La Bolsa de Cereales de Buenos Aires advierte que las lluvias podrían comenzar a normalizarse en octubre, pero el INTA señala que existe entre un 70% a 80% de probabilidades de que se repita el fenómeno de La Niña.
La sequía que afecta a gran parte de la región agrícola argentina se prolonga por tercer año consecutivo amenazando con volver a causar importantes pérdidas productivas y económicas, y los pronósticos climáticos no son alentadores. Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) advierten que las lluvias podrían comenzar a normalizarse en octubre, pero desde el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) señalan que existe entre un 70% a 80% de probabilidades de que se repita el fenómeno de La Niña, caracterizado por la escasez de precipitaciones, que ya castigó a la producción agropecuaria las dos campañas anteriores. Como consecuencia de la falta de lluvias, de las 6,6 millones de hectáreas de trigo proyectadas por la Bolsa para este invierno solo se pudieron sembrar 6,1 millón de hectáreas y la estimación de producción del cultivo cayó un 10%, pasando de 20,5 millones de toneladas a 18,5 millones, 2 millones menos.
Si se toman los datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) la pérdida es aún mayor, ya que calculan una caída del área de 6,9 millones de hectáreas a 5,9 millones y, considerando un rinde promedio de 3,3 toneladas por hectárea se perderían 3, 3 millones de toneladas del cereal. “En la franja central de zona núcleo los lotes regulares y malos de la gramínea ya superan el 50%”, aseguraron en la entidad.
Por otra parte, la BCR estima una reducción de 400.000 hectáreas de maíz equivalentes a 3,2 millones de toneladas. Esta gramínea, cuya siembra temprana comienza en septiembre en la zona núcleo, también se ve comprometida y desde la Bolsa rosarina proyectan una reducción del área de un 10% en esa región junto a una caída del 30% en la fertilización nitrogenada, ya que los productores, frente a la escasez hídrica, buscarán salvar los costos antes de apostar por el potencial de los cultivos. “En el ciclo pasado, las gramíneas no paraban de crecer y el aumento del maíz era del 15% en la zona núcleo”, indicó la BCR. Ahora, con una disminución de 180.000 hectáreas en esa región, esperan que se siembren solo 1,66 millones con maíz.
“El valor actual de la producción que, en promedio, puede obtenerse de 1 millón de hectáreas de trigo y 0,4 millón de hectáreas de maíz son US$ 2.100 millones, aproximadamente”, señalaron desde la entidad.
Desde la tierra
“Yo siempre siembro el 40% de mi superficie con trigo, pero este año como veníamos secos desde el verano, no tenía humedad en el perfil y los números no daban -porque a pesar de los buenos precios los insumos subieron mucho- solo hice un 10%”, contó Diego Pascuale, productor y asesor en las localidades santafesinas de San Jerónimo Sur, Luis Palacios y Carcarañá, unas de las más afectadas por la sequía. “Sembré porque tenía la semilla, si la hubiera tenido que comprar, no lo hacía, muchos vecinos no sembraron directamente”, agregó.
En su zona las lluvias hace tiempo que no llegan, el cultivo tendría que estar empezando a encañar, pero apenas está sobreviviendo. “Si en 15 días no llueve, lo seco, le paso glifosato y dejo el lote para maíz de segunda, para que aproveche la fertilización que le hicimos al trigo y muchos productores van a hacer lo mismo ya que no hay pronóstico de grandes lluvias y esto no se soluciona con 20 o 40 milímetros, es la triste realidad”, dijo. Además, allí también “se complica la siembra de maíz porque los suelos están totalmente secos”, advirtió.
En los alrededores de Fighiera, al sur de Santa Fe, la escasez de lluvias se arrastra desde hace cuatro años y han otorgado certificado de desastre a más de un productor al cierre de la cosecha gruesa. “Nosotros pudimos sembrar todo el trigo pero los cultivos están apretados, no les pudimos aplicar la urea (fertilizante nitrogenado); todavía está en macollaje, con menor número de macollos, cuando tendría que estar más adelantado, va afectar el rinde; ya están amarilleando las hojas de abajo; muchas plantas quedaron chiquitas, no desarrollaron el sistema radicular y se murieron; y en partes de los lotes en los que la semilla quedó un poco arriba, directamente no nació; y hay algunos vecinos que no pudieron sembrar”, describió la ingeniera agrónoma María Aránzazu González Ibarra, productora de la zona.
En su establecimiento, si hacen maíz, será más adelante, en siembra de segunda fecha, pero por ahora, solo espera que alguna lluvia bendita les ayude a sobrevivir a las raleadas plantas de trigo que aún siguen en pie.
En Pergamino, Román Gutiérrez pudo sembrar todos los lotes que había programado, pero desde hace diez días “los trigos empezaron a sufrir la falta intensa de agua, las hojas comenzaron a ponerse amarillas, en breve van a empezar a encañar y si no llueve vamos a tener rendimientos muy bajos”, contó el productor. Además, allí tuvieron importantes daños por heladas que también afectarán al resultado final.
En tanto, Juan Zingarini, productor de Casilda eligió no implantar trigo este invierno porque veía que “iba a estar complicado con la sequía”. La campaña anterior, la soja de segunda, la que se sembró a continuación de los cultivos de invierno como trigo o cebada, sufrió por la falta de agua. “No la pudimos cosechar, por eso este año decidimos no arriesgar y directamente no sembrar trigo”, dijo.
Por: Kitty Vaquero
Fuente: Clarín