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“Hace 12 años Argentina decidió no crecer en producción y procesamiento de soja”

Especialistas convocados por ACSOJA advirtieron que “el futuro de la mayor fuente de ingreso de dólares del país está en peligro”.

La semana última, en la segunda charla virtual del ciclo Soja 360° que organiza ACSOJA, especialistas advirtieron sobre los problemas que enfrenta la cadena de producción, industrialización y comercialización sojera.

Luis Zubizarreta, presidente de ACSOJA, advirtió que “la cadena de la soja argentina viene sufriendo las 7 plagas de Egipto en los últimos años, por distintos motivos hemos padecido una reducción de producción en un mundo que reclama que Argentina produzca cada vez más soja, y en general, ha sido por daño auto infligido, por políticas de Estado que desincentivaron la inversión” y añadió que “la pobre performance de la Argentina de no haber aprovechado la pujanza y el potencial de la agroindustria, hizo que la pobreza creciera, mientras que Brasil que tuvo una estrategia totalmente distinta bajó notablemente”.

Y Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de Argentina, dijo que “la cadena de valor de la soja ha sido un líder internacional, no solamente por el nivel de producción sino por la adopción de la tecnología”. “Fue uno de los primeros en adoptar la biotecnología en la década del 90. A partir de allí, los productores desarrollaron un sistema de conservación de suelo y de rotación de cultivos, denominado ‘siembra directa’ que les permitió transformarse en productores de vanguardia. Sumando a la alta tecnología de producción el proceso de desregularización de puertos, y agregando un tercer componente, como el buen servicio profesional privado, pudimos llevar los puertos a las zonas de producción. Esos tres componentes (con una demanda mundial creciente) le permitieron a la Argentina pasar de 20 millones de toneladas a más de 120, 130 millones de toneladas y a diversificar mercados” destacó y señaló que “sin embargo, desde hace 12 años, la Argentina decidió no crecer más en producción ni en procesamiento de soja mientras nuestros competidores siguieron creciendo tanto en producción como en molienda y se calcula que la Argentina perdió 43.500 millones de dólares por no permitir crecer al complejo oleaginoso, el valor de la deuda externa”.

Ivo Sarjanovic, profesor de Commodites Agrícolas de la Universidad de Ginebra, relató la gran expansión que viven los biocombustibles en los Estados Unidos por el cambio de legislación estadual en materia energética. “Hay un diesel renovable, llamado HVO, que puede reemplazar casi íntegramente al diesel fósil sin necesidad de corte alguno” describió e indicó que “en los Estados Unidos, hasta ahora gran exportador de poroto de soja, se está dando por esta situación una gran reconversión de refinerías para atender la demanda de aceites vegetales, entre los que obviamente se encuentra la soja: aun cuando no pueda precisarse todavía qué participación tendrá, puede estimarse que serán necesarias en el orden de 20 millones de toneladas de poroto de soja para este nuevo destino y, en consecuencia, la harina de soja norteamericana saldrá a la exportación en competencia con la nuestra”.

“Brasil, a su vez, también está desarrollando inversiones fabriles, por lo que se espera que caiga el precio internacional de la harina y que China venga a nuestras costas a buscar poroto, cuando hasta ahora la Argentina exportaba más subproductos y menos porotos que Brasil y los Estados Unidos” advirtió .

Y Fernando Correa Urquiza, gerente de Oleaginosas de LDC, señaló que la cadena argentina de la soja enfrenta 2 amenazas. De ésta (amenaza) más reciente y externa que hay que atender en forma temprana para evitar daños mayores, hay otra, que es silenciosa e interna: Argentina se convirtió en los últimos 12 o 15 años en un origen completamente volátil, con tantas incertidumbres y variaciones de políticas de regulación que afectan fuertemente las dinámicas comerciales” planteó y lamentó que “en soja estamos próximos a ser exportadores de materia prima, puesto que tenemos al complejo agroindustrial más grande del mundo operando al 40% de su capacidad”.

“Mientras tanto, en paralelo, Brasil llevo su producción de 70 u 80 millones de toneladas a 140 o 150 que es lo que se proyecta para el año que viene. Sin dudas, esto genera incentivos para construir molienda en origen. Innumerables países en Europa, África y Asia construyeron plantas de molienda en destino para poder programarse y anticiparse, ya que la demanda lo necesita para el crecimiento que se viene. En Argentina, en cambio, los incentivos son muy bajos, por el constante cambio de reglas y la situación de incertidumbre que se mencionó antes, sumado a la falta de infraestructura alrededor de los puertos, faltantes de energía y de gasoil como sucede actualmente. Se agrega que en relación al biodiesel hay una falta de colaboración y coordinación en las políticas entre el gobierno y el sector agrícola” advirtió y lamentó que “Argentina cuenta con una de las agroindustrias más eficiente del planeta, por todas las fortalezas que ya fueron enumeradas respecto a la productividad, la hidrovía, la posibilidad de tener energía a niveles competitivos, la logística cercana, entre otros factores pero todos estos conceptos son los que hoy están amenazados”.

Finalmente, los expositores coincidieron que “Argentina debería haber trabajado como país, como sector y como industria en estrategias para tener acceso a los mercados demandantes de biodiesel más importantes de Europa y Estados Unidos, pero no ha sucedido. Por el contrario, Estados Unidos y Brasil tomaron un camino completamente distinto incentivando el desarrollo de los biocombustibles” y plantearon que “Argentina tiene un rol muy importante y se podrían revertir algunos factores para mantenerse competitivos en este nuevo escenario: la digitalización de la producción agropecuaria, incentivar la mayor productividad, ofrecer estabilidad macroeconómica, créditos a la producción, mejorar la infraestructura y considerar la sustentabilidad del negocio, entre otras”.