Gensus y Bioheuris mejorarán variedades de este cultivo con edición génica CRISPR.
Bioheuris, un startup de agrobiotecnología que utiliza biología sintética y edición génica para combatir malezas, y Gensus, el semillero del norte argentino que produce y comercializa semilla fiscalizada de algodón, anunciaron una asociación para desarrollar en este cultivo variedades resistentes a herbicidas.
Se trata del primer desarrollo de investigación con edición génica en algodón llevado adelante por dos Pymes nacionales que unen sus esfuerzos para ofrecer nuevas tecnologías adaptadas al mercado local.
A diferencia de los eventos GM (genéticamente modificados), la edición génica CRISPR mejora los propios genes del cultivo y podría posicionar al país como un líder mundial en algodón, aplicando técnicas de punta y con proyección internacional.
“Para introducir la nueva resistencia usaremos edición genómica, que en nuestro laboratorio nos permite cambiar en forma precisa y dirigida unas pocas bases del genoma de las plantas sin introducir ADN foráneo”, indicó Lucas Lieber, Gerente General y co-fundador de Bioheuris.
“Estos cultivos no son transgénicos y su aprobación regulatoria es más simple y rápida porque los cambios que estamos introduciendo pueden ocurrir en la naturaleza, aunque en baja frecuencia y ocultos a los ojos de nuestros científicos”.
Argentina es el primer país en contar con una normativa específica para productos obtenidos a través de estas tecnologías, un marco regulatorio modelo que ha sido replicado por los principales países del mundo.
“Esta alianza con Bioheuris se alinea con nuestro propósito como empresa de acercar la mejor genética y tecnologías a los productores de algodón y que se suma al convenio con INTA para la introducción de nuevas variedades” indicó Pablo Vaquero, presidente de Gensus.
“Se viene avanzando en el reconocimiento en el valor de las tecnologías por parte del productor algodonero y es lo que nos alienta a invertir en edición génica local adaptadas a las necesidades de una economía regional y sectorial de gran impacto como la del norte argentino”, concluyó Pablo Vaquero.
El mercado local experimenta un fuerte atraso tecnológico en semillas, con sólo dos tecnologías GM en variedades comerciales de algodón, ambas aprobadas en el país hace más de 20 años. De los cuatro eventos de resistencia a herbicidas en algodón disponibles en el mundo, los productores argentinos sólo pueden aprovechar uno. Este es uno de los factores que explican que los rendimientos en algodón estén muy lejos de los obtenidos por los principales productores como Estados Unidos, Brasil y Australia.
Impacto de las malezas en el rendimiento del algodón
Al inicio del ciclo, el algodón es un cultivo de desarrollo lento que demora en cerrar el entresurco. Por lo tanto, es muy sensible a la competencia de malezas y presenta un extenso período crítico (ventana de tiempo durante la cual no debería haber malezas para que no se reduzca el rendimiento) que puede llegar a 10 semanas.
Hay más de 20 especies de malezas de difícil control que pueden producir pérdidas de rendimiento mayores a 50% en este cultivo además de contaminar la fibra desvalorizando fuertemente la misma.
El uso de herbicidas en algodón está restringido a momentos muy específicos de su ciclo de cultivo. Por ejemplo, varios herbicidas que pueden aplicarse antes de la siembra matarían al cultivo si fueran aplicados después de ese momento.
Las tecnologías de resistencia a herbicidas justamente permiten aplicar estos herbicidas sin dañar el cultivo.
Pero cuando se usan siempre los mismos herbicidas para controlar malezas sin combinarlos ni rotarlos, las mismas empiezan a desarrollar resistencia. “Con edición génica CRISPR es posible optimizar varios genes de resistencia en la misma variedad en forma rápida y económica” comentó Lucas Lieber y agregó.
“En comparación con otras alternativas comerciales, la tecnología que estamos desarrollando con Gensus aporta resistencia a herbicidas que se usan en baja dosis y que son más seguros para el ambiente y las personas.”
La combinación de varias fuentes de resistencia permitiría a los productores utilizar mezclas químicas que retrasan la aparición de malezas resistentes, uno de los principales desafíos de la agricultura actual. “Este es el inicio de una colaboración que desarrollará tecnologías avanzadas para los productores de algodón de nuestro país y del mundo. Buscaremos sinergias con otros integrantes de la cadena para juntos llegar más lejos” finalizó Vaquero.