Yara presentó un análisis cuantitativo de su solución para cereales de invierno, logrando reducciones de casi un 40% en la huella de carbono, mientras aumenta el rendimiento en un promedio de 140 kilos por hectárea.
La agricultura regenerativa se convierte en un pilar esencial de la industria agrícola actual. La incorporación de prácticas sostenibles no solo enriquece a los productores al fortalecer sus sistemas de producción, sino que también desempeña un rol fundamental en la recuperación de ecosistemas y en la lucha contra el cambio climático.
En este contexto, Yara presentó los resultados concretos de su programa de sostenibilidad y adopción tecnológica denominado “Juntos por un Plus”. Estos datos provienen de la colaboración con empresas que desde hace años tuvieron la inquietud de empezar a medir su huella de carbono. Según Pedro Hales, asesor del grupo RIA, las empresas integrantes basan su enfoque en tres pilares: adopción de tecnología, huella de carbono y sustentabilidad, e innovación. Por su parte, Gustavo Elías, gerente de Nuevos Negocios de Yara Argentina, brindó una cuantificación precisa: “Dentro del programa CerealPlus participan más de 150 productores, con 260 lotes. En este programa compartimos riesgo y valor, porque buscamos que las tecnologías no sólo se adopten, sino que lo hagan en el menor tiempo posible”.
En términos de rendimiento, la solución de Yara generó un promedio de 140 kg/ha más en comparación con los métodos de fertilización tradicional, al mismo tiempo que redujo las emisiones de huella de carbono en un 37%. Esta mejora se debe a la mayor eficiencia en el uso del nitrógeno (EUN) que ofrece la solución CerealPlus, con un incremento del 44% en comparación con el manejo convencional, y una disminución del 28% en la cantidad de nitrógeno aplicado. Al respecto, Elías fundamentó: “Desde Yara podemos aportar sobre el balance de carbono, ya que, si se evalúan las principales variables que generan emisiones o captura de carbono, los fertilizantes impactan en un 60 hasta 80% de las emisiones totales”.
En resumen, la agricultura regenerativa se consolida como una ruta hacia la sostenibilidad. Datos sólidos respaldan su eficacia en términos de productividad, viabilidad económica y reducción de emisiones. Con el compromiso continuo de toda la cadena de valor, la agricultura regenerativa tiene el potencial de transformar nuestro sistema alimentario, satisfaciendo las crecientes demandas de los consumidores.