Desde el INTA brindan una serie de recomendaciones para evitar los errores que dañan a las especies.
Es necesario que cuidemos nuestro arbolado y para ello debemos asegurarnos, que la poda se realice correctamente además de tomar conciencia de la necesidad y función que cumplen los árboles para el medio ambiente.
De acuerdo con Sergio Ziaurriz –especialista del INTA Villa Regina, Río Negro–, “existe un mal hábito generalizado de podar árboles y arbustos todos los años. Esto perturba el normal desarrollo de las plantas y la capacidad de los vegetales de reponer rápidamente las partes amputadas”.
En este sentido, no dudó en destacar la importancia de conocer la práctica y sus riesgos para evitar errores. Y advirtió: “Si perjudicamos a las plantas, estamos perjudicando nuestra calidad de vida”.
Las podas se hacen preferentemente en invierno, porque es un momento donde las especies, sobre todo las caducifolias, se encuentran en estado de latencia o dormición, previo al rebrote de primavera. “Es el momento del año en el que los árboles se encuentran en reposo vegetativo”, explicó Ziaurriz.
Entre las características que evitan causarles un gran daño a los árboles, el técnico detalló que las reservas de alimento son altas, lo que favorece una buena cicatrización. Además, la savia circula lentamente y la corteza es muy dura, lo que evita su desgarre
En el caso de las caducifolias, es decir aquellos árboles que pierden sus hojas en otoño y durante el invierno, puede observarse mucho mejor la forma y disposición de las ramas facilitando la operación.
Tipos de poda
Con respecto a la poda, el especialista especificó que existen tres tipos: de formación, de mantenimiento y de rejuvenecimiento. En el primer caso, es la poda que se realiza en la temprana edad del ejemplar, en el vivero, para brindarle las mejores condiciones para que exprese su morfología propia, con una estructura equilibrada y fuerte.
En cuanto a la poda de mantenimiento, Ziaurriz detalló que el principal objetivo es mantener el vigor y la sanidad de la planta, de modo de estimular el rebrote y reemplazo de estructuras dañadas o envejecidas, respetando la forma natural de esa especie.
Por último, la de rejuvenecimiento es la más intensa en cuanto a la cantidad de material removido, ya que la finalidad suele ser mitigar daños provocados por tormentas o heladas, reacondicionar plantas abandonadas o asilvestradas, y el motivo más frecuente es minimizar nuestros errores en la elección y ubicación de una determinada especie.
“La cantidad de material vegetal que podemos remover dependerá de la finalidad de ese árbol o arbusto”, especificó Ziaurriz para lo cual recomendó “tener muy en claro qué queremos de ese ejemplar: sombra, flores o frutos”, y también recordó que el tipo de poda “dependerá del tamaño, la especie y la edad de la planta”.
Mejor prevenir que curar
Una poda incorrecta y drástica puede causar que, a fin de recuperarse, la planta busque brotar a expensas de sus reservas lo que provocaría el agotamiento de la planta. En consecuencia, se limitaría el proceso de fotosíntesis y, con menos alimentos, la planta estaría en un estado de debilitamiento, más vulnerable al ataque de plagas y/o enfermedades, con pocas posibilidades de mantener su copa, su tronco y sus raíces.
Para evitar esto, Ziaurriz recomendó que, en plantas de vereda se debe podar las ramas más bajas, luego, aquellas ramas que interfieran con el cableado y posteriormente, las que se encuentren mal ubicadas, es decir las ramas hacia las viviendas o la calle”.
De acuerdo con el especialista, en términos generales, las leguminosas arbóreas no cicatrizan las heridas de poda, sobre todo aquellos cortes grandes. Pero, en el caso de tener que podarlas de todos modos, es necesario pintar con pintura blanca para techos. El resto de las especies como fresnos, plátanos, no tienen mayores problemas.
Fuente: INTA Informa