BASF conversó con tres referentes que cuentan su historia de desafíos, logros, expectativas y transmiten el legado que quieren dejarle a las futuras generaciones.
Según los datos de la FAO, con igualdad de oportunidades en relación con los hombres, la producción agrícola podría crecer entre un 20 y un 30% y según ONU Mujeres, ellas representan más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola.
El agro es un espacio que, como muchos otros, ha sido tradicionalmente ocupado por hombres, sin embargo, en Argentina hay cada vez más casos de mujeres que están siendo protagonistas del cambio y abren el camino de la equidad e inclusión, aportando diversidad. Aunque queden desafíos por delante para generar más oportunidades, las mujeres rurales fueron y son pilares fundamentales del trabajo en el campo y en el desarrollo del potencial agroindustrial de nuestro país.
BASF conversó con tres mujeres argentinas del mundo del agro que contaron su camino recorrido, los desafíos que han tenido que superar y la visión que tienen sobre el presente y el futuro del agro:
Inés Amuchástegui es técnica agrícola y responsable de operaciones en Tecnocampo. Como hija de un agrónomo y una bióloga, siempre le interesó el campo. Siguió la carrera de agrónoma por vocación, trabajó en un semillero, un laboratorio genético y terminó en la empresa de producción agropecuaria de su familia.
María Soledad Aramendi, vicepresidenta de la Sociedad Rural de Rosario, nos comentó que ella siguió su camino como productora ya que debió hacerse cargo del campo familiar. Destaca que rodeándose de profesionales y capacitándose, mientras estudiaba medicina, logró rescatar su campo de la crisis y siguió por este camino.
Ivonne Rouillon preside la Fundación Camino+Conin. En su caso, su rol como mujer agropecuaria comenzó en conjunto con su marido, administrando diversas aristas de su campo. Con el tiempo se ha hecho cargo de este, de una fundación y ha logrado que su hijo continúe su legado en el campo.
Al ser consultada por los desafíos del agro respecto a la paridad de género, Inés Amuchástegui sostiene que “hay que potenciar la complementariedad entre los hombres y las mujeres para armar equipos con perspectivas diversas, que terminan siendo más productivos”.
María Soledad Aramendi e Ivonne Rouillon sostienen que año a año hay cada vez más mujeres en el mundo agropecuario. Reconocen los prejuicios de generaciones machistas y creen que es importante superar las barreras culturales con cada vez más apertura, escucha y formación. Ivonne agrega que “el aumento de mujeres que estudian carreras afines al agro permite que hoy se amplíe el rol de la mujer como productora” y María Soledad aporta que “es necesario que más mujeres rodeen este espacio, se formen y participen para construir una red más representativa, donde vayan ocupando más espacios de representación”.
Sobre los aportes que las mujeres pueden dar al mundo del agro, Inés Amuchástegui cuenta que, en su empresa, Tecnocampo, hay mujeres en todos los verticales – campo, ventas, administración y gerencias técnicas – por sus grandes capacidades y conocimientos en su área. María Soledad Aramendi, por su parte, considera que “las mujeres aportan visiones complementarias, dialogan con empatía y valoran el trabajo en red. Traccionan la innovación y la sustentabilidad, adaptándose a lo nuevo a través de buenas prácticas”.
Por su parte, Ivonne Rouvillon sostiene que la mujer además del rol como profesional, tiene un rol clave como soporte familiar en el campo. Siendo el agro una actividad donde muchas de las familias habitan en los campos o pueblos aledaños a los que trabajan, el rol de la mujer es clave para impulsar una comunidad que crece alrededor del campo.
En cuanto al legado que le gustaría dejar a las próximas generaciones, Inés Amuchástegui sostuvo que le gustaría aportar un futuro donde se animen a explorar el agro sin discriminación por género, ya que cree que en las sinergias es donde aparecen las oportunidades de crecimiento del agro como industria innovadora.
Desde su óptica, María Soledad Aramendi cree que “necesitamos un campo que se abra, para no solo trabajar tranqueras adentro, sino para generar las condiciones y políticas que deseamos como país, para sacar el agro adelante”. Agrega que la gente del agro, y en especial las mujeres, deberían comprometerse más en ocupar espacios de participación e involucrarse más en un agro que sigue el camino hacia mayor participación de las mujeres. Ivonne Rouillon, siguiendo esta línea, cree fundamental empoderar a las mujeres para que con conocimiento y capacidades equiparadas puedan reclamar el liderazgo en espacios de toma de decisión y sus derechos a la tierra, a modo de contribuir a un crecimiento económico inclusivo.
El mundo del agro está cambiando. Las mujeres tienen un potencial enorme para aportar, y gracias a representantes como Inés, María Soledad e Ivonne, hoy se sigue delineando el camino para que cada vez sean más las mujeres comprometidas con el agro en Argentina.
Fuente: BASF