Detener la propagación de esta plaga se ha convertido en una prioridad mundial. La FAO brinda directrices que ayudan a los países a limitar su propagación.
El gusano cogollero del maíz es una de las plagas de plantas más peligrosas del mundo, ya que se alimenta de más de 80 cultivos y afecta a la sanidad vegetal en más de 70 países, aunque existe un alto riesgo de que pueda llegar a muchos más.
Las regiones a las que el gusano cogollero no ha llegado o donde su propagación es escasa se pueden contar con los dedos de una mano. Debido a las condiciones favorables de Europa meridional, el Pacífico sudoccidental, el Cercano Oriente y África del Norte, los países de estas regiones tienen un riesgo muy elevado de sufrir daños graves si el gusano cogollero llega a su territorio.
Muchos países y regiones del mundo ya han determinado que es prioritario detectar y prevenir la plaga del gusano cogollero, porque se reproduce a una velocidad increíble y porque, una vez establecida, es prácticamente imposible de erradicar. Trabajar para detener su propagación se ha convertido en una cuestión importante para todo el mundo.
Por ese motivo, la FAO y la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) han elaborado unas nuevas directrices sobre prevención, preparación e intervención para limitar la propagación del gusano cogollero por todo el mundo. En estas directrices se ofrecen medidas y actuaciones armonizadas a escala mundial que los países pueden adoptar para minimizar la propagación de la plaga y proteger su territorio.
Son cinco las medidas que los países pueden adoptar en el presente para prevenir la infestación.
Invertir en prevención
Prevenir es mejor que curar. Eso es especialmente cierto en el caso del gusano cogollero, ya que una vez ha llegado a un nuevo territorio, lo único que pueden hacer los países es controlar su presencia y gestionar los daños que provoca. Los países deberían establecer planes de prevención y preparación mientras la plaga aún no haya llegado. Consulte las directrices para encontrar los elementos importantes que deben incluir en este plan. Invertir en prevención ahorra recursos técnicos y financieros a los países.
Evaluar el riesgo
El gusano cogollero provoca pérdidas de rendimiento por valor de 9.400 millones de dólares anuales solo en África. A partir de las estimaciones de 12 países africanos, se calcula que en el continente se podrían llegar a perder 17,7 millones de toneladas de maíz al año, con las que se podría alimentar a decenas de millones de personas, si esta plaga no se previene ni se gestiona debidamente. El gusano cogollero del maíz se alimenta de más de 80 cultivos, entre ellos el maíz, el trigo, el sorgo, el mijo, la caña de azúcar y el algodón, y podría tener consecuencias devastadoras en la seguridad alimentaria y los medios de vida. Para evitarlo, los países pueden analizar el riesgo de plagas para determinar las posibles vías de entrada del gusano cogollero y reforzar las medidas fitosanitarias que se vayan a adoptar para combatirlo.
Coordinarse y cooperar
Más de 180 países de todo el mundo se reúnen cada año para adoptar normas internacionales de sanidad vegetal y determinar las medidas necesarias para garantizar que las plantas y los cultivos que entran en un país no contienen plagas que estén sujetas a cuarentena. Cuando un país sabe que tiene un riesgo elevado de introducción del gusano cogollero del maíz, debería actualizar la situación de la plaga y la lista de productos básicos sujetos a requisitos fitosanitarios de importación. Esta medida es crucial para comerciar con plantas y productos agroalimentarios de forma segura y evitar la introducción de plagas con productos, vehículos u otros medios.
En la actualidad, los países de las regiones de Europa meridional, el Cercano Oriente y África del Norte y el Pacífico tienen un riesgo muy elevado de introducción del gusano cogollero.
Detenerlo en las fronteras
Los funcionarios de fronteras deben estar bien capacitados para impedir la entrada del gusano cogollero por todas las vías posibles. Afortunadamente, el gusano cogollero se puede detectar e identificar sin ningún equipo especial. Basta observar detenidamente con una lupa de mano para detectar esta plaga, incluso en sus fases más tempranas. Los inspectores de fronteras deberían examinar el envés de las hojas para detectar la presencia de huevos y utilizar trampas de feromonas durante la inspección. Los gusanos adultos se pueden encontrar en productos básicos que se transportan y se refrigeran; los laboratorios de diagnóstico también pueden confirmar la presencia de la plaga a partir de los ejemplares encontrados.
