Luego de dos intensas y nutridas jornadas con especialistas de alto nivel de todo el país, concluyó este miércoles el 6º Congreso de Maíz Tardío (CMT), organizado por Brevant Semillas.
“Tuvimos un CMT impresionante, una edición que finaliza con un recorrido increíble, y un Congreso que se convirtió en mucho más que el evento de ayer y de hoy. Es un trabajo anual de generación de información y conocimiento, que va más allá de nuestra marca de semilla y una compañía”, remarcó Ignacio Conti, director de Ventas Canal Brevant, acompañado por la periodista Carolina Alonso, quien tuvo la faena de entrevistar a la veintena de especialistas que participó.
Plagas, malezas, enfermedades, técnicas de manejo, clima, mercados, entre otros tantos, fueron los ejes. “Detrás de la organización tenemos un equipo técnico fantástico que seleccionó las temáticas”, señaló Conti. “El martes le dimos mucho contexto a la producción de maíz tardío y hacerlo en un modelo sustentable”, y el miércoles se avanzó sobre temáticas relacionadas con la “Protección del cultivo: Las adversidades bióticas y las mejores tecnologías para su control”, con información extra sobre las variables climáticas y del mercado.
Además, durante las dos jornadas hubo presentación de experiencias exitosas de producción, el martes con Fernando Emmanuel Ortiz, responsable en Agricultura de Precisión de los campos agrícolas del norte-AGD SA; y Walter Federico Hauch, encargado general en el establecimiento “Los Gatos”-AGD SA; y el miércoles con Laura Britos, asesora del Grupo CREA Cañada de Luque– Siton; y Tomás Pace, asesor de la empresa de la familia Albiñana-Grupo CREA Cañada de Luque–Siton.
También hubo un panel titulado “La pospandemia nacional e internacional”, del que participaron Sergio Berensztein, analista político y el analista económico Claudio Zuchovicki.
Manejo de enfermedades foliares
Roberto de Rossi, fitopatólogo de la Universidad Católica de Córdoba habló sobre “Manejo de enfermedades foliares: ¿por qué es una tecnología de alto impacto con baja adopción? Impactos y umbrales de decisión”.
El especialista comenzó por informar que “es necesario estar cerca del cultivo para tomar mejores decisiones”, recomendó la utilización en el lote de los materiales que menos se enferman y apuntó que “en la parte técnica falta conocimiento, falta saber qué información es necesaria para saber si el cultivo está enfermo o no y si hace falta aplicar un fungicida”. Es necesario empezar a discriminar “en qué enfermedades hay que intervenir y en qué enfermedades no”, y afirmó que las pérdidas que pueden generar rondan un promedio general del 10 al 20% de pérdida de rendimiento.
En el caso puntual del maíz tardío, “al hacer una siembra tardía del cultivo, generalmente hacemos que el período crítico esté coincidiendo con los períodos en que las condiciones ambientales son conducentes para la aparición de enfermedades, eso hace que tengamos más probabilidades que en un maíz temprano de que se desarrollen y nos impacten de manera muy importante”.
“Enfermedades como ‘tizón común’ o ‘cercosporiosis’ pueden generar pérdidas “de entre el 10% y el 15% de un rendimiento potencial. Además, hay que aclarar que si los materiales son susceptibles o moderadamente susceptibles las pérdidas se pueden elevar a un 40 o 50%”, alertó el investigador.
De Rossi explicó: “Sabemos que están las enfermedades, sabemos que sembrando tardío tenemos altas probabilidades de que se generen, entonces tenemos que reforzar los conocimientos sobre las enfermedades que hay y hacer hincapié en que hay que ir al campo, monitorear y diagnosticar las enfermedades”.
Remarcó la necesidad de “cuantificar y diagnosticar bien qué es lo que tenemos en el campo”, y reconoció que en la actualidad la toma de decisión sobre qué fungicidas aplicar “se está tomando a ojo. Para tener menos error y más posibilidades de éxito, es necesario tener más conocimiento sobre por qué estamos tomando esa decisión, fundamentalmente en lo que se refiere a diagnosticar”.
Aclaró, en este punto, que los fungicidas sólo son aplicables para los hongos, “si tenemos un hongo debemos ver cómo está, desde cuándo está en el lote, hacer un seguimiento y esperar el momento en qué debemos tomar la decisión porque económicamente se justifica”.
