El descenso de la oferta, la caída del poder adquisitivo del consumidor y un contexto de exportación desfavorable son algunos de los factores que afectan al sector.
El último informe de inflación de marzo del Indec reveló un aumento del 11% mensual, acumulando un 51,6% en el primer trimestre del año. Sin embargo, la variación en los precios de la carne vacuna en el mismo período fue del 45,5%, según el relevamiento de precios minoristas que realiza el Ipcva para áreas como GBA, Rosario y Córdoba. Este retraso de 13 puntos porcentuales en la comparación interanual indica que los precios de la carne vacuna han aumentado un 275% contra un 288% de la inflación de marzo.
A nivel regional, la disparidad es igualmente evidente. Por ejemplo, en el Gran Buenos Aires, los precios de seis cortes específicos de carne vacuna han aumentado un promedio del 34% en los primeros tres meses del año, comparado con un 53,2% del nivel general de inflación en esa región.
Este desajuste no solo se atribuye a la dinámica de mercado local, sino también a la metodología utilizada para calcular el Índice de Precios al Consumidor (IPC). La composición actual de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), basada en datos de consumo de hace casi dos décadas, no refleja adecuadamente los patrones actuales de consumo, donde la carne vacuna ha perdido preponderancia frente a otras proteínas como el pollo y el cerdo.
“Varias voces del sector vienen reclamando se adecue en lo inmediato, para reflejar una canasta de consumo más ajustada a los tiempos que corren, evitando otorgar a la carne vacuna la “responsabilidad” de ser uno de los bienes de mayor incidencia en el cálculo de inflación”, sostiene Rosgan.
Este análisis refleja un panorama desafiante para el sector cárnico, que ve cómo la caída del poder adquisitivo del salario restringe fuertemente el consumo doméstico, que sigue siendo el principal mercado para la carne en Argentina, absorbiendo cerca del 75% de la producción total. A esto se le suma un contexto de exportación desfavorable, con costos internos en alza y un tipo de cambio retrasado que desfavorece la competitividad en mercados internacionales como China.
En lo que va del año, todas las categorías de hacienda destinadas a faena han registrado retrocesos reales en sus cotizaciones. La incertidumbre sobre la posible recuperación de los ingresos reales del consumidor y la liberación del mercado cambiario añaden más incógnitas sobre el futuro inmediato del sector.
“En la medida que el nivel de oferta se siga restringiendo y la baja de la inflación permita recuperar lentamente los ingresos reales del consumidor, es esperable ver una paulatina mejora en los valores relativos de la carne respecto del resto de los alimentos”, concluye Rosgan, para luego decir que, “sin embargo, esta tendencia a la baja que se viene registrando en los niveles inflación mensual, por el momento, no parecen ir de la mano de una pronta liberación del mercado cambiario, algo que sin duda daría oxígeno inmediato a la exportación, generando -por traslado- a una mejora en su capacidad de compra”.