Desde GDM, destacan los principales aspectos a considerar para alcanzar los máximos potenciales en el cultivo.
La sequía dejó muchos interrogantes, con situaciones dispares a lo largo de las distintas regiones productivas en cuanto a los perfiles de agua acumulada. En ese contexto, Diego Regnicoli, gerente de Desarrollo de Autógamas en Región Centro Norte de GDM, ofreció recomendaciones orientadas a obtener el máximo potencial en el cultivo de gruesa más sembrado en Argentina.
Las claves
- Uno de los puntos clave para definir el potencial alcanzable del cultivo de soja en una región es conocer la fecha de siembra que maximiza el potencial productivo del genotipo elegido. El factor determinante que permita sembrar en la fecha programada será el perfil hídrico del lote. El agua útil disponible y la correcta humedad en la cama de siembra serán clave para una correcta implantación y establecimiento inicial óptimo del cultivo.
- La elección de una semilla de buena calidad será muy importante para generar un buen stand de plantas. Sembrar materiales con buenos valores de poder germinativo (PG) y vigor es clave este año, más aún considerando las malas calidades en general que se obtuvieron de la cosecha 2023 debido a las condiciones de estrés reinantes durante gran parte del fin de ciclo del cultivo.
- Una correcta calidad de siembra que permita lograr una buena uniformidad temporal y espacial del cultivo en etapas iniciales permitirá optimizar el rendimiento, evitando de ese modo perder rinde con respecto a esos parámetros.
- Tomar muestras de suelo previo a la siembra permitirá conocer la calidad nutricional de los lotes con respecto a nutrientes comúnmente deficitarios en ciertas zonas como fósforo y azufre, principalmente, como así también conocer los niveles de boro y zinc, relevantes para el cultivo.
- Caracterizar los lotes por su calidad nutricional y hacer fertilizaciones dentro de los umbrales de respuesta según cada nutriente permitirá potenciar los rindes en aquellos ambientes que presenten alguna limitante.
- Elegir el genotipo dentro del grupo de madurez que más se adapte al planteo productivo será clave para maximizar el potencial de rendimiento del lote.
- Considerar el historial del lote en cuanto a la problemática o no de malezas existentes será importante al momento de definir la estrategia de control y manejo de estas.
- En cuanto a las variedades, las de tecnología Enlist son muy importantes para considerar en lotes con problemática de malezas, principalmente de hoja ancha, ya que permiten aplicaciones en postemergencia de 2,4 D y Glufosinato de amonio en caso de haber escapes. En el porfolio comercial de Donmario, estas van de grupo de madurez II corto a grupo VI medio y las novedades para este año son DM 25E23 SE, DM 40E23 SE y DM 47E23 SE.
- En cuanto a las variedades de tecnología Conkesta serán una herramienta importante para incluir en aquellas regiones donde la presencia de lepidópteros defoliadores es más común y, por lo tanto, permitirá un mejor manejo de la plaga sumado también a los beneficios de uso de la tecnología Enlist. En el porfolio de Donmario, estas van de grupos de madurez VI corto a VIII corto y los lanzamientos para esta campaña 2023 son DM 64K64 SCE y DM 75K75 CE.
- Por último, va a ser muy importante el monitoreo de las enfermedades y principalmente las de fin de ciclo del cultivo, ya que, si se presenta un verano con precipitaciones con registros por arriba de lo normal, tal como está anunciado, éstas se pueden llevar una buena parte de nuestro rendimiento potencial si es que no se controlan y, por consiguiente, estaríamos aumentando esa brecha de rendimiento con respecto a los potenciales máximos alcanzables.
Variedades para el NOA
“Para la zona norte nos basamos principalmente en la tecnología Conkesta, donde estamos haciendo una fuerte inversión en desarrollo, porque tiene la tecnología Bt, aparte de Enlist que brinda tolerancia a herbicidas en post emergencia de 2.4 D, glufosinato y glifosato. El hecho de tener dos proteínas Bt es importante para toda la región centro y norte del país, donde es una tecnología demanda”, comentó Regnicoli en una charla con El Tribuno Campo.
Siendo más específico apuntó a las dos variedades con estas tecnologías que el semillero pone disponibles para esta campaña: la DM 64K64 SCE -del grupo 6.5- y la DM 75K75 CE -del grupo 7.5- que se suman a las tres variedades que tenían, un 6 corto, un 6.8 y un 8.0.
“La DM 64K64 SCE es una variedad para todos los ambientes de NEA y NOA, ambientes de bajo, medio y alto potencial, es muy plástica y la podemos recomendar para bastantes fechas de siembra, principalmente de diciembre, pero también los primeros 15 días de enero”, dijo y agregó que, por su parte, la DM 75K75 CE “es una variedad que, si bien también tiene potencial, está más planteada para ambientes un poco más limitantes, donde el productor demanda grupos más largos. A estos grupos más largos, si bien la fecha de siembra de diciembre les cae bien, también vemos que puede ser variedades que aportan estabilidad todas las fechas de enero o, a veces, cuando se están cerrando las siembras de enero. Pensando en Salta, que tiene fechas más tardías, se comporta muy bien”.
Sobre la incorporación paulatina que se dio en los últimos años de variedad de madurez del grupo 6, el ejecutivo de GDM observó que “cuando un productor es reticente a incorporar un grupo de madurez que no está acostumbrado a sembrar, lo que hace es prueba un poco, principalmente cuando ve que hay variedades que andan bien en otros grupos que no viene sembrando, y ahí es, cuando la genética se termina imponiendo por productividad y performance”.
Luego, agregó que lo que pasó en los últimos años es que “con el mejoramiento en grupos largos, la mayor productividad estuvo muy acentuada en los grupos 6 cortos y 6 medios, entonces el productor que venía haciendo grupos largos no los tomaba de entrada, pero al empezarlos a probar -siempre y cuando se den los ambientes acordes a los grupos más cortos- los terminó incorporándolos a su sistema”.
Para Regnicoli, la genética hoy avala la productividad en estos grupos 6, que marcan el camino de a dónde tiene que apuntar el productor para buscar a altos rindes, sin descuidar el mejoramiento en grupos largos en los cuales el semillero tiene variedades y lanzamientos que aportan productividad.
“Siempre hay que diversificar los grupos, primero porque uno no sabe cómo va a venir el año climáticamente, entonces también está bueno diversificar ese riesgo. Además, para los productores de gran escala diversificar el tema de logística, tanto de siembra como de cosecha. Poder tener diferentes grupos de madurez hace que tenga una cosecha más escalonada”, recomendó.
Y concluyó señalando que “siempre el foco está puesto en el germoplasma, la biotecnología te da un seguro, un respaldo, para alguna problemática zonal, pero si no viene acompañada de un buen germoplasma que rinda no hay adopción por parte del productor”.