Sobre el uso de fungicidas, De Rossi puntualizó que “la aplicación se debe realizar siempre que haya enfermedades, pero que tengamos un síntoma un signo, no significa que tengamos que tomar la decisión de hacer una aplicación, eso lo que nos marca es que debemos estar alertas y empezar a sumar ítems, no podemos tomar la decisión de aplicar sólo por la presencia”.
Los datos a tener en cuenta son “primero monitorear, conocer el material utilizado, la genética del maíz, a partir de lo cual sabremos en qué condiciones puede enfermarse o no y hasta cuánto. Primero tenemos que diagnosticar, luego cuantificar para ver si vale la pena o no aplicar”.
En cuanto al nivel de aplicación de fungicidas en el país, el especialista comentó que “en la gran mayoría de los casos no se aplica. Tenemos una adopción de uso en Argentina de alrededor de un 8% de hectáreas de maíz. La mayoría es un no aplico contra un sí aplico. En esto está muy relacionada la fecha de siembra y en el 8 a 10% donde se aplica son, mayormente, tardías”.
¿Cuándo aplicar? “Cuando los niveles de enfermedades son bajos no debemos aplicar, porque con las enfermedades tenemos que convivir, hay niveles, están los umbrales de daño económico que nos permiten saber en qué proporción o cantidad el daño producido se justifica la aplicación de fungicidas. Si no estamos llegando a esos umbrales podemos convivir”, consideró.
A modo de conclusión, De Rossi señaló que “las empresas, los técnicos y los productores buscan que su material tenga potencial de rendimiento, estabilidad y sanidad. En los maíces tardíos es fundamental hacer un acompañamiento de la sanidad con monitoreos, seguimiento, conocer la genética para saber si vale la pena tomar decisiones y saber que si tenemos que utilizar un fungicida las respuestas son muy buenas y concretas para frenar las enfermedades”.
Manejo de malezas
Marcelo de la Vega, referente de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), respondió sobre el “Manejo de malezas en maíz tardío: el antes y el después. ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías?”. “El ambiente influye sobre el cultivo en su crecimiento, la velocidad de crecimiento o la disponibilidad de agua para crecer. Un maíz temprano o tardío va a tener una velocidad diferente de crecimiento. Los suelos más fríos de la primavera hacen que el crecimiento del maíz temprano sea mucho más lento, en tanto que el crecimiento de un maíz tardío es mucho más explosivo”, graficó.
Las malezas “llevan millones de años en la tierra evolucionando y ahora aparecieron de nuevo. Están preparadas, evolucionadas, para enfrentar a los herbicidas”, apuntó. Y puso el acento en la necesidad de determinar fehacientemente el tipo de maleza presente en el lote, “porque no hay un producto que funcione, sobre todo, entonces el diagnóstico es fundamental”.
“Si en primavera sembramos un maíz temprano, seguramente la presencia de malezas será bastante mayor y si tuviésemos que usar una herramienta debería ser dentro de ese cultivo, y el nacimiento de la maleza será cuando no tengamos ese cultivo y entonces podemos utilizar muchísimas tácticas de control para eliminarlas, de manera de llegar sin competencia”, dijo.
Como técnica eficiente comentó una práctica australiana, “el doble golpe es pegarle a la maleza con dos herbicidas para secarla, pero eran herbicidas totales que no se podían utilizar dentro del cultivo. Esta práctica era muy buena, pero las malezas nos demostraron que no era sustentable”. Pero añadió que “no nos tenemos que basar en dogmas de fe. Creo que nos debemos basar en evidencias científicas en estos temas”.
“Muchas veces se considera que los agrónomos, al usar plaguicidas estamos matando o contaminando el ambiente, pero si uno estudiase los plaguicidas en su historia comprobaría que cada vez son mucho menos tóxicos. Hoy un laboratorio no sacaría un producto banda roja que sería tóxico, ahora los productos son levemente tóxicos. Son productos que se degradan en el ambiente”.
Para cerrar, De la Vega recomendó “conocer muy bien la dinámica de las malezas, porque hoy están dormidas. Muchas veces podemos ver un campo sin vida, pero en realidad está dormida la vida esperando una lluvia que la despierte. La vida está y debemos saber que va a despertar, entonces debemos conocer cuáles son las cosas que la despiertan y a partir de ahí buscar las tácticas para que no nos reduzcan los rendimientos”.
