El analista de mercados Adrián Seltzer, examina los efectos de las medidas del Gobierno nacional que llevaron el “dólar soja” a $ 200.
Según los indicadores publicados por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) al 1 del actual, el FOB de la soja up river promediaba los 597 dólares por tonelada. Teniendo en cuenta los derechos de exportación, el FAS teórico al que arribó dicha institución fue de US $381 dólares. Y si a ese valor le sumamos los US$ 197 dólares de las retenciones arribamos a un FAS teórico, sin retenciones, de US$ 578 por tonelada.
¿Y si jugamos un poco con estos números?
Si tomamos el valor en dólares del FAS teórico con retenciones (US$ 381) y agregamos un dólar de $ 200 llegamos a un precio final en pesos teórico al productor de $ 76.200. Y si hacemos el mismo ejercicio con el FAS teórico sin retenciones (US$ 578), con el dólar Banco Nación del 1º de setiembre, de $ 138,83, el valor teórico al productor al que arribamos es de $ 80.244, apenas un 5% por encima del valor al que llegamos con el tipo de cambio propuesto y dispuesto para la oleaginosa por el ministro de Economía, Sergio Tomás Massa.
Por ende, podemos decir que por casi un mes el agro tiene un dólar diferencial o que por casi un mes el sector tiene la chance de vender soja “casi” sin retenciones.
Quizás una quita temporal de retenciones debe pasar por el Congreso de la Nación. Quizás no sea bien visto por algunos sectores de la sociedad. Quizás no encuadra dentro del acuerdo firmado con el FMI. O quizás existe una cuestión de marketing, por la cual se vende mejor la idea si la propuesta es vender con un dólar “caro” de $ 200 y comprar insumos con un dólar “barato” de $ 140, lo que mejora la relación insumo/producto de cara a la próxima campaña. “Venda ya y pase a insumos”.
Sea por la razón que sea, tenemos soja con una baja tasa de exportación, ahora habrá que ver cómo se hace para regresar al punto de partida del 33% de retenciones en unas pocas semanas y quién vende a partir de ahí, ¿o se habrá sentado un precedente?
El maíz y el trigo
El maíz discriminado dice: ¿Y mis dólares no valen?
Esto se hace con la soja por diferentes razones, entre ellas podríamos considerar que las más destacadas son dos: la primera, que el consumo relativo de soja en el nivel local es muy bajo, por ende, el impacto debiera ser escaso (enseguida lo vemos), y la segunda, si lo que en realidad se hizo fue dejar las retenciones rayando 0, al tener la soja una tasa del 33% es donde mayor impacto se puede mostrar en los precios.
Si hacemos con el maíz el mismo ejercicio que con la soja, tomando FAS teórico y dólar del 1º de setiembre, el maíz sin retenciones y un dólar de $ 138,83 rondaría los $ 36.100, versus los $ 31.600 que se pagaron, apenas un 14% arriba, en línea con el nivel de retenciones actual, del 12%. No es tentador y, por otra parte, el impacto en alimentos es potencialmente más alto.
El trigo no vale la pena analizarlo, ya que a esta altura el saldo exportable es escaso y no generaría un ingreso masivo de divisas, además de tener un impacto importante en la canasta básica de alimentos.
¿Estamos seguros de que esto no va a generar inflación en alimentos? Claro que podrán seguir excusándose en los problemas globales de inflación, siempre hay alguna excusa donde refugiarse, pero somos los principales exportadores de harina de soja, un componente fundamental para la producción de proteína animal, ni más ni menos que aves (tanto para carne como para huevos), cerdos, vacunos que se terminan en feedlots y vacas del tambo. No solo las gallinas chinas y los cerdos chinos comen harina de soja, los nacionales también lo hacen y si sube el precio al que se exporta este derivado de soja se reflejará en el ámbito local, por ende, mayores costos y suba de precios en la góndola.
¿Y la polenta? Este producto tan malamente estigmatizado en memes, puede que no se quede afuera. Es harina de maíz, del mismo maíz que complementa a la harina de soja en la dieta de todos los animales mencionados en el párrafo anterior. Y si bien dijimos que la baja de retenciones (o suba del tipo de cambio) es solo para la soja, las cotizaciones no actúan en forma aislada.
Si el jueves pasado, previo al feriado, el maíz se negociaba en $ 31.600 y la soja en $ 52.000, y el lunes el maíz se mantuvo en niveles de precios similares, pero la soja escaló más del 40%. ¿Adivinan qué va a privilegiar el productor a la hora de vender? Sí, la soja, claramente.
La exportación puede, quizás, concentrarse por unas semanas en el complejo soja, pero ¿cómo le explicamos a la ponedora de Campana o a la lechera de Rafaela, que tiene que dejar de comer maíz por unas semanas? No lo va a entender, pero el productor avícola y el tambero sí entienden que para hacerse de maíz va a tener que competir con la suba de la soja. ¿Como? Simplemente ofreciendo mejores cotizaciones.
Pero hay más. Se prorrogó el corte obligatorio de gasoil con un 12,5% de biodiésel. Si sube el tipo de cambio con el que se compra la soja y con el que se exporta el biodiésel, también se debería ajustar lo que se le paga a quienes proveen de este combustible al mercado local. Si el precio de la soja sube más del 40%, el 12,5% de esto no es ni más ni menos que un 5%. ¿Acaso tendremos en breve una suba de esta cuantía en el valor del gasoil? Porque si suben los combustibles, suben los fletes y siempre esas subas terminan por impactar en las góndolas.
En el fondo, todo esto se hace para conseguir un anticipo financiero a tasas altísimas para comprar tiempo. A esa tasa altísima se corre el riesgo de tener que sumarle el costo de los daños colaterales. De todas formas, quizás no hay que preocuparse por nada de esto, ya que es temporario y si suben algunos precios en septiembre seguramente en octubre van a volver a bajar…
Por: Por Adrián Seltzer, analista de mercados, seltzeradrian@gmail.com
Fuente: La Nación