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El agro de fiesta: Día del Productor Agropecuario

Historias de vida en Mendoza, Chaco y Salta muestran cómo el compromiso con el suelo, el agua y las buenas prácticas es parte del futuro del campo argentino.

Este lunes 8 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Productor Agropecuario, una fecha que busca destacar el rol de quienes, con su trabajo cotidiano, sostienen una de las principales actividades económicas del país.

En ese marco, la asociación CampoLimpio puso en valor la tarea de los productores que combinan tradición, innovación y conciencia ambiental para asegurar la sustentabilidad del sector. A través de historias de vida en distintas regiones, la entidad subraya que el accionar responsable de los agricultores es clave para el desarrollo competitivo y sostenible del agro argentino.

En Mendoza, Belén Scarel produce distintas variedades de duraznos en la zona de Tunuyán. “Hace tres años, nos incorporamos con mi hermano a la empresa familiar para dar continuidad a la actividad frutícola que iniciaron mis padres, dejando de lado nuestras profesiones, para llevar a cabo la hermosa tarea de producir”, explicó. Destaca la necesidad de adaptarse al cambio climático y a las innovaciones de los procesos productivos, y afirmó: “Es muy importante llevar un registro completo de todas las acciones que se realizan en la finca; de esta forma, es posible optimizar recursos como el agua”.

Belén Scarel productora mendocina

En Charata, Chaco, Héctor Luis Solé cultiva soja, maíz, sorgo, trigo y girasol. “Somos generadores responsables y eficientes de productos que alimentan a la sociedad”, afirma. Agrega: “Prestar atención a la sustentabilidad de los procesos significa cuidar nuestro recurso más importante, que es el suelo. Allí comienza todo; es la base del lugar donde vivimos”. Para ello, realiza cultivos de servicio, siembra directa y labranza mínima.

En Salta, en la región de Anta, desde el equipo de agronomía del LIAG dedicado a la producción agrícola, y en menor medida a la ganadera, afirmaron: “Ser productor significa evaluar, planificar, organizar y dar seguimiento”. En tal sentido, añadieron que “para no apartarnos de este objetivo, hacemos foco en cumplir con certificaciones internacionales e internacionales de buenas prácticas agrícolas y capacitarnos constantemente”.

A pesar de la distancia geográfica, los protagonistas coinciden en que seguir profundizando hábitos con impronta ambiental es primordial. “Aportar nuestro granito de arena hace la diferencia, tiene efectos concretos, que se materializan en un curso de agua potable, en suelos sanos, en la posibilidad de acceder a mercados que demandan buenas prácticas”, aseguró Héctor Solé. Por su parte, Belén Scarel llamó a “que la pasión por la tierra y por nuestra actividad nos una para hacer las cosas bien, dejándole, de esta forma un legado a las futuras generaciones”. El equipo de ingenieros agrónomos del LIAG sumaron: “con hechos simples, por más mínimos que parezcan, aportamos a mejorar el desempeño de la actividad en su faceta económica, social y ambiental”.

El compromiso con los envases vacíos

La gestión responsable de envases vacíos de fitosanitarios es otro punto de coincidencia entre los productores. Belén Scarel subrayó que su establecimiento los gestiona “para cumplir con la normativa vigente, pero, sobre todo, para aportarle valor al sector, impulsando un cambio de conducta”. Para Héctor Solé, se trata de “un eslabón vital para el cuidado del ambiente; con algo tan simple como la correcta limpieza de un envase y su entrega, uno puede convertir un residuo en materia prima que vuelve a la industria”. En tanto, desde LIAG aclararon que “el certificado ambiental emitido por el sistema de gestión de envases es un dato requerido por las certificaciones, a la vez que permite llevar un control de la entrega y contribuye con el cálculo de la huella de carbono”.

El sistema de gestión de envases, amparado por la Ley Nacional 27.279 y articulado por CampoLimpio junto a las autoridades provinciales, abarca toda la cadena de valor y ya ha recuperado más de 20 millones de kilos de envases del campo argentino. Su despliegue territorial incluye más de 90 Centros de Almacenamiento Transitorio (CAT), jornadas de recepción y capacitaciones en 22 provincias. El productor tiene un rol fundamental: acercar los envases a los CAT o a las jornadas de recepción, asegurando su triple lavado o lavado a presión, para que puedan reciclarse y revalorizarse de manera segura. Con este accionar, los productores demuestran día a día su compromiso con un agro responsable, la protección del ambiente y un futuro sostenible para el país.