Una start up salteña utiliza el micelio de hongos y residuos agroindustriales como materia prima para desarrollar productos sustentables.
El pasado martes 26 de septiembre, se realizó la entrega de la Mención Especial Fundación Arcor como parte del Premio Arcor a la Innovación, una iniciativa, desarrollada por Grupo Arcor en colaboración con Fundación Arcor y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, que tiene como objetivo impulsar proyectos innovadores capaces de transformar la industria de la alimentación.
El busca poner en valor la investigación del sector científico-tecnológico y del ecosistema emprendedor, promoviendo la transferencia de sus resultados a la industria alimentaria. En esta edición, la convocatoria fue emprendedores, investigadores, pymes y organizaciones sin fines de lucro, para que presenten proyectos innovadores de base científica y/o tecnológica para el sector alimenticio. Se recibieron más de 230 proyectos de diferentes puntos del país.
El Proyecto Ganador fue Kresko RNAtech, la Mención Especial Fundación Arcor fue para Brear Argentina, proyectos que integraron el grupo de cinco finalistas que se completó con Fungipor, Banco de Residuos e Innova Space.
La bióloga Ayelen Malgraf, directora y fundadora de Fungipor, conversó con El Tribuno Campo y dio detalles sobre esta start-up salteña que bio-fabrica envases y embalajes usando como materia prima el micelio de hongos y residuos agroindustriales, bajo los principios de la economía circular.
¿Cómo nació Fungipor?
Fungipor surgió a partir de otro emprendimiento, que llevamos adelante desde hace más de 15 años, llamado “Hongos del Valle”, donde cultivamos hongos comestibles en la localidad de Cerrillos.
¿Por qué decidió trabajar con hongos?
Al estudiar Biología, siempre me atrajo la rama de la Micología. En realidad, desde muy pequeña me contagiaron el interés por los hongos mis abuelos. Yo nací en Entre Ríos, y ellos solían recolectar hongos, así que siempre nos llevaban a todos los nietos. A mí me fascinaba este mundo y creo que esa pasión se originó ahí.
Cuando llegó el momento de elegir las materias optativas en Biología, siempre seleccioné aquellas relacionadas con la Micología.
Primero lo encaró los hongos desde la óptica de un recurso alimentario, pero ¿cómo surge la idea de utilizarlos para reemplazar plásticos?
Exacto, primero como alimentos, pero en 2018 empezamos a investigar y vimos que en otros países estaban utilizando los hongos como reemplazo de plásticos de un solo uso -como el Telgopor-, si bien no son los mismos que consumimos, son otro tipo de hongos con características biológicas que lo hacen resistente y apto para este propósito.
¿Cómo el hongo se convierte en un material que se usa en envases o embalajes?
Para entenderlo primero hay que saber que cuando vemos un hongo, como un champiñón, estamos viendo la parte reproductiva. Pero debajo, en lo que no vemos, está el micelio, que es la parte vegetativa del hongo. El micelio se comporta de manera similar a las raíces y se alimenta del sustrato en el que crece.
Para hacer este reemplazo de los plásticos, utilizamos y aislamos el micelio en el laboratorio y lo combinamos con residuos agroindustriales para generar estos biomateriales. Se forma una masa, que luego de estar incubada por siete días se pone blanca, y se puede moldear según nuestras necesidades.
¿Cómo contribuye el micelio en la formación de este material?
El micelio crece y aglutina las partículas del sustrato, actuando como un aglutinante natural. Esto da como resultado una masa compacta que luego se somete a un proceso de secado, deshidratándola hasta en un 80 % y el resultado son estructuras resistentes que pueden reemplazar otros productos. Por ejemplo, en Estados Unidos, la empresa Dell ya utiliza los bordes de las computadoras hechos a base de micelio, lo que demuestra que es un material resistente.
Nosotros hicimos pruebas en el Instituto de Tecnología Industrial (INTI) y su resistencia es similar a la de un Telgopor de los gruesos.
¿De qué manera se produce un gran volumen de micelio?
Trabajamos en el laboratorio en una autoclave donde se esteriliza el sustrato y el micelio. Solo necesitamos alrededor del 1 o 2 % de micelio en el sustrato que inoculamos, por lo que no se necesita una gran cantidad del mismo. Para escalar la producción se pueden utilizar fermentadores para crear este medio líquido y, así, disponer de una mayor cantidad de sustrato.
Recientemente tuvimos una reunión con una empresa llamada Lince, de nutrición animal, y la empresa Porta, para hacer un convenio con ambas para estudiar otros tipos de residuos agroindustriales y no depender solo de los residuos del poroto, que es lo que utilizamos actualmente, y que este año hubo escasez debido a la sequía, afectando nuestra producción.
Por lo tanto, estamos investigando una variedad más amplia de residuos agroindustriales, algunos de los cuales carecen de uso aparente, como las cáscaras de nueces.
¿Se podrían utilizar residuos de la industria del tabaco?
Aunque no lo hemos probado al residuo del tabaco, sí existen investigaciones donde se han realizado pruebas. Sin embargo, acceder a estos residuos a menudo requiere acuerdos con las empresas debido a ciertos requisitos, por lo que estamos explorando asociaciones para poder obtener estos residuos y avanzar en nuestras investigaciones.
Estamos hablando de un proceso de producción totalmente sustentable…
Nuestro proceso de biofabricación es circular, ya que utilizamos residuos y el producto final es compostable. Las personas pueden descomponer el material en su hogar, mezclándolo con tierra o incorporándolo a una compostera. De esta manera, no generamos residuos.
¿Cómo planea escalarlo la producción y cuándo cree que podría lograrlo?
Además de las alianzas que hicimos con las empresas que mencionaba, estamos terminando una maquinaria que nos permitirá escalar la producción y moldear el sustrato en diferentes formas.
Actualmente, estamos trabajando con una empresa de envases en Buenos Aires, fabricando cunas de vino y whisky, que se entregan a los socios premium de American Express, como una forma de comunicar la sustentabilidad a través de este material.
Las empresas están buscando incorporar nuevos materiales sostenibles.
¿Cómo se financia este proyecto?
Recibimos un financiamiento estatal, que ya hemos utilizado para cumplir los objetivos de una etapa y ahora estamos buscando financiamiento para la segunda parte del proyecto, así que estamos explorando oportunidades de financiamiento.
¿Hongo del Valle sigue su marcha?
Sí, sigue funcionando casi de manera autónoma, gracias a las personas que trabajan con nosotros. Actualmente, cultivamos gírgolas y comercializamos champiñones. A futuro, queremos también cultivar champiñones en Cerrillos.
Durante mucho tiempo Hongo del Valle fue fundamental para desarrollar Fungipor.
El equipo
Fungipor se completa con Roberto Gómez cofundador y a cargo de la gestiona Procesos Productivos; Macarena Albarracín, cofundadora y encargada del área de Diseño. Además, Vanessa Rivas desarrolla la Sustentabilidad y Comunicaciones, Alicia Cartaman la gestión y administración, y Daniel Villa la fabricación 3D.
Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor
Fuente: El Tribuno Campo