Un buen ejemplo de estas medidas son las inspecciones fitosanitarias de los envíos realizadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en los puntos de entrada, gracias a las cuales se pudo interceptar el gusano cogollero en productos destinados a Europa. Entre estos productos figuraban pimientos dulces y chiles, berenjenas, espárragos, maíz, rosas cortadas y otras especies de plantas que no son hospedantes principales del gusano cogollero. Según las estimaciones de la EFSA, más de 1 millón de larvas podrían entrar en la Unión Europea cada año con productos hospedantes.
Dar a conocer el riesgo
La comunicación es decisiva, no solo para controlar y gestionar el gusano cogollero antes y después de la incursión, sino también para compartir información y mejores prácticas que puedan ayudar a los países a adoptar las medidas apropiadas para combatir la plaga. Es fundamental elaborar estrategias de comunicación de los riesgos de plagas y programas de concienciación de las partes interesadas, a fin de ayudar a los agricultores, los productores y el sector en general a estar preparados en caso de introducción del gusano cogollero. Los organismos gubernamentales y las organizaciones de protección fitosanitaria pueden prestar asesoramiento técnico sobre cómo identificar al gusano cogollero y cómo notificar su presencia a las autoridades nacionales.
Por ejemplo, el servicio de protección fitosanitaria de Lombardía (Italia) ha habilitado una aplicación móvil para que los ciudadanos y los profesionales participen en la prevención de plagas y la alerta rápida. Con la aplicación FitoDetective, las personas pueden aprender más sobre plagas, incluida la del gusano cogollero, y enviar informes, que serán verificados por los inspectores fitosanitarios locales.
Prevenir la propagación del gusano cogollero y otras plagas dañinas a nuevas zonas es una tarea de alcance mundial. Al aplicar las directrices de la FAO y la CIPF sobre prevención, preparación y respuesta ante el gusano cogollero, los países pueden hacer un esfuerzo colectivo para minimizar las pérdidas de alimentos y medios de vida y proteger la sanidad vegetal en el mundo.
La situación en Argentina
Para la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM), el gusano cogollero es una de las plagas más importantes del maíz en nuestro país, generando daños en cualquier estadio del cultivo, dependiendo de la fecha de siembra y región. “En Argentina esta plaga completa 3 a 4 generaciones por año y cada hembra desova varias veces, pudiendo llegar a producir entre 500 y 2000 huevos”, dice la REM.
Con la introducción al país de maíces transgénicos con protección contra insectos (Bt) se pudo ampliar la fecha y región de siembra en el área agrícola nacional; sin embargo, como ocurre con otras herramientas, su uso repetido y manejo inadecuado está conduciendo a la selección de individuos resistentes. “Un manejo integrado de plagas basado en la combinación de estrategias será esencial para frenar este proceso”, destacan desde la REM.
Con el objetivo de difundir información sobre estrategias de manejo de esta plaga, la REM desarrolló junto al Programa Manejo de Resistencia de Insectos (MRI) e IRAC Argentina el manual “Cogollero: bases para su manejo y control en sistemas de producción”, en que se destacan los siguientes puntos:
– Planificar el cultivo, ya que el ataque de Spodoptera frugiperda está influido por el cultivo anterior, el manejo del barbecho, la presencia de malezas, la fecha de siembra y el material sembrado, entre otros factores.
– Monitoreo frecuente y accionar rápido -antes de que las larvas ingresen al cogollo- son otras de las claves a considerar. El monitoreo adecuado incluye la correcta identificación de los daños: corte de plantas, defoliación, perforaciones en tallos o daño en espigas, habiendo una marcada preferencia por los cogollos de plantas jóvenes. Las larvas pequeñas y medianas pueden raspar la epidermis de las hojas y causar defoliaciones leves, mientras que las de últimos estadios pueden cortar plantas pequeñas y causar defoliaciones de leves a severas. También pueden alimentarse de tallos o espigas según el ciclo del cultivo.
– Ante la necesidad de utilizar insecticidas se recomienda rotar modos de acción entre ventanas de aplicación. Cada ventana dura 30 días y refleja aproximadamente el tiempo generacional de la plaga. La eficacia de control lograda con insecticidas puede variar entre 20 y 80 % según las condiciones ambientales y el tamaño de las larvas.
– Correcta elección de la técnica y tecnología de aplicación, lo que determina la acción o no de productos de comprobada eficiencia. Por lo tanto, el entendimiento de los factores que intervienen en el proceso de aplicación es determinante.
Fuente: El Tribuno Campo