Los autores reflexionan sobre la acción climática y la agricultura sostenible como herramientas para salvar al planeta.
El reporte más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) no deja espacio a dudas sobre la responsabilidad humana en el calentamiento global.
No hay tiempo que perder. La acción climática se ha vuelto una necesidad urgente, pero en este desafío de proporciones, la agricultura puede ofrecer respuestas y ser la base para un crecimiento sostenible.
Disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero con proyectos agrícolas, resilientes, impulsar la ganadería sostenible, y fomentar la captura del carbono orgánico en el suelo, son algunas soluciones concretas para hacer frente al desafío.
El IPCC advierte que los cambios que se observan en el sistema climático no tienen precedentes, y que tendrán impactos en todo el mundo, incluyendo América Latina y el Caribe.
Los fenómenos meteorológicos extremos tales como la sequía, el aumento en el nivel del mar y los cambios en los patrones de la temperatura, son algunas de las consecuencias del cambio climático destacadas por el documento, y muchas podrían ser irreversibles por siglos, incluso milenios.
El cambio climático podría empujar a más de 122 millones de personas -principalmente agricultores y agricultoras- a la pobreza extrema de aquí a 2030, y dificultará aún más el acceso al agua.
Se hace urgente amplificar los proyectos sostenibles que se están desarrollando en la región
El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), apoyó a Argentina, Colombia, Cuba y Guatemala a obtener US$ 185 millones del Fondo Verde para el Clima, para proyectos agrícolas y forestales resilientes y bajos en emisiones.
Con estos proyectos, se espera beneficiar a 168 mil personas -70 mil de las cuales son mujeres- y mitigar emisiones de 28,4 millones de toneladas de CO2.
Con el apoyo de la FAO, ganaderos en Ecuador y Uruguay han aumentado sus ingresos hasta en 300 %, disminuyendo sus emisiones de gases de efecto invernadero y transitando hacia la sustentabilidad.
Costa Rica ha duplicado su cobertura boscosa en las últimas décadas, la cual cubría el 25 % del territorio nacional en 1980 y el 52 % en la actualidad; la FAO ha apoyado programas de pago por servicios ambientales y de recarbonización de los suelos, y hoy dicho país es un ejemplo de conservación de la biodiversidad de especies, cuidado de los ecosistemas, suelos, con acciones climáticas y ambientales que generan empleo.
Con foco regional, la FAO da apoyo como secretaría -en conjunto a la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL)-, a la Plataforma de Acción Climática en Agricultura de Latinoamérica y El Caribe (Placa), que reúne a Brasil, Argentina, Bahamas, Chile, Costa Rica, Guatemala, México, Perú, Uruguay y República Dominicana, para promover la acción climática en el sector agropecuario.
Estos son sólo algunos ejemplos de acciones concretas. El cambio climático plantea muchos desafíos, pero también es cierto que ya hay muchas soluciones, innovaciones y técnicas disponibles para que la agricultura pase a ser parte de la solución. Ahora debemos entonces avanzar con políticas públicas de gran escala, para volverlas una realidad.
Esto no sólo nos ayudará a hacer la transición necesaria hacia una agricultura sostenible, sino que también permite una mejor recuperación post COVID-19, para no seguir replicando los riesgos a futuro, y para cuidar el planeta para las próximas generaciones.
Este artículo fue escrito por Tanja Lieuw, oficial FAO de políticas de cambio climático y medio ambiente y Felipe Chamizo, especialista FAO en cambio climático.
Fuente: El Tribuno Campo