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Análisis FODA de la cadena agroindustrial argentina

En “Claves del Campo” (AM 840 Radio Salta), Bruno Ferrari, economista y coordinador del Departamento de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, dio detalles sobre un análisis FODA de la cadena agroindustrial argentina que realizó la institución

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) realizó un análisis FODA en el que se evaluaron los distintos eslabones de la cadena agroindustrial argentina. El análisis reveló, por ejemplo, que el país cuenta con una gran extensión de tierras fértiles y una producción diversificada, pero también se enfrenta a desafíos como la volatilidad de los precios internacionales.

Bruno Ferrari, economista y coordinador del Departamento de Estudios Económicos de la BCR, mencionó que este método de informe, -predilecto a la hora de analizar empresas-, se lo utilizó para evaluar las cadenas agrícolas argentinas. Dentro de ella, se estudiaron los factores internos, que incluyen fortalezas y debilidades, aspectos del sector que pueden limitar o potenciar su éxito. Y, por otro lado, se analizaron las oportunidades y amenazas, factores externos o ajenos a la actividad propiamente dicha, que afectan a todos los actores del sector.

“Cuando miramos las fortalezas de las cadenas agrícolas argentinas, destaca la utilización, innovación y adaptación tecnológica a lo largo de la historia. A comienzos de 1900, Argentina producía alrededor de 5 o 6 millones de toneladas y hoy produce alrededor de 140 millones de toneladas. Esto se debe a importantes adaptaciones y la incorporación de tecnología, además de los recursos naturales que tenemos. Desde el modelo agroexportador, pasando por la revolución verde hasta la agricultura de precisión, la siembra directa, la biotecnología y el uso de fitosanitarios, hemos incrementado nuestra producción no solo por expansión de áreas sembradas, sino también por productividad”, mencionó Ferrari.

El especialista de la BCR indicó que, en términos de fortalezas, hay un buen panorama debido a que en el norte argentino cada vez produce más cultivos en proporción. “Cuando miramos la producción que se encuentra cerca de la zona de Rosario, Bahía de Blanca o Quequén, el 74% de la producción argentina se encuentra a 300 kilómetros a distancia de los puertos, algo que, por ejemplo, no pasa en países competidores como Brasil, Estados Unidos, Rusia, que tienen que recorrer largas distancias para alcanzar, llegar a los puertos de exportación”, dijo.

En cuanto a debilidades, en los últimos 5 o 10 años, Argentina ha mostrado un estancamiento en el crecimiento de su producción y productividad. En términos de comparación con países vecinos, en términos de productividad el país queda rezagados. Por ejemplo, en el caso de la soja, Brasil y Argentina tenían el mismo rendimiento promedio nacional a comienzos de los 2000, pero hoy Brasil tiene un rendimiento alrededor de un 20% superior. En el caso del maíz y el trigo, aunque Argentina tiene un mayor rendimiento que Brasil, este último ha achicado la brecha. Además, Argentina tiene cada vez menos participación en la producción regional, esto se debe a que el año pasado, con los problemas causados por una sequía histórica, los precios no reaccionaron al alza a nivel internacional como hubiese ocurrido en otro momento.

Asimismos, el economista detalló que, por el lado de las amenazas, hoy se encuentra la alta presión impositiva. “Según un estudio del BID, en los últimos 20 años, al sector agrícola argentino se le han detraído más de 200.000 millones de dólares, ingresos que el sector no percibió y no pudo utilizar para su desarrollo productivo”, contó y explicó que, en otros países, esta presión impositiva no es tan alta como en Argentina. “Relacionando esto con nuestra debilidad en el incremento de la productividad, claramente la brecha cambiaria disminuye el ingreso disponible de los productores para reinvertir en el ciclo productivo y mejorar la productividad. Hoy en Argentina, los productores producen como pueden y no como quisieran, en términos de fertilización y utilización de tecnología para sostener e incrementar la productividad”, comentó.

El proyecto del polo oleaginoso del Gran Rosario

Hace unos 20 años, la creación del polo oleaginoso del Gran Rosario generó grandes expectativas en torno al procesamiento de oleaginosas, principalmente soja y girasol. Se proyectaba alcanzar una producción de soja cercana a los 70 millones de toneladas, coincidente con la capacidad de molienda de la región. Sin embargo, la realidad productiva no acompañó estas proyecciones.

