Técnicos del INTA recomiendan prácticas de manejo integrado de esta plaga que afecta gravemente a las plantaciones forestales.
Las hormigas cortadoras de hojas (HCH) son el principal problema sanitario que presentan las plantaciones forestales en nuestro país. Un inadecuado manejo de la plaga puede ser limitante para el logro de la plantación, inclusive cuando esta etapa está superada, existen situaciones en que los daños pueden seguir siendo importantes (foto 1). Se mencionan registros de consumos de entre uno a dos toneladas anuales de material vegetal por nido.
Hay dos tipos de hormigas cortadoras, Atta (foto 2) y Acromyrmex, que presentan diferencias morfológicas, de comportamiento y en sus nidos. Los hormigueros de Atta (foto 3) son más grandes, tienen mayor cantidad de hormigas obreras y son más voraces. El nido puede tener varios metros de profundidad y externamente presenta un terraplén principal con gran cantidad de tierra suelta, pudiendo tener varios terraplenes de menor tamaño.
Los nidos de Acromyrmex (foto 4) son muy variables dependiendo de la especie, son de menor tamaño y por ello más difíciles de encontrar que los de Atta. En general, no forman terraplén, pero sí montículos de menores dimensiones son poco profundos, casi superficiales, a veces cubiertas con material vegetal seco. El reconocimiento de los nidos de cada género es importante para el correcto control de estos.
Manejo integrado
El manejo integrado (MI) de hormigas cortadoras contempla la prevención, el monitoreo permanente y el control mediante estrategias de bajo riesgo para el ambiente. Para prevenir que las HCH se establezcan es conveniente que el suelo tenga cobertura vegetal en su período reproductivo (primavera y principios del verano). El suelo descubierto facilita a las nuevas reinas la generación de nuevos hormigueros, y fuentes alternativas de forrajeo para las hormigas. La cobertura vegetal ayuda a la proliferación de controladores biológicos, como hongos e insectos, que en mayor o menor escala pueden tener un efecto en las poblaciones de hormigas.
El monitoreo brindará información de los niveles de presencia y daño de la plaga, al focalizar los sitios de control. Con respecto al control, existen diferentes métodos, pero el más difundido es el control químico, empleando principalmente cebos tóxicos y polvo para insuflar. Los productos para utilizar deben ser avalados por el Senasa para tal fin, y si las actividades están enmarcadas en un sistema de certificación, se deberá utilizar los principios activos y las formulaciones autorizados por la misma.
En cuanto al momento, se debe realizar al menos un control antes de la implantación. En el caso de reforestaciones es recomendable que el control sea antes de la tala rasa previa a la plantación, ya que se facilita la localización de los hormigueros. Una vez realizada la plantación, se repite el control en los puntos de presencia de la plaga durante por lo menos las dos semanas siguientes y, posteriormente, se realizan revisiones periódicas y control de nuevos hormigueros, los persistentes del control previo y los provenientes de lotes linderos. La frecuencia de estas intervenciones variará en función de la abundancia de las hormigas y de las especies en cuestión. Lo recomendable es que se hagan al menos una vez por año hasta el 3° o 4° año de la plantación. La presencia de Atta en plantaciones demanda más atención y mayores intervenciones.
Cebos hormiguicidas
Los cebos son el método de control más adecuado, ya que los productos que se utilizan tienen baja concentración de principio activo, se aplican en poca cantidad por nido y por hectárea, además, por ser sólidos granulados, son de fácil manipulación, traslado y se reduce la posibilidad de contaminación ambiental.
La dosificación por nido depende del género, en Acromyrmex se utilizan 10 gramos de cebo por cada boca activa del hormiguero y para Atta se tiene en cuenta la superficie de tierra suelta de los nidos, requiriendo la cantidad de 10 gramos por cada metro cuadrado. Estas cantidades son orientativas y se deben seguir las recomendadas por el fabricante.
Los cebos deben ser colocados a los costados de los caminos de forrajeo y, en lo posible, a una distancia de 30 cm de la/s bocas de ingreso. Si el nido tiene más de una boca activa, la dosis debe repartirse en cantidades proporcionales al nivel de actividad. Nunca introducirlos dentro de las bocas u obstruir el carril de circulación. Gradualmente aumenta la oferta en el mercado de cebos con formulados biológicos que en ciertas situaciones con baja infestación y regímenes de manejos especiales pueden ser una alternativa a los productos químicos.
Para lograr una mayor eficiencia de estos productos se deben seguir las siguientes indicaciones:
– Respetar la dosificación en función del tamaño de los nidos.
– Aplicar cuando las hormigas están trabajando.
– No aplicar en momentos previos a lluvias o en suelos muy húmedos, ya que esto afecta a la eficiencia del producto.
– No manipular directamente con las manos. Utilizar guantes y a través de envases graduados en cantidades conocidas para la dosificación.
– No almacenar o mantener cerca de otros productos que puedan contaminar con su olor (gasoil, aceites, fertilizantes, otros insecticidas, etc.).
Por: Edgar Eskiviski y Abel Scherf, EEA Montecarlo INTA
Fuente: El Tribuno Campo