Horacio Acciaresi (INTA Pergamino) y Alejandro Piñeiro (UPL) aportaron miradas complementarias basadas en el manejo proactivo y la integración de control químico y cultivos de cobertura.
Desde la detección del primer biotipo resistente, allá por 1996, el problema de la pérdida de eficacia de los herbicidas tradicionales ha ido en aumento en forma exponencial. “A partir de allí se abrió la caja de Pandora: fueron apareciendo especies competitivas y persistentes dentro de nuestros sistemas que empezaron a demostrar resistencias a diversos mecanismos de acción”, señaló Horacio Acciaresi, especialista de INTA Pergamino, durante el último encuentro de #VocesExpertas organizado por UPL Argentina.
“La situación resulta preocupante porque afecta a compuestos muy utilizados dentro del sistema como los graminicidas hormonales, glifosato y ALS; incluso se sospecha de algún escape de PPO”, advirtió el técnico y aseguró que –desde 1996 hasta hoy se han registrado 42 especies resistentes a distintos modos de acción.
Para el especialista del INTA la clave es integrar enfoques: “Venimos de un paradigma curativo, reactivo, de actuar luego de que surge el problema. Es necesario ir hacia un paradigma proactivo, más vinculado al manejo y menos al control”. Esta propuesta no implica contraponer o subordinar acciones de corto plazo a las de largo plazo. El manejo debe contener la integración estratégica del control químico y los cultivos de cobertura. “Es importante no contraponer decisiones. Todo es necesario y complementario. Si basamos el éxito en los cultivos de cobertura con el tiempo vamos a tener que volver para atrás. En la integración de enfoques está el secreto”, insistió.
“Es importante conocer cómo es el proceso de enmalezamiento del cultivo, cómo la dinámica de emergencia y cómo se interviene en el momento y la forma más adecuada, ya sea a través de una acción de tipo química, cultural (cultivo de cobertura) o ambas de manera complementaria”, agregó.
El objetivo es “integrar la dinámica de la maleza con el funcionamiento del herbicida para lograr sacarle el máximo provecho, bajar esa presión de selección y preservarlo de los posibles efectos de resistencia”, sintetizó.
En paralelo al control químico, Acciaresi colocó a los cultivos de cobertura como otro de los elementos a integrar, ya que “generan un fuerte efecto de disminución de las malezas”. Sin embargo, advirtió que la repetición constante de los mismos cultivos puede producir presión de selección, similar al de un herbicida que genera resistencia. “El cultivo de cobertura también puede generar adaptabilidad a determinados biotipos a esa condición”, explicó. Precisamente, para evitar este problema, aconsejó variar las especies de los cultivos de cobertura en el tiempo, incluso pasar a un barbecho químico si es notoria la persistencia de malezas problemáticas. “Resulta importante integrar y complementar el uso de ingredientes activos de control químico con los cultivos de cobertura, ayudándolos a que tengan una mayor habilidad competitiva”, enfatizó.
Para malezas problema, soluciones disruptivas
Horacio Acciaresi, gerente de Herbicidas de UPL, complementó la charla técnica brindando un panorama de las novedades del mercado de protección de cultivos que mejor se adaptan a las nuevas estrategias de manejo de malezas.
Por ejemplo, ponderó la alta eficacia que presentan los fotosistemas II (por arriba del 90%). Dentro de este grupo, Dinamic (Amicarbazone) es un herbicida que posee mucha residualidad y es ideal para controlar Rama negra y Yuyo colorado, utilizado tanto en barbechos largos, como intermedios. Permite disminuir la presión de selección en estas malezas y rotar con otros modos de acción, como el herbicida preemergente Strim UPL (S-Metolachlor). Además, brinda estabilidad y seguridad de control. Posee registro en barbecho tanto para maíz, como para soja. Y gracias a que no se degrada, otorga un tiempo mayor de control hasta que llegan las primeras lluvias, incorporándose con facilidad (dato no menor si se espera un año dominado por “La Niña”).
Más enfocado en soja, el ejecutivo de UPL presentó Tripzin, un herbicida residual que se aplica en preemergencia del cultivo. Es ideal para controlar gramíneas y latifoliadas por sus dos modos de acción diferenciales y complementarios: Pendimentalin + Metribuzin. Estos componentes permiten disminuir la presión de selección y rotar con herbicidas post emergentes PPO. Este manejo ayuda a mitigar la aparición de resistencias en las malezas más importantes de la soja
Otra novedad es Lifeline (Glufosinato de amonio), primer producto con registro para sojas, llamado a “marcar un antes y un después en el control de malezas” en este cultivo. Se trata de un herbicida de contacto selectivo para sojas resistentes a glufosinato de amonio de amplio espectro que controla gramíneas anuales y latifoliadas. Ha demostrado un excelente desempeño en mezclas para ampliar el control de malezas específicas. Además, es ambientalmente seguro al no dejar residuos en el suelo y efectos adversos en la rizosfera.
En un contexto de creciente pérdida de efectividad de los herbicidas como los ALS y PPO, Piñeiro remarcó la importancia de generar “soluciones disruptivas”, “diversificar modos de acción”, “cuidar las herramientas que nos quedan” y “no seguir siempre las mismas recetas”.