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Los bioestimulantes ganan terreno en la vitivinicultura

Estas tecnologías permiten aumentar la resiliencia de la vid ante el estrés hídrico y térmico, al tiempo que impulsan la calidad del vino y reducen la dependencia de agroquímicos.

En los últimos años, los bioestimulantes se han consolidado como una herramienta clave para la agricultura moderna. Su uso crece a un ritmo acelerado, impulsado por la necesidad de mejorar la eficiencia productiva y la resiliencia de los cultivos frente a condiciones adversas, como el estrés hídrico y térmico, cada vez más frecuentes por el cambio climático. En el caso de la vitivinicultura, estos productos permiten no solo mejorar la productividad, sino también preservar la calidad de la uva y, por ende, del vino, con prácticas más sostenibles.

El tamaño del mercado de bioestimulantes de Estados Unidos se estima en 530 millones de dólares en 2024 y se espera que alcance los 1.010 millones de dólares en 2029, creciendo a una tasa compuesta anual del 13,77% durante el período previsto (2024-2029). En América del Sur, este mercado se estimó en 167 millones de dólares en 2024 y se espera que llegue a los 375 millones de dólares para 2030, lo que supone un crecimiento del 125%.

En agosto se celebró el Congreso Internacional de Bioestimulantes 2025, un evento que reúne a investigadores, asesores y empresas líderes del sector para presentar los últimos avances y tendencias. A continuación, compartimos las principales innovaciones presentadas en este encuentro, con foco en su potencial aplicación en viñedos.

¿Por qué los bioestimulantes son clave en la vitivinicultura?

El cambio climático y la presión por reducir el uso de agroquímicos han impulsado la búsqueda de herramientas más amigables con el ambiente y capaces de mantener la competitividad del sector. En este contexto, los bioestimulantes cumplen un rol esencial porque:

Aumentan la tolerancia al estrés abiótico (sequía, salinidad, altas temperaturas).

Mejoran la absorción y eficiencia en el uso de nutrientes, optimizando los recursos aplicados.

Favorecen el desarrollo radicular y la estructura del suelo, incrementando la salud del viñedo a largo plazo.

Contribuyen a la sostenibilidad, alineándose con las exigencias del consumidor y normativas internacionales.

En la vid, estos beneficios se traducen en mejor uniformidad de racimos, incremento en polifenoles y precursores aromáticos, y mayor estabilidad del rendimiento en escenarios de estrés.

Tendencias y tecnologías emergentes destacadas en el congreso

1. Nuevas generaciones de bioestimulantes

Una de las innovaciones más destacadas es las llamadas moléculas señal, compuestos que funcionan como “mensajeros” dentro de la planta. Su función es activar respuestas específicas frente a condiciones adversas, como la sequía o el calor extremo. Según Valentina Bisconti (Fyteko, Bélgica), estas moléculas actúan con gran precisión sobre el metabolismo vegetal, lo que permite reducir el estrés en la planta usando dosis muy pequeñas y de manera altamente eficiente.

En la misma línea, Prometeo Sánchez destacó que estas soluciones representan la segunda generación de bioestimulantes, orientadas a una acción precisa y predecible frente a condiciones de estrés, algo crucial para viñedos expuestos a olas de calor o déficit hídrico.

Además, se están desarrollando nuevas tecnologías basadas en proteínas naturales llamadas bacteriocinas, que provienen de bacterias beneficiosas. La Dra. Sonia Fischer (CONICET) presentó avances en su uso para ayudar a las plantas a tener una microbiota más equilibrada (es decir, una comunidad de microorganismos saludables), lo que mejora su defensa natural contra enfermedades. Esto permitiría reducir el uso de fungicidas químicos en los cultivos.

2. Microbioma del suelo y manejo regenerativo

El microbioma del suelo se consolida como un factor estratégico en la salud del viñedo. Investigadores como el Dr. Michal Slota (Content Farmers, Polonia) enfatizaron que mantener un equilibrio microbiano adecuado no solo mejora el rendimiento, sino que también contribuye a mitigar el cambio climático, gracias a la captura y estabilización del carbono en el suelo.

