A través de un mapa abierto y colaborativo, investigadoras visibilizan las iniciativas de todo el país. Buscan crear redes para potenciar la actividad y remarcan el rol de la participación de las comunidades locales.
En las últimas décadas se degradaron muchos ambientes de la Argentina. Como respuesta, surgieron iniciativas que buscan restaurarlos. Investigadoras de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) elaboraron un mapa abierto y colaborativo sobre el que ya se registraron más de 200 proyectos de restauración ecológica. Resaltan el fuerte protagonismo de las comunidades locales y la concentración de las iniciativas cerca de las ciudades. Tienen como horizonte fomentar las redes de colaboración entre restauradores de todo el país.
“Sabíamos que había muchos proyectos de restauración en distintas partes de la Argentina, pero no los teníamos todos juntos en un mismo lugar. Por eso, compartimos una encuesta para que respondan quienes participan en este tipo de iniciativas”, comentó Cecilia Molina, docente de Fertilidad y Fertilizantes (FAUBA).
“Queremos conocer cuántos proyectos de restauración ecológica hay, dónde están y su vínculo con las ecorregiones y con las zonas urbanas. También si surgieron desde la comunidad o desde instituciones gubernamentales o académicas”, señaló Molina.
Para Cecilia, el resultado principal del trabajo fue un mapa colaborativo y de acceso libre que muestra más de 200 proyectos de restauración. “Buscamos visibilizar estas iniciativas y fomentar la interacción entre quienes se consideran restauradores. También brindar información a las personas que quieran sumarse y a los tomadores de decisiones”.
Manos a la restauración
Natalia Rodriguez, también docente de Química Inorgánica y Analítica (FAUBA), señaló que encontraron una gran diversidad de restauradores y de proyectos, y los diferenciaron en dos grupos. “Cuando las instituciones gubernamentales llevan adelante la gestión, las llamamos ‘de arriba hacia abajo’. Cuando es la comunidad local, una ONG o una asociación civil que empuja la restauración, la llamamos ‘autogestionados’”.
“Para nuestra sorpresa, vimos que casi el 40% de las iniciativas que registramos fueron autogestionadas. Hay muchas personas que se perciben restauradoras y ponen manos a la obra, no esperan el acompañamiento de las instituciones gubernamentales. El principal problema que señalan para realizar sus actividades es la falta de financiamiento. A pesar de eso, activan a pulmón”, remarcó Natalia.
Además, afirmó que la concentración de iniciativas varía según la zona. “Las ecorregiones Pampa, Chaco Seco y Espinal concentran una gran cantidad de proyectos, sobre todo cerca de zonas urbanizadas como el AMBA y Córdoba; en general, son autogestionadas. En ecorregiones menos accesibles por falta de caminos o por su menor cercanía las ciudades, hay menos proyectos y suelen requerir el apoyo de una institución estatal. En general, son ‘de arriba hacia abajo’”.
Una definición local
Rodriguez, quien además es becaria doctoral del Conicet en el Museo de Cs. Naturales ‘Bernardino Rivadavia’, se refirió a la complejidad del concepto de restauración: “La definición más reconocida dice que es toda actividad que intenta acercar un ecosistema a su estado original de flora y fauna, estructura o funcionamiento. Pero esa definición suele contrastar con la realidad. Es difícil de aplicar en áreas urbanas o muy degradadas, y no siempre refleja la voluntad de la comunidad local”.
En este sentido, agregó: “Por este motivo, surgió el concepto de gradiente de actividades restaurativas. En un extremo está la restauración más ‘tradicional’, y en el otro están las actividades que buscan eliminar algún estrés sobre el ecosistema y recuperar alguna función, pero no necesariamente su composición o a su estructura original. Muchos de los proyectos que mapeamos se encuentran cerca de este último extremo del gradiente”.
Rodriguez y Molina, quienes integran la Comisión de Mapeo del Nodo Pampas de la Red de Restauración Ecológica de Argentina, coincidieron en que quizás se requiera una definición más propia y local de la restauración.
Redes más grandes, más fuertes
Cecilia Molina, también docente de la Universidad Provincial de Ezeiza, puntualizó: “Somos muchas personas y redes interesadas en la naturaleza y llevamos adelante diversas actividades restaurativas en diferentes espacios. Desde vecinos que plantan especies nativas hasta ONG que buscan remediar la contaminación de algún sitio particular”.
Para cerrar, Molina comentó que esperan que se sigan sumando proyectos al mapa y que los que ya se sumaron actualicen cómo viene avanzando su proyecto. “Al conocer más detalles de los casos, quizás dentro de la red se puedan realizar recomendaciones alternativas a las técnicas de restauración que se están usando”.
Por: Sebastián Tamashiro, SLT Fauba.