Bajo distintos escenarios climáticos se descuenta una menor oferta de carne vacuna para el próximo año.
El efecto que está dejando de la seca sobre una vasta zona ganadera no solo compromete a la producción actual, sino que tendrá un claro impacto sobre las producciones futuras. El momento en que esta baja se termine plasmando dependerá en gran medida de la evolución climática.
El nivel de faena con el que cerrará el 2022 supera ligeramente la tasa considerada de equilibrio, para los números de nuestro stock nacional.
Con 12,26 millones animales faenados hasta el mes de noviembre y unos 13,5 millones proyectados a diciembre, la faena anual superaría el 25 % de los 53,4 millones de vacunos registrados a inicios del ciclo, es decir datos al 31 de diciembre de 2021.
Para no registrar una caída en el stock nacional, este año se deberían incorporar entre 14,8 y 15,1 millones de terneros y terneras, dependiendo del porcentaje de mortandad de hacienda que termine dejando el año, sabiendo que muy probablemente esta tasa exceda la que usualmente se registra en un año promedio.
Como referencia, la producción de terneros tocó un máximo en 2019 con 14,95 millones animales, se redujo a 14,31 millones en 2020 y en 2021 recuperó a 14,46 millones. Por tanto, suponer para este año un nuevo pico en la cantidad de terneros y terneras logradas resulta, a priori, ambicioso.
Asimismo, más allá del número de cabezas logradas, la cantidad de kilos que lleguen a destetarse en este contexto será crucial y determinante para la producción de carne durante 2023. En este sentido, la condición actual de los campos, y por ende la pobre condición corporal de las vacas que se encuentran en lactancia, está obligando a muchos criadores a sacar la invernada más liviana, anticipando la venta.
De acuerdo con los datos de movimientos de hacienda informados por Senasa, hasta el mes de noviembre se registraron más de 9,52 millones de terneros y terneras saliendo de los campos, unos 500 mil terneros más que los trasladados en igual período del año pasado. Medido sobre el stock inicial de la categoría -nacimientos 2021- la cifra representa un 66 % contra 63 % registrado en los últimos 2 años y 61 % promedio desde 2017.
Esta mayor oferta de invernada, que en algunas zonas ya comienza a solaparse con nacimientos 2022 destetados anticipadamente, ha estado presionando a la baja los valores del ternero.
Medido en pesos constantes, ajustados por IPIM, el valor del Ternero Rosgan, cierra el año en un promedio de $ 505 que comparado contra el promedio de 2021 ($ 525) representa apenas una 4 % menos, siendo aún el segundo valor más alto de los últimos 5 años. Sin embargo, en la apertura mensual, se observa un claro deterioro de los valores a lo largo del año desde los máximos alcanzados en abril ($ 614, medidos a valores hoy) que se termina profundizando en los últimos meses a causa de la seca. La referencia diciembre para el Ternero Rosgan se ubica en $ 366, marcando una caída del 26 % en términos reales, en la segunda mitad del año.
Sin embargo, aun con una reposición barata, el fuerte aumento de costos que enfrenta el engorde a corral torna sumamente onerosa la incorporación de kilos a grano por lo que también se tiende a reducir los tiempos de permanencia, sacando animales más livianos.
Durante el último año hemos mejorado significativamente el peso de faena, alcanzando promedios de 233 kg por res en gancho contra 230 kg del año pasado y 226 kg promedio de los últimos 5 años.
Con la expectativa de una oferta de maíz temprano sumamente restringida, el precio del grano para los próximos meses ya descuenta una suba de más del 30 % en dólares, tomando como referencia valores a abril de 2023 (US$ 263), respecto de los que valía esa misma posición, un año atrás. Esto representa para el feedlot más del 40 % del valor del gordo ajustado.
La merma en la cosecha de maíces tempranos ya se encuentra descontada, tanto por menores siembras como por condición de actual de los cultivos. Según estimaciones privadas la producción total podría verse ajustada en más de 6 millones de toneladas respecto de los 52 millones obtenidos el año pasado. Esto sin duda ya define un primer semestre para el feedlot sumamente complicado en términos de margen económico de la actividad.
Sin embargo, un cambio de fase climática sí podría revertir el escenario para producción a base pastoril.
Si esto sucede, tal como muestran los principales modelos climáticos, y a partir de febrero comenzamos a transitar una fase de neutralidad para luego ingresar a un otoño-invierno más lluvioso, podríamos esperar entonces mayor retención de hacienda en los campos.
Mayor retención y ciclos de engorde más largos indefectiblemente derivan en un bache transitorio de oferta que se sentirá especialmente durante la primera mitad del año.
Por tanto, bajo ambos escenarios, ya sea en un contexto de seca prolongada que obligue a liberar hacienda con menos kilos logrados o bien, en un contexto climático más favorable a la retención, el 2023 se anticipa como un año con menor oferta de carne vacuna.
Fuente: Rosgan