Insectos plaga
El especialista Roberto Peralta (Halcón Monitoreo-UCC-UNC) disertó sobre “Insectos plaga en maíz tardío: ¿hay amenazas de plagas emergentes y aparición de resistencias?”. “Siempre hay amenaza de plagas, es una problemática que siempre vuelve. Siempre hay amenaza de plaga emergente, es imposible dominar por completo los factores biológicos y por eso hay que estar constantemente arriba”, inició.
Explicó que “las plagas son un concepto antrópico, es algo que al humano le molesta, no es un concepto biológico, entonces son consecuencia del manejo que nosotros hagamos y la naturaleza nos responde de distintas maneras. Una de esas respuestas es la plaga, que es una población que no se quiere ir de un lugar y compite con lo que hacemos”. Determinar qué es plaga y qué no lo es, “pasa por la idiosincrasia del productor, el técnico y el sector”, y planteó que es difícil pronosticar qué tipo de “plaga va a venir con un buen nivel de certeza”.
En Argentina “la dinámica de plagas se despierta en primavera y va creciendo durante el verano. Sabiendo eso, si voy a hacer un maíz tardío, me estoy metiendo en una situación de crecimiento de la población de artrópodos, buenos y malos, los malos son los que les ponemos el mote de plaga”, apuntó el especialista.
En el caso de los maíces tardíos se debe trabajar con un manejo totalmente distinto y más complejo que en un maíz temprano. “Constantemente debemos estar preparados para la mayor cantidad de escenarios posibles. Es fundamental el monitoreo, que es un plan de trabajo, una serie de visitas al lote, recopilando información pertinente y en base a esa información me trato de imaginar qué va a ocurrir con la población. Tengo que ver hacia dónde va esa población y qué decisión de manejo tomo en cada momento”.
El investigador opinó que “el sector agropecuario en los últimos años, con el manejo de productos sanitarios siempre ha sido reactivo y no proactivo, ese es un gran problema. Aparece el problema y buscamos solución inmediatamente, hemos estado en ese brete de la poca planificación. Siempre se divide entre lo que es táctica versus estrategia. En táctica de control el sector avanzó muchísimo, pero en estrategia nos falta crecer mucho, en lo que es planificar a largo plazo, a tres o cuatro años”.
Entre las plagas más tradicionales en maíz el profesional destacó a la “cogollera de maíz”, que es la que está generando problemas de resistencia. “Lo único que podemos hacer es usar más de la misma estrategia y eso nos lleva a que se caigan las tecnologías. Los maíces con resistencia generalmente apuntan mucho a eso y el apostar cada vez más nos lleva a que descuidemos lo que se viene a futuro”.
Reconoció que “tenemos un gran problema de ese manejo de resistencia que no lo estamos asociando. Nos tenemos que asociar entidades productivas, técnicos, productores para ver qué manejo vamos a hacer de la resistencia, sino la tecnología se cae”.
“En el corto plazo, como mínimo, debemos respetar las pautas básicas. Desde hace 15 años que en maíz venimos hablando de los refugios, que implican sembrar una parte con maíz no resistente para que se mantenga la población susceptible a esta tecnología para que haya cruza, de lo contrario hacemos una selección de resistentes. Esto no se hace, primero porque los semilleros no proveían los refugios, ahora porque los productores no los utilizan o los usan mal, lo siembran a destiempo”, estimó. Peralta reconoció que de esta forma no se evitará la resistencia, pero se logra estirar la vida útil de la tecnología hasta que aparezca una superadora: “La resistencia es inevitable, es evolución genética, las plagas van a evolucionar y siempre van a estar”.
Compartir información. “Tenemos que empezar a interactuar diez veces más para no seguir repitiendo los errores. Lo bueno es que se está dando una profesionalización increíble en el sector, porque cada vez el campo necesita más profesionales. Hoy hay intercambio de información, aunque está un poco desordenada, pero la profesionalización en el sector agropecuario no va a parar”, dijo.
Peralta cerró con una recomendación para la siembra del maíz tardío: “Hay que estar muy atento a lo que dicen los profesionales, interactuar con información constantemente y tratar de prever lo que va a pasar. El maíz tardío se arriesga a la aparición de cogollera, pero dependiendo de la región es distinta la tecnología a aplicar. Por eso hay que planificar, ir viendo qué plagas están apareciendo y qué se puede hacer y monitorear”.
Perspectivas climáticas del ciclo 2021/2022
Carlos Di Bella (Conicet-Fauba) charló sobre las “Perspectivas climáticas 2021/22: factores que impactarían sobre las condiciones hídricas de los suelos en la próxima campaña”. “En estos momentos la mayoría de los modelos que predicen el clima coinciden en que, para los próximos tres meses, noviembre, diciembre y enero, vamos a tener un evento de Niña moderada que irá atenuándose a medida que avance el verano”, configuró.