El Dr. Eduardo Donoso (Bio Insumos Nativa) destacó la importancia de cuidar el suelo a lo largo del tiempo, usando productos biológicos junto con prácticas agrícolas que lo regeneren. En el caso de los viñedos, esto ayuda a mantener una comunidad de microbios beneficiosos en el suelo, lo que hace que las plantas sean más fuertes y necesiten menos productos externos para crecer bien.

3. Rol de las micorrizas y bioinoculantes

Las micorrizas, hongos que establecen simbiosis con las raíces, fueron protagonistas de varias conferencias. La Dra. Paula Aguilera (Myconativa) destacó su papel en la absorción de fósforo y agua, mientras que el Dr. Alberto Bago (CSIC, España) recordó que esta relación, que data de hace casi 500 millones de años, es clave para la adaptación de las plantas a entornos adversos.

Además, se presentó la tendencia hacia una nueva generación de bioinoculantes (NGB), explicada por el Dr. Pablo Cornejo (Universidad de Talca), con cepas microbianas seleccionadas por su funcionalidad específica en distintos cultivos. Para la vid, estas tecnologías representan una oportunidad para reducir fertilización mineral sin perder productividad.

4. Bioestimulantes basados en algas y extractos naturales

Las algas marinas siguen siendo muy usadas en agricultura, pero ahora se procesan de forma más avanzada y se combinan con otros compuestos, como los ácidos fúlvicos, para que las plantas respondan mejor. La Dra. Holly Little (Acadian Plant Health) mostró cómo el alga Ascophyllum nodosum ayuda a las plantas a soportar mejor el calor y a mejorar su funcionamiento interno, lo que se traduce en una mejor calidad del vino.

Por su parte, Humberto Mendoza (Anasac) compartió experiencias con blends que combinan extractos de algas y ácidos fúlvicos, orientados a revitalizar suelos y mejorar la disponibilidad de nutrientes.

5. Innovación aplicada a la vitivinicultura

Un ejemplo interesante fue el de Viña Concha y Toro, donde el Dr. Felipe Gainza contó cómo están usando soluciones biológicas para usar menos agroquímicos, pero sin afectar la calidad del vino. También se habló del uso de microorganismos que viven en condiciones muy difíciles (presentado por José Manuel Pérez-Donoso, Pewman Innovation), como una posible ayuda para los viñedos que sufren sequías prolongadas.

Normativas y desafíos del mercado

El crecimiento del sector bioestimulantes viene acompañado de retos regulatorios. Durante el congreso, Manel Cervera (DunhamTrimmer) analizó las perspectivas en América Latina, subrayando que la falta de un marco regulatorio uniforme genera incertidumbre para empresas y productores. Además, se debatió la necesidad de armonizar normativas con la Unión Europea, donde ya existen definiciones claras para bioestimulantes en el marco de fertilizantes.

Para la vitivinicultura, esto significa que antes de incorporar un producto es clave verificar su registro y respaldo científico, evitando soluciones sin validación.

Perspectivas para la vitivinicultura

Las innovaciones presentadas no son solo tendencias, sino herramientas prácticas para enfrentar desafíos reales en el viñedo. Entre sus principales aplicaciones se destacan:

Mitigación del estrés hídrico y térmico, crucial en regiones como Mendoza, mediante moléculas señal, algas y micorrizas.

Mejoras en calidad de uva, gracias a bioestimulantes que regulan la síntesis de compuestos fenólicos.

Sostenibilidad y diferenciación comercial, alineando la producción con certificaciones y demandas de mercados premium.

La clave será integrar estas tecnologías en programas de manejo integrado del suelo y la nutrición, combinando bioinsumos con prácticas culturales y monitoreo.

El mercado de bioestimulantes vive una etapa de evolución acelerada, impulsada por la biotecnología y la comprensión del microbioma. Para la vitivinicultura, estas innovaciones abren la posibilidad de producciones más resilientes, sostenibles y de alta calidad, en un contexto donde el cambio climático y la competitividad exigen nuevas soluciones.

Invertir en conocimiento y elegir productos con respaldo científico será el factor diferencial para los productores que quieran liderar el cambio.

Fuente: Observatorio Vitivinícola Argentino