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El impacto del El Niño en la agricultura: desafíos y oportunidades

La transición de El Niño a una fase moderada se convierte en un factor clave en la agricultura de nuestro país, especialmente en el contexto del cambio climático, lo que impulsa la necesidad de desarrollar estrategias de mitigación.

El Niño se ha convertido en una pieza crucial en la ecuación que moldea la producción agropecuaria en la región núcleo de Argentina. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario se viene monitoreando de forma muy pormenorizada, generándose diversas actualizaciones sobre su influencia en la campaña agrícola 2023/24, así como los desafíos y oportunidades que enfrentan los productores en este escenario dinámico.

Las palabras de Cristian Russo, jefe de GEA (Guía estratégica para el Agro), resuenan en este análisis. GEA, un servicio proporcionado por la Bolsa de Comercio de Rosario, es conocido por su contribución en la toma de decisiones de los agentes de la comercialización de granos. Según Russo, El Niño es un fenómeno complejo que va más allá del cambio de temperatura en una zona precisa del Pacífico. El índice trimestral de El Niño no solo mide la temperatura, sino que también considera otros factores, como los vientos, que influyen en el transporte de humedad hacia la región sur de América.

Los mercados agrícolas han encontrado en este índice una herramienta crucial para anticipar el comportamiento climático a seis meses vista. La última información indica que estamos experimentando una transición, con El Niño pasando de una fase fuerte a una moderada.

Esta evolución de El Niño tendrá implicaciones directas en la temporada agrícola 2023/24 en la región núcleo, a partir de octubre. Los productores agrícolas enfrentan desafíos considerables debido a la falta de agua. Si bien las previsiones iniciales proyectaban un fenómeno El Niño fuerte, la realidad actual muestra una moderación. Esto significa que, si bien habrá un aporte de humedad a la región, otros factores como efectos regionales cobrarán mayor relevancia en las precipitaciones.

Un informe reciente de GEA señala que la posibilidad de sumar 300,000 hectáreas a la siembra maicera parece cada vez más lejana debido a la falta de agua. La estrategia de siembra se ve influenciada por las lluvias de agosto y septiembre, y la siembra tardía se considera cada vez más como una alternativa viable. Los costos elevados y el atraso en las lluvias también afectan la compra de insumos, como fertilizantes, lo que impacta la rentabilidad de los productores.

En cuanto a los rendimientos del maíz tardío en la campaña 22/23, los resultados han sido decepcionantes, con una caída significativa en las expectativas. La falta de agua ha llevado a una pérdida del 70% de la productividad potencial en comparación con un año normal. Los pronósticos a corto plazo muestran poca probabilidad de precipitaciones significativas en la región pampeana durante la primera quincena del mes, lo que agrega incertidumbre a la situación.

A pesar de estos desafíos, hay un rayo de esperanza. El Niño moderado sigue presente, y su contribución de humedad será crucial para compensar las deficiencias causadas por la sequía. Si bien la intensidad del fenómeno ha disminuido, su presencia es un activo valioso para los agricultores.

En conclusión, El Niño y su evolución actual tendrán un impacto directo en la producción agropecuaria en la región núcleo de Argentina. A pesar de la falta de agua y los desafíos que enfrentan los productores, la presencia de El Niño moderado ofrece una oportunidad para mitigar los efectos de la sequía. La planificación cuidadosa, la adaptabilidad y la atención a las condiciones climáticas en constante cambio serán clave para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades en esta temporada agrícola.