Con números en la mano, planteó que con una probabilidad mayor al 40% o 50%, se prevén “lluvias menores a las normales en la porción centro-este de la región pampeana, y hay una muy fuerte probabilidad de ocurrencia de temperaturas por encima de lo normal, con valores muy extremos en diciembre y enero”.
Di Bella puso el acento en que “el clima, tal como lo conocíamos, no existe más”, y en este sentido explicó: “Estábamos acostumbrados a un clima algo constante. En agricultura estábamos acostumbrados a que era constante, regular, una zona mejor que otra, se sembraba en una época y se cosechaba en otra, pero eso ya no existe más”.
Aseguró que “la disponibilidad de datos para hacer previsión climática ha aumentado mucho y hoy la tecnología nos permite avances importantísimos. De todas formas, los sistemas climáticos siguen siendo muy complejos, y la verdad es que predecir cómo se van a comportar es muy difícil”. De todas formas, consideró que con la información y tendencias climáticas “se puede empezar a tomar decisiones y con esas decisiones empezar a gestionar acciones. Esperemos ver a más productores abocados a la acción, que dedicados a esa regularidad, a la constancia y a una posición un poco más pasiva”.
Ante una posible Niña en la región, consideró que “los maíces tardíos tienen desplazado su momento crítico, más avanzado el verano, y pensando en un verano más tardío con situaciones más favorables en cuanto a demanda y a disponibilidad de agua y a temperaturas, creo que sería una muy buena decisión cultivar maíz tardío como alternativa a otras situaciones y alguna diversificación productiva regional. El clima debería ser un indicio más dentro de las herramientas disponibles para poder tomar mejores decisiones”, y explicó que los cambios rotundos que está sufriendo el clima “se deben al calentamiento global”.
Calentamiento global. “En los últimos años la humanidad ha hecho un uso intensivo de muchos recursos, aumentó muchísimo la emisión de gases de efecto invernadero y la acumulación excesiva de estos gases en la atmósfera hicieron que la retención de energía a nivel terrestre sea cada vez mayor, con el consecuente aumento de la temperatura, y eso es lo que conocemos como calentamiento global”, detalló Di Bella.
“Ha impactado directamente sobre la cantidad de energía que circula en el sistema climático y eso impactó sobre la variabilidad espacial y temporal de las lluvias. Por eso hablamos de un cambio en el clima asociado a la temperatura y a las lluvias. Esta variabilidad del clima, que se está intensificando, en gran medida es producto de ese cambio en el clima vinculado con la temperatura”.
Este cambio climático “está impactando de manera directa en la producción agropecuaria de nuestro país y lo seguirá haciendo. Se van tomando medidas a nivel global para tratar de mitigar estas problemáticas, pero la verdad es que en el día a día del productor esa mitigación no se puede ver”.
La ayuda que pueden ofrecer los técnicos al sector es “acercar mayor cantidad de herramientas que le permitan a los productores adaptarse a esos cambios que cada vez son más fuertes y vertiginosos. Entre esas herramientas están estos cultivos más tardíos, cambios en la densidad de siembra, monitoreo de plagas y enfermedades, y estar atentos a estos cambios que también están vinculados con factores climáticos y meteorológicos”.
Sugirió que “debemos tratar de ser más eficientes, tratar de producir más, pero a la vez cuidando el medioambiente. Soy bastante optimista en este aspecto y todo lo que estamos viendo en torno al sector siempre está pivotando entre esos dos mundos: la tecnología, el aumento de la producción y la eficiencia, pero también cuidando el medioambiente”.
La recomendación final de Di Bella fue “postergar algunas fechas de siembra, que traten de trabajar con cultivos más tardíos, diversificar un poco la producción, sobre todo en la porción este de la región pampeana, en la que los pronósticos están dando una mayor probabilidad de ocurrencia de lluvias por debajo de lo normal. No será un verano tan complicado, pero habrá que tomar decisiones preparando la producción en base a las predicciones”.
Mercados
El analista Diego de la Puente (Novitas) evaluó la situación del mercado bajo el título “¿Qué podemos esperar de las próximas campañas?”. En la entrevista planteó “venimos dependiendo de que las cosechas salgan bien, y la realidad es que más allá de las cosechas que dependen del clima, lo que vemos también es que en la medida que nos vamos acercando a los momentos críticos del cultivo (la floración del maíz o el llenado de grano de la soja), lo que termina ocurriendo es que se carga de expectativa el mercado y le pone un premio climático, porque si sale algo mal tengo que estar cubierto”.
