Tras un ciclo en el que la chicharrita del maíz fue protagonista, con pérdidas muy importantes en diversas zonas del país, la campaña presenta menor presión y se ve favorecida por la eficiencia de nuevos biológicos.
El panorama actual de la campaña maicera dista mucho del ciclo anterior, afectado por el impacto de la chicharrita, según el análisis del prestigioso consultor especializado en monitoreo, el ingeniero agrónomo Daniel Igarzábal, quien aclaró que “no tenemos puntos de comparación, porque el año pasado para esta época nadie sabía sobre este problema. Nadie tenía en cuenta ni buscaba chicharritas, ya que no se podía prever lo que ocurrió durante la temporada productiva”.
Igarzábal acotó que “este año estamos expectantes, con mediciones por todos lados, mapas de situación con trampas para saber cómo va evolucionando desde el noroeste hasta el sur de Buenos Aires”, en tanto que “las heladas y las bajas temperaturas han hecho que la población sea absolutamente mínima en este momento”.
Igarzábal -quien tiene a su cargo los talleres técnicos que realiza Biotrop en diversas regiones- analizó que “considerando la biología del insecto y sus requerimientos de temperaturas, humedad de suelos y otras cuestiones, no es una situación alarmante -en principio- desde el centro del país hacia el sur”.
El profesional destacó que no descarta que pueda haber chicharritas, “pero en niveles manejables o controlables, como cualquier otra plaga” y agregó que “con las enormes poblaciones que teníamos el año pasado, ningún producto hubiera funcionado correctamente y no había defensa posible contra la plaga”.
En este sentido, comentó que “los fríos y las heladas influyen mucho sobre el alimento de la chicharrita que es, precisamente, el maíz. Al no haber cultivos sembrados, quedan solo como fuente de alimentación los maíces voluntarios, los que, a su vez se vieron afectados por las fuertes heladas que ocurrieron en la mayor parte de la región central del país. Esto por sí solo es un elemento favorecedor de la reducción del número de individuos adultos presentes al momento”.
Sin embargo, advirtió que “a partir de ahora, vamos a tener maíces voluntarios germinando a la brevedad, porque hay lotes abandonados y muchos descuidos en los caminos donde se derraman semillas. Por lo tanto, la chicharrita va a tener su alimento”.
“Es tan baja la población que la primera camada o generación de la chicharrita va a ser baja. El año pasado era muy importante y habitualmente es la que desencadena lo que sigue”, analizó Igarzábal.
Por otra parte, Dabulus maidis, nombre científico de la chicharrita, es originaria de la zona subtropical de México, lugar donde hay lluvias, alta humedad y altas temperaturas, por lo tanto, el tiempo seco y frio no la favorece. “Altas temperaturas vamos a tener, pero no alta humedad y lluvias. Entonces creo que eso también atenta contra las grandes poblaciones que se dieron el año pasado, donde llovió y hubo humedad relativa ambiente muy alta”, dijo el ingeniero agrónomo.
Las recomendaciones
Al momento de dejar su recomendación a los productores, el profesional sugirió que, en primer lugar “se debe seguir la evolución y los mapas que se están publicando, tanto en sectores privada como en el sector oficial. Hay mucha información que nos dice cómo está la situación en cada zona”.
Además, recordó que “las siembras tempranas el año pasado no tuvieron mayores problemas, si bien rindieron un poquito menos. El tema es cuando nos acerquemos a las siembras de octubre, noviembre y diciembre (maíz tardío). Ese es el momento donde hay que estar mucho más atento”.
Los productos
Posteriormente, Igarzábal destacó que “en esta campaña hay un montón de productos inscriptos, tanto químicos como biológicos, para manejar la situación” y enfatizó que “los biológicos están tomando muchísimo impulso en Argentina. Son muy amigables con el ambiente, pero tenemos que aprender a manejarlos. No es igual a los productos químicos. Hay que entender muy bien qué es lo que hacen y cómo lo hacen”.
Igarzábal explicó que “las primeras camadas que van a venir serán las que llaman chicharritas adultas. Luego pone huevos y las crías quedan en la parte de abajo de la hoja. Cuando ya hay ninfas, el cultivo ha entrado en 4 o 5 hojas y los productos ya no van a funcionar de la misma manera”.
El ingeniero agrónomo destacó que “ahí está la gran oportunidad de los biológicos. En el caso de Biokato, que son bacterias, son más independientes del ambiente para funcionar y atacan a las chicharritas con diversos mecanismos de control”.
Luego, añadió que “cuando se introducen al cuerpo del insecto, lo primero que hace es dejar de alimentarse y de transmitir la enfermedad. A la larga se mueren. En realidad, no es importante que se muera. Lo importante es evitar la transmisión”.
Igarzábal añadió que la tecnología es muy promisoria. “Le tengo mucha fe a todos los productos biológicos que se están probando y que van a tener su primer año en Argentina” concluyó.