delicadeza se requiere un manejo efectivo para lograr expresar todo su potencial de rendimiento.
Agenda Aapresid convocó a Augusto Casmuz, entomólogo, y a Victoria González, fitopatóloga, ambos pertenecientes a la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), y especialistas en el cultivo de poroto. Frente a las condiciones climáticas de este año Niña, los profesionales remarcaron la importancia de seguir muy de cerca a las plagas y enfermedades, fundamentalmente al inicio del cultivo.
Arranque sano, cultivo exitoso
La etapa de implantación, es decir durante los 30-35 días después de la siembra, es la más delicada y donde se define el éxito del cultivo, explicó Casmuz.
“La plaga clave es la mosca blanca (Bemisia tabaci), que transmite el complejo Geminivirus, el cual afecta al desarrollo y puede causar la muerte de la planta recién implantada”, advirtió. No obstante, dentro de los porotos, la susceptibilidad a las virosis es muy variable según el tipo comercial, siendo los porotos negros los más tolerantes, señaló. Por otro lado, se encuentran los trips y ácaros, que prosperan en condiciones de altas temperaturas y sequía, y generan la reducción del área fotosintéticamente activa y problemas en la regulación hídrica del cultivo. Para la fase inicial, y en especial en condiciones de estrés hídrico, la EEAOC también reporta al letal gusano barrenador (Elasmopalpus lignosellus), cuyas larvas perforan la base de los tallos, reduciendo el stand de plantas.
Por el lado de las enfermedades, González citó a la podredumbre carbonosa (Macrophomina phaseolini), patógeno oportunista que se ve favorecido por la alternancia de períodos de humedad-sequía y altas temperaturas en los primeros estadíos del cultivo, pudiendo causar pérdidas de hasta el 30% del rendimiento. Otros patógenos importantes que pueden provocar la muerte de plantas son Fusarium y Esclerotinia, esta última más frecuente en zonas pedemontanas con elevada humedad y gran amplitud térmica. También se puede presentar la mancha angular, que afecta toda la parte aérea de la planta, principalmente hojas y vainas, pudiendo causar defoliaciones importantes.
Para prevenir y controlar el avance de estos insectos y patógenos se recomienda como primera medida sembrar semilla certificada, en lo posible de genética tolerante y tratada con insecticidas y fungicidas adecuados. A partir de los 15 días se deberá monitorear permanentemente. Frente a la presencia de adversidades bióticas, y si fuera necesario realizar aplicaciones, se deberá actuar rápidamente para cuidar al follaje, “porque el poroto no tiene la misma capacidad compensatoria que la soja”, advirtieron los especialistas.
Orugas defoliadoras
En fases más avanzadas del cultivo “suelen ser un problema las orugas defoliadoras, muchas de las especies que también aparecen en la soja”, señaló Casmuz. Hacia fines de marzo-principios de abril, las condiciones de baja humedad y altas temperaturas favorecen a que las generaciones de lepidópteros que estuvieron anteriormente en soja puedan continuar con su desarrollo en poroto afectando área foliar y vainas”, explicó.
Para mantener a raya a las orugas sugirió monitoreo semanal con paño, y recurrir a estrategias químicas si se alcanzan umbrales de alrededor de 5-10 orugas por metro lineal del cultivo y 10% de defoliación. En este aspecto el especialista advirtió que “el gran problema con estos cultivos regionales es que cuentan con pocas herramientas registradas para el manejo de plagas”.
Poscosecha
Finalmente, los profesionales hicieron referencia a un aspecto no menor, la poscosecha, momento donde puede verse fuertemente afectada la calidad y valor comercial de los porotos. Hay que estar atentos a las larvas de coleópteros y polillas, al igual que a los hongos como los de los géneros Penicillium y Aspergillus, que producen micotoxinas. Será clave mantener las buenas condiciones del lugar donde se guardan los granos y que los mismos sean desinfectados adecuadamente al ingresar.