En este sentido, De la Puente señaló que “es muy importante para los productores la manera de hacer la cobertura, cómo se toma cobertura pensando que los precios son buenos, pero al mismo tiempo tener cierta flexibilidad y pensar que mañana pueden ser mejores todavía. Tengo que utilizar muy bien las herramientas de cobertura para no equivocarme en el timing”.
Mercado asiático. China y los países de oriente seguirán traccionando en el precio de los granos por su gran población y porque su poder adquisitivo también comenzó a crecer. “Tenemos un desafío muy interesante y soy muy optimista porque creo que lo que tenemos que hacer es producir cada vez más, después está la discusión de cómo lo hacemos, pero en el contexto que estamos teniendo hoy debemos sumar el crecimiento poblacional y el aumento del poder adquisitivo que tienen los países del sudeste asiático que están empezando a crecer”, evaluó.
“Argentina es el país más estructuralmente exportador del mundo, no hay ningún otro país que exporte tantos granos en función de lo que produce, con lo cual creo que tenemos por delante un desafío enorme y pienso que el sector, que es muy resiliente, está preparado para eso”.
También consideró que “cuando hablamos de precios y de mercados Argentina tiene una particularidad, porque nosotros como somos un país netamente exportador de granos y somos tomadores de precios, no formadores, no podemos soslayar lo que pasa en el mundo y tampoco sirve tratar de tapar el sol con las manos”.
Del presente económico del sector agropecuario argentino, De la Puente planteó: “tenemos un desafío: debemos producir más y mejorar la productividad. El productor nacional es hiper competitivo en cualquier escenario, lo vimos en la década del ’90 con el 1 a 1, lo fuimos en la época de la Junta de Granos, lo hemos sido con intervenciones, con diferencial de tipo de cambio, lo hemos sido con retenciones. El productor argentino es una raza muy particular”.
“Un productor argentino es un atleta de alta competencia, lo han fustigado tanto con el látigo que se hizo resiliente, resurgió, es competitivo, está entrenado, sabe lo que tiene que hacer. En cambio, un productor americano es obeso, come comida chatarra todos los días porque está subsidiado”, comparó.
Sobre el impacto del cierre de las exportaciones de maíz en los precios futuros, consideró que “no es bueno. Técnicamente es diferente a lo que era un ROE en su momento, que era una autorización de exportación no automática. El ROE arrancaba con la campaña entonces no declarabas ninguna venta para exportar y ya tenías que pedir un permiso. Esto es un poco distinto, y si bien todo tipo de intervención para mí es malo, dentro de lo malo se deja un espacio de tiempo para que el exportador pueda comprar y exportar sin mayores problemas, y cuando estamos agotando el saldo exportable empieza a haber una cierta intervención”.
Para De la Puente este tipo de medidas “desincentivan”, y acotó que “en trigo y maíz hubo las peores áreas sembradas de la historia cuando tuvimos un mercado intervenido, porque el productor cuando ve que empiezan a cerrar por retenciones, tipo de cambio o cierre de exportaciones, empieza a buscar alternativas”.
En este contexto planteó que “siempre es mucho mejor dejar que el mercado accione, porque cuando el mercado funciona las producciones crecen, las cosechas son mejores, el productor usa más tecnología, aplica más insumos, por lo cual todo tipo de intervención termina socavando la posibilidad que esa productividad crezca”.
En el orden local recordó que “en la actualidad tenemos retenciones, tenemos algún tipo de intervención en las exportaciones, tenemos diferencial cambiario. La única cosa que tenemos a favor hoy es que los precios internacionales son comparativamente buenos y por eso el sector todavía tiene cierta rentabilidad”.
Precio de los granos en el futuro. De la Puente dijo ser muy optimista. “El productor agropecuario lo que tiene que hacer es aprender a manejar la coyuntura, porque cuando uno proyecta el crecimiento poblacional y la mejora del poder adquisitivo de los países, claramente lo que vemos es que esta demanda en alza va a seguir, que vamos a tener que seguir aumentando la productividad y mejorando la producción. Dependemos del clima que mueve el fiel de la balanza desde el punto de vista de la oferta, pero desde el lado de la demanda tenemos un desafío enorme para poder abastecerla”.
Fuente: Corteva Agriscience