Mancebo, tecnología exclusiva de Peman Semillas, surge como la primera leguminosa capaz de sostener proteína en verano bajo condiciones adversas. Productores y técnicos destacan su aporte nutricional, plasticidad y notable adaptación.
La ganadería del centro y norte del país arrastra desde hace décadas una limitante estructural: la ausencia de una leguminosa capaz de aportar proteína durante los meses de calor, cuando las gramíneas dominan la oferta forrajera pero no alcanzan para sostener dietas equilibradas. A diferencia de las zonas templadas, donde la alfalfa o los tréboles cumplen ese rol, en los ambientes del NOA y NEA las alternativas han sido erráticas, con especies poco persistentes, sensibles a la sequía o de comportamiento irregular. En ese escenario, el desarrollo de Macropitilium Mancebo, tecnología exclusiva de Peman Semillas, aparece como una respuesta concreta y largamente esperada por los productores: una leguminosa anual, autóctona, adaptada a climas cálidos, con destacado aporte proteico y una notable estabilidad productiva bajo condiciones adversas.
En el Programa Claves del Campo (AM 840 – Radio Salta) Octavio Varela, gerente comercial para la región NOA de Peman, destacó que Mancebo es el resultado de décadas de investigación encabezadas por la Universidad Nacional del Litoral, con el objetivo de cubrir una demanda histórica en los sistemas forrajeros del norte argentino. Explicó que se trata de una leguminosa estival pensada para aumentar el contenido de proteína en la dieta durante la temporada de verano, precisamente el período donde los sistemas más dependientes de gramíneas enfrentan su mayor desafío nutricional.
Su origen nativo en los subtrópicos sudamericanos, y el proceso de selección ecotípica que dio lugar al cultivar Mancebo, le confieren uniformidad de producción y un rebrote vigoroso, atributos claves para el NOA, el NEA y regiones con precipitaciones marcadamente estacionales.
Varela subrayó que, si bien el posicionamiento inicial estuvo orientado al norte del país, la adaptación que mostró la especie sorprendió incluso a los equipos técnicos. “Hoy se está sembrando hasta zonas de Río Cuarto y más al sur, con muy buena respuesta”, señaló, y remarcó que Mancebo se desempeña con solidez tanto en áreas de 500 a 550 mm de lluvias como en zonas con anegamientos temporarios, propias de Chaco o Formosa. También destacó su plasticidad en diversos tipos de suelos -de franco arenosos a franco arcillosos- y la capacidad de producir en ambientes de baja fertilidad, incluso con apenas 6 ppm de fósforo, un indicador que suele definir los límites de muchas especies forrajeras.
A cerca de las posibles equivalencias para que el productor dimensione de qué tipo de leguminosa se trata, Varela admitió que “es difícil compararla porque es casi única”, dado que en la oferta tropical hay muy pocas especies similares. “Si tuviera que simplificarlo, diría que es una especie que se comporta como una alfalfa estival para el NOA y NEA”, expresó, aclarando que esa aproximación sirve solo como referencia general, ya que Mancebo reúne características propias y poco frecuentes en las leguminosas de clima cálido.
En lo que respecta a calidad nutricional, el experto de Peman destacó niveles de proteína que alcanzan 26% entre los 45 y 50 días desde la siembra, sin decaer abruptamente hacia los estadios más avanzados. A los 150 días mantiene alrededor del 20% de proteína, junto con digestibilidades superiores al 75%, un dato que la posiciona como una herramienta estratégica para planteos de cría y engorde. De acuerdo con los resultados obtenidos en los ensayos de Peman, INTA Reconquista y la Universidad Nacional del Litoral, la producción anual se ubicó entre 9.000 y 16.000 kg de materia seca por hectárea, con excelente rebrote y estabilidad bajo diferentes manejos. Además, Mancebo no produce empaste, a diferencia de la alfalfa, lo que aporta un margen de seguridad sustancial en sistemas donde la carga y la variación climática exigen decisiones rápidas.
Varela explicó que la especie se adapta tanto a siembras puras como a intersiembras con gramíneas voluminosas, entre ellas sorgo forrajero, Mijo perla, Mileto, Grama Rhodes o incluso para enriquecer pasturas de Gatton Panic. En estos sistemas consociados, la leguminosa contribuye con proteína y digestibilidad, mientras que la gramínea aporta volumen y estructura. Para lograr un equilibrio adecuado, la recomendación es mantener densidades de 25 a 35 plantas por metro cuadrado, lo que equivale a aproximadamente 8 kilos de semilla por hectárea. Una estrategia eficaz es la siembra en franjas: dos líneas de sorgo y cuatro de Mancebo, estructura que minimiza la competencia y favorece la expresión productiva de la leguminosa.
Otra ventaja destacada es su aptitud para diferentes sistemas de cosecha. Puede utilizarse en pastoreo directo, ensilaje, henificación y producción de rollos, ya que su hoja ancha permite un buen secado y facilita la confección de reservas. En cuanto al manejo, Varela recomendó respetar períodos de descanso de 40 a 50 días entre pastoreos, con una altura remanente de 20 a 25 centímetros para asegurar la continuidad del rebrote. La especie, además, presenta una muy buena capacidad de resembra natural que le permite comportarse como un cultivo bianual, gracias a su producción constante de semillas y una floración tardía que acompaña el desarrollo vegetativo.
La experiencia registrada en el NOA durante las últimas tres campañas confirma su resiliencia. Ensayos en Saravia y Joaquín V. González, en años extremadamente secos con apenas 400 o 500 mm de lluvia, arrojaron valores de 5.000 a 6.000 kilos de materia seca, cifras que sorprendieron incluso a la empresa. Este desempeño alentó la realización de nuevos ensayos junto a instituciones y productores de la región, donde se evalúan mezclas en cabeceras, corredores biológicos y combinaciones con sorgos y mijos.
El nivel de adopción entre los productores aseguró, es alto. Implantar pasturas no es sencillo y cualquier mejora en el establecimiento es clave. Ensayos comparativos entre semillas tratadas y no tratadas mostraron diferencias de implantación del 60% a los 20 días, que es una diferencia brutal y justifica ampliamente la inversión.
Sobre la posibilidad de mostrar Mancebo en jornadas a campo, adelantó que la empresa trabaja para organizar actividades durante la campaña, una vez que las lluvias marquen el inicio de las siembras. Explicó que lo ideal es contar con al menos una segunda lluvia importante para asegurar una emergencia uniforme y aprovechar al máximo el potencial de cortes y rebrotes. Peman prevé que hacía febrero podrían concretarse las primeras visitas a lotes demostrativos en la región.
Con una demanda creciente por soluciones que aporten estabilidad, proteína y resiliencia frente a la variabilidad climática, Mancebo empieza a consolidarse como una leguminosa clave para los sistemas ganaderos del norte argentino. Su origen nativo, su capacidad de producción en condiciones restrictivas y su versatilidad de manejo la posicionan como una herramienta estratégica en un contexto donde la ganadería necesita forrajes que respondan con consistencia. “El desafío ahora es acompañar al productor en el proceso de adopción, multiplicar experiencias a campo y seguir ajustando estrategias de uso para que la especie exprese su máximo potencial”, cerró Varela.



