Durante la Jornada de Legumbres en Salta, Juan Pablo Cosentino abordó el desafío de implementar tecnología con propósito en el campo.
Salta fue sede de la Jornada de Actualización Técnica y Comercial de Legumbres, organizada por Clera. Juan Pablo Cosentino, director académico de Operaciones y Tecnología del IAE, expuso sobre transformación digital en el agro.
Cosentino inició su exposición contextualizando qué se entiende por transformación digital, y desafió a los asistentes a discernir si la incorporación de tecnología era una necesidad, un deber, una posibilidad o un deseo.
Allí, planteó si la transformación digital debía considerarse un resultado final o un proceso continuo, y explicó las razones que impulsan la necesidad de esta evolución en el ámbito agropecuario.
El profesor se refirió a los habilitadores tecnológicos, abarcando desde el “suelo al cielo”, en sus palabras, haciendo alusión a la diversidad de herramientas disponibles, desde sensores hasta drones. Pero destacó que “lo primero a tener definido es el Propósito para el cual vamos a utilizar una tecnología adecuada. Hacer lo inverso y poner la tecnología como prioridad antes que el Propósito es un error” enfatizó.
Subrayó la importancia de la conectividad como pilar fundamental para la integración de estos recursos. Un punto central de su charla fue el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el análisis inteligente de datos dentro de un contexto de transformación digital.
La digitalización: el dato como activo clave
Cosentino enfatizó que la digitalización en el sector legumbrero permite tomar decisiones fundamentadas en datos objetivos, facilitando el análisis y la compartición de información.
Esta capacidad, explicó, “mejora la trazabilidad y la gestión de procesos en el desarrollo agrícola, transformando la realidad a través de la evidencia concreta”.
La importancia de la digitalización, según Cosentino, radica en que, en el actual contexto de la Cuarta Revolución Industrial, donde la IA anidó una nueva revolución, el dato se erige como el activo fundamental sobre el cual se basan las decisiones.
“La evidencia real, no la evidencia subjetiva, la evidencia objetiva de representar la realidad a través de algún tipo de sensor en algo que sea analizable”, sostuvo. Esta capacidad de digitalizar la realidad permite moverla entre sistemas, procesarla y compartir la evidencia de manera eficiente.
La huella digital
Finalmente, el profesor, destacó que la digitalización habilita la creación de una huella digital de todos los procesos involucrados en el desarrollo agrícola. Esta huella permite entender qué se hizo, por qué se hizo, cual fue el resultado, como impactamos el suelo, el ambiente, entre otras variables, basado en evidencia objetiva y traceable.
Esto, a su vez, aporta un valor significativo al producto final, trascendiendo el concepto de trazabilidad para abarcar la totalidad del proceso.
“Ya no es una huella hídrica, una huella ambiental o una huella de carbono, sino que es una huella digital de todos los procesos involucrados en básicamente el desarrollo de la agricultura”, concluyó, subrayando que el desafío es gestionar basados en datos objetivos y no en intuiciones.