Inicio Economías Regionales Avatares y oportunidades de la producción ovina en la Patagonia Sur

Avatares y oportunidades de la producción ovina en la Patagonia Sur

Desde la majada Corriedale más grande de América hasta un proyecto de hidrógeno verde, las estancias Cóndor y Coronel muestran que producir en la Patagonia requiere esfuerzo, adaptación e innovación.

La última semana de noviembre, invitados por Cía. de Tierras Sud Argentino, un grupo de periodistas del Círculo Argentino de Periodistas Agrarios (CAPA) visitamos la provincia de Santa Cruz donde la empresa desarrolla parte de su actividad en las estancias Cóndor y Coronel, y el frigorífico Faimali.

Cía. de Tierras Sud Argentino nace en 1889 en Argentina y en sus establecimientos ubicados en distintas provincias se dedica a la cría de ganado ovino y bovino, y también lleva adelante proyectos de reforestación y agricultura. En 1991, la empresa pasó a formar parte de la familia de Edizione, un holding industrial europeo que lidera la familia Benetton.

Entre todos los establecimientos que forman Cía. de Tierras Sud Argentino suman más de 900.000 hectáreas de campo, con 274.879 ovinos y 20.581 vacunos; cuenta con una dotación de personal de 407 empleados -268 permanentes y 139 temporales en tiempo de zafra-; produce anualmente 32.944 toneladas de granos, 83.190 corderos, 7.184 terneros, 1,42 millones de kg de carne ovina, y tiene 200.984 cabezas de esquila con una producción de 867.900 kg de lana.

Los emplazamientos de los campos de los campos van de la Pampa Húmeda a la Patagonia.

La unidad productiva “Cordillera”, se encuentra en la región de la precordillera andina, entre Chubut y Río Negro, y está conformada por 4 estancias: Leleque, El Maitén, Pilcañeu y Montoso, que se dedican a la cría de ganado ovino y vacuno, y a la actividad forestal.

Estancia Cóndor

Marcelino Díaz.

Uno de los campos visitados, Estancia Cóndor, está ubicado a 70 km al sur de Río Gallegos, Santa Cruz, se especializa en la cría de ganado ovino para lana y carne, y cuenta con la majada Corriedale más grande de Argentina y América. Tiene una cabaña de ovinos y un laboratorio de inseminación propio con los que se impulsa el desarrollo genético.

El establecimiento tiene una superficie de 220.000 hectáreas, cuenta con un stock de 80.000 lanares de esquila y 45.000 corderos, y produce 308.995 kg de lana que cuenta con certificación orgánica y RWS (Responsible Wool Standard, Norma de lana responsable), la que se licita anualmente a 6 empresas compradoras.

El perímetro de estancia Cóndor cuenta con alambre doble y tiene 30 km de costa sobre el Atlántico y 60 km de frontera con Chile. Está dividida en 46 cuadros, que a su vez se subdividen en potreros. En el establecimiento trabajan 53 personas y en su casco viven 13 familias, que cuentan con escuela primaria y secundaria.

En la estancia hay 12 puestos, 5 de ellos con internet, con 3 encargados de sección y cada sección tiene entre 1 y 3 ovejeros. El resto del personal trabaja en el casco, bajo la supervisión del capataz general. Además, hay un jefe de mantenimiento y un jefe de escritorio.

“Es una estructura chica, ya que no comparto las estructuras grandes, porque de lo contrario hay más caciques que indios”, comenta Marcelino Díaz, administrador general de Cóndor, y detalla que en la estancia se trabaja de lunes a viernes -los fin de semana no se trabaja, salvo en época de esquila- y que la jornada comienza a las 6.45 cuando habla con todos los puestos y secciones “para ver las novedades”.

“Llevo 30 años en Cóndor, pero 55 años trabajando con ovejas. Mi padre me enseñó lo que tenía que saber para manejar un campo: manejo de la gente, la genética, las clasificaciones y, gracias a eso, cuando llegué acá, lo que cambió fue el número de hacienda para manejar, pero ya manejaba los campos de mi familia”, relata Marcelino, y agrega que hay que conocer la región, la raza, la gente, “saber que sin un equipo no haces nada, por más plata que tengas, lo importante es el equipo humano y saber ubicar cada engranaje en su lugar para que esto funcione”.

Para Marcelino, lo que hoy es Cóndor, “no es por arte de magia”. “Si bien la empresa siempre nos apoyó, don Carlos Benetton siempre estuvo atrás, con grandes aportes de capital para que tengamos lo que necesitemos, pero después hay una coordinación de todo el equipo”, sostiene.

Las pasturas del campo son poa de la Patagonia y coirón -“no se pueden introducir otras pasturas”, dice Marcelino-, con ellas se alimenta al rebaño, con una carga de 2 hectáreas por oveja. Además, se crían bovinos Hereford para consumo propio y caballos, ya que cada ovejero tiene cinco. Los animales de la cabaña de ovinos son suplementados con balaceado y pasto que se compra en Trelew.

