La investigación busca la recuperación de la fertilidad en suelos productivos de Santiago del Estero donde la producción agrícola tradicional ha provocado un creciente fenómeno de degradación del suelo.
Un estudio del INTA Santiago del Estero realizado en el área de riego del Río Dulce, dentro de su Campo Experimental, ha demostrado que, la adopción de la siembra directa (SD) y la rotación de cultivos puede mejorar significativamente la calidad del suelo, tradicionalmente degradado por la labranza convencional y el riego por manto, lo que representa una noticia prometedora para la recuperación de la fertilidad de los suelos en esta región agrícola clave de la provincia.
El equipo responsable del trabajo integrado por el Ing. Agr. Patricio Savino, el Ing. Agr. Néstor Gomez, la Ing. Agr. Yesica Gramajo Domínguez y el Lic. Azar Emilio indica en su estudio que lleva entre seis y ocho campañas agrícolas lograr mejoras notables de fertilidad si se produce bajo la combinación de siembra directa y rotación de cultivos.
El estudio estuvo financiado por proyectos de investigación INTA PEI058 y las redes de ensayos INTA RIST 503, en el que se analizó el impacto de diferentes secuencias de cultivos sobre las propiedades del suelo, con un enfoque particular en el carbono orgánico total (COT), un indicador crucial de la salud del suelo.
Cabe destacar que, por su relevancia y calidad, la presentación del mismo fue seleccionada entre más de 300 trabajos para ser expuesto frente a la comunidad científica en el XXIX Congreso Argentino de Ciencias del Suelo que se realizó en recientemente.
Vale mencionar que, históricamente la producción agrícola en el área de riego del Río Dulce ha utilizado prácticas convencionales para laboreo de suelo y un sistema de monocultivo para la producción de algodón. Esta combinación, sumada al riego por manto, ha provocado un creciente fenómeno de degradación tanto físico como químico y biológico de los suelos de una de las áreas más productivas de la provincia. Para revertir o solucionar esta problemática, se comenzó a implementar la combinación de siembra directa y la rotación de cultivos que ya ha mostrado resultados prometedores en otras regiones y tipos de suelo.
Metodología y resultados
El ensayo comenzó en 2013 y evaluó cinco secuencias de cultivos que incluían algodón, maíz, trigo y soja. Se utilizaron dos índices para medir la intensificación agrícola: el índice de intensificación de secuencias agrícolas (ISI) y el índice de intensificación de cultivos de cereales (ICC). Estos índices permiten relacionar la historia de los cultivos en un lote con la calidad del suelo.
Los resultados mostraron que, a partir de la séptima campaña agrícola, se establecieron correlaciones significativas entre el carbono orgánico total y ambos índices de intensificación. Esto indica que tanto la mayor cantidad de cultivos como la inclusión de gramíneas dentro de la rotación contribuyen al aumento del COT, mejorando así la fertilidad del suelo.
Implicaciones y conclusiones
El estudio sugiere que la recuperación de suelos degradados en esta región puede llevar entre seis y ocho campañas agrícolas bajo un sistema de siembra directa con rotación de cultivos que no utiliza fertilización. En este sentido, se ha evidenciado que la mayor cobertura del suelo y los aportes de biomasa, tanto aérea como radicular, son claves para incrementar el carbono orgánico total.
El trabajo también muestra que existe una gran importancia en la selección del momento en que los cultivos de leguminosa ingresan en la rotación ya que, frente a los bajos contenidos de nitrógeno edáfico, la incorporación temprana de cultivos que logren fijar nitrógeno permite un mayor rendimiento de los sucesivos cultivos.
Además, los índices de intensificación de secuencias agrícolas y de cultivos de cereales se revelaron como herramientas valiosas para entender y predecir los cambios en la calidad del suelo, lo que puede ayudar a los agricultores a planificar mejor sus rotaciones de cultivos.
Futuro de la agricultura en Santiago del Estero
La implementación de estas prácticas sostenibles no solo promete mejorar la capacidad productiva de los suelos, sino también asegurar una producción agrícola más resiliente y sostenible en el largo plazo. Los resultados de este estudio no solo ofrecen una solución viable para los problemas actuales de los agricultores locales, sino que también sirven como un modelo potencial para otras regiones con desafíos similares.
Finalmente, los investigadores subrayaron la importancia de programas que apoyen la transición hacia prácticas agrícolas que garanticen así la fertilidad física, química y biológica del suelo y la maximización de las ganancias económica de las comunidades agrícolas de una de las zonas más productivas de la provincia