Dentro de las tecnologías de insumos, la inoculación es la que permite obtener los mejores retornos económicos por cada dólar invertido.
En los últimos años se produjo una verdadera revolución en la Argentina con la aparición en el mercado y uso de diferentes microorganismos en los cultivos extensivos. Esto queda reflejado por la gran cantidad de productos registrados para uso agropecuario. Los promotores de crecimiento, liderados en sus inicios por el Azospirillum spp. y hoy en día acompañado de otros microorganismos, han comenzado a cobrar importancia como práctica de uso habitual en muchos campos de la región pampeana, en cultivos como trigo, cebada, maíz, soja, girasol, sorgo, etc.
Especies de microorganismos como, por ejemplo, Micorrizas, Pseudomonas, Bacillus, Trichoderma, etc., han sido incorporados al uso agronómico ya sea solos o acompañando a otros microorganismos. Por otro lado, el Bradyrhizobium japonicum, aplicado a soja, sigue siendo ampliamente la bacteria más utilizada, y con la cual se han obtenido los mejores rendimientos productivos. Anualmente la fijación biológica de nitrógeno en soja aporta cantidades que pueden sobrepasar el 50 % del requerimiento que tiene el cultivo, representando esto un ahorro muy importante, dado que, de no llegar el nitrógeno de esta manera, debería adicionarse químicamente mediante el empleo de fertilizantes, representado una inversión importante de dinero. Así mismo, el resultado sería inferior al que puede lograrse con el aporte de nitrógeno que hacen las bacterias.
Pese a esto y a los resultados de ensayos oficiales y privados realizados a lo largo y ancho de la Argentina, los cuales han demostrado las bondades de la inoculación, no todos los productores sojeros inoculan. Se estima que aproximadamente entre un 20 – 30 % de los productores no adicionan inoculantes todos los años, limitando de esta manera la capacidad productiva que el cultivo tiene. Por otro lado, considerando a aquellos productores que sí inoculan, no todos lo hacen correctamente, ya que aproximadamente un 50 % de ellos comete en forma constante o intermitente, errores en alguna etapa del proceso de inoculación, situación ésta que lleva a renunciar a parte del rendimiento que el cultivo podría obtener.
En general, en campos con buena historia sojera, las respuestas productivas a la inoculación se ubican en promedio en valores cercanos a los 300 kg/ha, en tanto que, en aquellos campos vírgenes de soja, las respuestas pueden ser de 500 – 800 kg/ha, o más aún.
Dejando de lado los campos vírgenes de soja, los cuales son muy pocos en la región pampeana y abocándonos a aquellos en los cuales sí se ha realizado soja en los últimos años, los incrementos de rendimientos alcanzados por la inoculación en función de la inversión realizada (inoculante, mano de obra, etc.), tornan a esta práctica en una de las más rentables dentro de las tecnologías de insumos. Por ejemplo, sobre valores medios de 5 US$ /dosis de inoculante y sobre una densidad de siembra de 80 kg/ha, podríamos estar esperando un retorno de 12,75 US$ por cada dólar invertido, lo que representa un incremento de 1.275 % respecto a la inversión realizada. Considerando lo expresado anteriormente quedaría demostrado que la inoculación en soja es la práctica agronómica, dentro de las tecnologías de insumos, que permite obtener los mejores retornos económicos por cada dólar que se invierte.
Uno de los problemas más comunes que habitualmente encuentra el productor para llevar a buen puerto la inoculación, se ubica en la logística, técnica de inoculación, mano de obra, etc. En estos aspectos también se ha avanzado vertiginosamente, haciendo que los modernos sistemas de inoculación sean aplicados a la semilla, evitando que a veces se malogre una técnica muy valiosa para el productor, como así también para el país.
La coinoculación en soja -aplicación de más de un microorganismo, acompañando al Bradyrhizobium japónicum- ha permitido mejorar los rendimientos de este cultivo entre un 4 – 5 %, tornando a esta alternativa como una interesante posibilidad para mejorar la productividad de la soja.
Si bien es cierto que la fijación biológica no puede por el momento abastecer todo el nitrógeno que anualmente se va con los granos producidos, su aporte es sumamente importante. De no ocurrir esto, nuestros campos estarían por estos días mucho más empobrecidos de nitrógeno de lo que están.
Maíz y sorgo
Las gramíneas de verano, principalmente maíz y sorgo granífero, también se ven ampliamente favorecidos por el uso de algún inoculante. Al respecto, en el mercado hay varios que tienen diferentes funciones, tales como promotores de crecimiento, bioestimulantes, biocontroladores, de enfermedades o solubilizadores nutricionales. Estos se pueden aplicar en forma individual o en forma combinada, de acuerdo con la finalidad perseguida.
La microbiología agrícola, de cara al futuro, tiene mucho para ofrecerles a los productores agropecuarios modernos, no sólo como aportes que hagan foco en el rendimiento, sino también en la sustentabilidad de los sistemas de producción. La correcta inoculación es una práctica agronómica de bajo costo que está disponible para los productores del mundo entero. De utilizarla correctamente permitiría realizar una producción agropecuaria más racional, de hacerlo así, cuando hablemos de inoculantes e inoculación, no hablaremos nunca de gastos, sino que hablaremos de una excelente inversión.
Por: Ing. Agr. M. Sc. Luis A. Ventimiglia, jefe AER INTA 9 de Julio, Mesa de Nutrición Biológica (*)
(*) La Mesa de Nutrición Biológica es una iniciativa de Rizobacter que reúne a especialistas de instituciones públicas y privadas, facultades y empresas privadas cuyo objetivo es compartir y promover conocimientos sobre microbiología aplicada para el manejo de los cultivos en la continua expansión que tiene la agricultura a nivel mundial.