“Logramos un gran lote Corriedale, conocido en el mundo con el ADN de Estancia Cóndor. Con esta raza llegamos a 25 micrones de lana de promedio general y queremos bajarlo, así que empezamos a hacer cruzamiento con Merino para poder bajar la finura sin irnos a un Merino fino, porque no queremos perder la rusticidad ni la precocidad de la madre Corriedale, pero sí tener unas cuantas micras menos que es lo que pide el mercado”, describe Marcelino.

Luego, cuenta que en el establecimiento no tienen problemas de abigeato, pero sí tienen un gran dolor de cabeza: el guanaco, que según la zona de la estancia hizo caer la producción de ovejas desde un 25 % al 70 %, “incluso hay campos que ya se abandonaron por la invasión de esta especie”.

“La avanzada del guanaco es muy grave, Santa Cruz estaba preparada para una existencia en torno a los 250 mil guanacos y hoy superan los 3 millones. Desgraciadamente nadie hizo nada y, por negligencia de las autoridades, llegamos a la delicada situación en la que estamos. Se escuchó a gente que no sabe y que, como le pagan para que hable, defiende al guanaco. No estoy en contra del guanaco, estoy en contra de la super población, se tornó una plaga y nos quitó comida para los animales”, alerta Marcelino, y da cuenta que en Cóndor hay más de 18.000 guanacos, lo que significa 30.000 ovejas menos de lo que podrían tener.

La producción pecuaria de Estancia Cóndor convive con la explotación de petróleo y gas que desarrollan empresas del rubro, pagándole al establecimiento una compensación económica por el uso de sus tierras, compensación que hoy tiene un atraso en su valor de alrededor del 300 %. Esta compensación puede llegar a significar el 30 % de los ingresos anuales de la estancia.

Marcelino es un apasionado de la Patagonia y su familia vive allí desde 1905, pero no ve muy claro el futuro de la región. “Cóndor es una estancia muy buena, solvente, con espaldas muy grandes, pero yo veo que los productores chicos están desapareciendo”, concluye.

Estancia Coronel

La otra estancia visitada, Coronel, se encuentra en las proximidades de Puerto San Julián y su principal actividad es la cría ganado ovino para lana y carne de alta calidad. Allí, Leopoldo Henin -un porteño que llegó hace muchos años a la Patagonia-, es el administrador general y le contó a El Tribuno Campo cómo dirige el establecimiento.

¿Cómo se maneja Estancia Coronel?

El campo tiene 335 mil hectáreas y lo manejamos con una carga permanente, sin veranada-invernada, lo que implica menos movimiento para la hacienda. Este año esquilamos 40.270 animales y estimamos señalar unos 18.000 corderos, así que llegaremos a fin de año con un stock de casi 60.000 animales, de los cuales los machos se venden y las hembras quedan en reposición.

Fue un año muy difícil, tuvimos unas nevadas impresionantes en invierno, la hacienda estuvo 40 días sin comer. Agotamos instancias y medios para solventarlo y, gracias a eso, pudimos tener una mortandad menor a la prevista.

¿Cómo se sale de una situación tan complicada?

La única forma de salir adelante es con carácter y esfuerzo, no hay otra forma de solucionarlo. Hay que salir, tratar de llegar, buscar soluciones, ver la hacienda, arrimarle forraje, llevarle pasto y hacerle rastro para que camine, que es el secreto para que la hacienda no se acalambre por la escarcha, ya que al caminar tiene más opciones. Además, sobre el rastro queda mata negra y algo puede comer.

Leopoldo Henin.

Básicamente, lo primero que hay que hacer es poner lo necesario sobre la mesa y salir a buscar soluciones en vez de quedarse lamentando los problemas.

Logísticamente, en un año normal, ¿cómo se manejan?

Una de mis premisas es el método y orden. Desde mi persona hacia abajo, este es un equipo de trabajo excelente, con gente preparada que responde primero a mí y después a la compañía y a los conceptos y formas de trabajo establecidos. Somos corporativos y las cosas han cambiado mucho. Diariamente tomamos decisiones, las mejores posibles. Por supuesto, siempre nos podemos equivocar, pero nunca por dejar de hacer.

¿Cómo está conformada la estancia?

El campo consta de 7 secciones, que son las que tiene galpón de esquila, es decir, 6 secciones y el casco principal, y tiene 10 puestos con un puestero permanente en cada uno.

Tiene unos 1.500 kilómetros de caminos internos. Cada vuelta mía para recorrer y visitar cada puesto son 380 kilómetros de ida y 380 de vuelta. Es un territorio grande, una franja de 140 kilómetros de largo por 60-70 de ancho en algunas partes.

¿Cómo trabaja con los puesteros?

Hago radio todos los días, a las 6.30 de la mañana, con cada uno de ellos y ahí me pasan las novedades, ya sea que hay un puma carneando, un alambre caído o un molino roto. Ellos recorren los campos que tienen asignados y, en base a eso, nos informan de las novedades. A partir de ahí, tomamos decisiones sobre qué actividad realizar ese día.

¿Cómo se maneja la sanidad?

Contamos con asesoramiento de un veterinario, quien nos hace el plan sanitario. Vacunamos clostridial, parásitos internos y externos, y administramos vitaminas tanto a las borregas como a los carneros para la espermatogénesis. Hacemos un trabajo muy consciente y enfocado en solucionar o prevenir cualquier problema sanitario que pueda tener la hacienda.

¿Y el manejo nutricional?

Lo realizamos con carga permanente. Asignamos a cada campo una cantidad de pasto garantizada, según la distribución. Este campo, al ser tan disperso en cuanto a receptividad, tiene un promedio de 6 hectáreas por oveja, pero dentro de esas 6 hectáreas, puede haber zonas de 2 hectáreas por oveja y otras de 10 hectáreas por oveja. La cobertura varía, una cosa es la pampa, otra los faldeos y otra los bajos.

La base de la dieta es la poa, que garantiza buena producción. También hay un gran aporte de mata negra, que las ovejas comen muy bien cuando está florecida.

Además, suplementamos algunas categorías, especialmente las frágiles, como las borregas. En años muy secos, hemos suplementado hasta 7.000 borregas, con un periodo de acostumbramiento y luego a campo, obteniendo excelentes resultados. De hecho, está previsto en cada presupuesto la opción de suplementación, depende del año si se usa o no, pero siempre está contemplado.

¿Es muy caro suplementar?

Carísimo, pero nos garantiza calidad. Por ejemplo, a la categoría más sensible, que es la oveja que va a entrar al primer servicio, nos permite llevarla a una condición ideal que es entre 36 y 38 kg.

¿Qué genética tienen?

Tenemos un fenotipo totalmente definido de Merino. En una primera etapa, se trabajó con la hacienda que había en la zona y se introdujeron carneros Merino mocho. Gradualmente, se fue trayendo carnero astado de la cabaña Leleque, desde hace unos 10 años los carneros vienen directamente de allá.

Usted ve la hacienda en Coronel y no ve una oveja distinta de la otra, es un fenotipo totalmente definido. Pero fue un trabajo de muchos años, especialmente en un campo como este, que no tiene tanto margen de selección.

¿Qué resultados exige la compañía?

Que el costo-beneficio sea rentable. Muchas veces se puede lograr, muchas veces salimos hechos, y pocas veces perdemos plata. Pero si el año viene con algún desastre, por sequía o nieve, que no puedo manejar, es imposible. Manejo los imponderables de forma responsable, equilibrando gastos con producción. Los presupuestos se hacen en base a lo que proyecto que voy a producir, no se gasta de más ni de menos, se gasta lo necesario, y el CEO lo aprueba en reuniones personales en Buenos Aires, en las que discutimos rubro por rubro.

Además del clima, ¿cuáles son las principales amenazas para producir?

El primer problema que tenemos es el guanaco, que se alimenta de los mejores pastos y no tiene límite, ya que salta los alambres. Es muy difícil programar pastoreos con la presencia del guanaco, que come lo equivalente a 2 ovejas.

Luego están los predadores, como el puma y el zorro, que matan muchos animales.

Por último, el abigeato es otro gran problema. Hemos tenido que dejar zonas del campo vacías por el robo de animales, zonas de producción que serían óptimas han tenido que ser vaciadas por este problema.

¿Se trató la problemática con las autoridades?

Sí, se ha discutido. Le damos campamento base al grupo de policía rural, ellos vienen acá permanentemente, se establecen, y les proporcionamos gasoil, comida y alojamiento. Además, tenemos un equipo de seguridad que recorre todas las noches con una camioneta y cualquier luz o cosa sospechosa que vea enseguida avisa. La policía rural tiene voluntad, pero muchas veces carece de medios. No digo que no se esté haciendo nada, pero ya hace mucho que no se está haciendo lo suficiente.

El problema está enquistado y es muy difícil combatirlo, porque hay un sistema desde que sacan las ovejas del campo hasta que las entregan en una casa, en el patio o en el baúl de un auto. Es imposible controlarlo, especialmente en 300 mil hectáreas sin nada alrededor, así que si van a robar algo lo hacen aquí.

¿Qué futuro le ve a la producción en la zona?

El futuro de la zona es complicado, por eso hay tantas estancias vacías en esta zona, en la meseta central. Es una zona complicada, sin embargo, estamos evaluando opciones. Ya hay 3 torres de medición de viento para un proyecto con una empresa para producir hidrógeno verde. Aquí se instalarían las torres eólicas y se llevaría la energía limpia para producir el hidrógeno en San Julián. Estamos viendo variables y buscando que el negocio sea rentable.

Pero con los tres males mencionados anteriormente -guanacos, predadores y abigeato-, es difícil tener certeza, aparte de los imponderables. No sabemos cuánto nos va a faltar en cada campo debido al abigeato, nos pueden robar 10 o 100 ovejas, es muy difícil de predecir.

Afortunadamente, trabajamos con una empresa que apuesta a que sigamos produciendo y nos proporciona los medios para hacerlo. Tenemos motos, motoniveladoras para mantenimiento de caminos, retroexcavadoras para limpiar las aguadas, vehículos todoterreno para recorrer el campo, etc. Contamos con muchas herramientas para hacer nuestro trabajo. Manejamos este campo con una estructura de 34 personas, incluyéndome.

Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor

Fuente: El Tribuno Campo