“La producción de soja alcanzó su punto máximo en 2015 y luego comenzó a declinar. Esta disminución no se debe únicamente a la falta de crecimiento en los rendimientos, sino también a una reducción en el área sembrada por los productores. Diversos factores influyeron en esta decisión, entre ellos la alta presión impositiva sobre la soja y las limitaciones en el desarrollo biotecnológico debido a cuestiones de derechos de propiedad, lo que generó falta de incentivos económicos para la expansión del cultivo”, dijo Ferrari.

La falta de rentabilidad en la soja impulsó a los productores a buscar alternativas, consolidando al maíz como un cultivo de mayor superficie en los últimos años, aunque con cierta fluctuación como la observada el año pasado. Esta competencia por la superficie sembrada entre soja y maíz es un factor clave a tener en cuenta en el análisis de la producción de oleaginosas.

A pesar de la gran capacidad industrial instalada en el Gran Rosario para el procesamiento de oleaginosas, existe una alta capacidad ociosa que no se logra ocupar con la producción local. En los últimos años, se ha recurrido a importaciones de Paraguay, Brasil y Uruguay para intentar compensar esta falta de materia prima. Sin embargo, la falta de volumen para procesar impacta negativamente en la eficiencia de la industria y resta potencialidad a la productividad del sector. En resumen, una combinación de factores productivos, económicos y de mercado dificultan el pleno aprovechamiento de la capacidad instalada.

Soja, maíz y trigo: el potencial de crecimiento productivo de Argentina

“Cuando miramos al futuro, pensamos que, si Argentina no tuviera todas estas trabas impositivas y sectoriales, claramente podría seguir creciendo en producción. En este caso, deberíamos incrementar los encadenamientos productivos que tenemos como en la cadena de maíz, por ejemplo, la conversión del grano a proteína animal es muy baja en comparación con otros países. En los 90, Brasil y Argentina producían 3 millones de toneladas de carne vacuna, pero hoy Brasil produce 10 millones mientras que Argentina sigue en 3 millones. Tenemos potencialidades en la cadena de maíz, biocombustibles y etanol. En el caso de la soja, podemos seguir incrementando la producción de aceite y biodiesel, tanto para consumo doméstico como para exportación”, apuntó Ferrari.

En el mercado de trigo, se está exportando menos harina que hace 10-12 años. Actualmente, hoy se exporta alrededor de 400 mil toneladas, mientras que tiempo atrás se llegó a exportar casi un millón de toneladas. “Tenemos potencialidades de seguir creciendo en encadenamientos productivos y en exportaciones. Los informes de la FAO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) para los próximos 10 años indican una mayor demanda de alimentos, granos, harinas, aceites y productos sustentables: biocombustibles, bioplásticos, biofertilizantes, biofármacos, entre otros. También hay una gran posibilidad en los productos tradicionales, como las carnes, debido al crecimiento poblacional”, detalló el economista.

Argentina como base para una política comercial más agresiva.

Argentina cuenta con una sólida base para potenciar su comercio exterior, con relaciones diplomáticas establecidas con más de 170 países y una red de más de 100 embajadas. La agroindustria argentina ya llega a más de 150 países, abarcando el 70% del mundo, lo que significa que ya existen canales abiertos en una gran parte del globo. Esta infraestructura permite profundizar y mejorar el relacionamiento y las misiones comerciales, con el objetivo de seguir creciendo, especialmente en la exportación de productos con mayor valor agregado.

“Si bien la exportación de productos con bajo valor agregado no presenta mayores dificultades, la situación cambia cuando se trata de productos agroindustriales de alto valor agregado. En este caso, comienzan a aparecer diversas trabas, incluyendo barreras arancelarias y paraarancelarias que se incrementan año a año. Ante este panorama, se requiere un trabajo estratégico y preciso para lograr colocar estos productos en el mercado internacional, superando las dificultades existentes”, relató Ferrari e indicó que esto contextualiza el rol de la agroindustria en Argentina. “No solo genera valor, sino que también es crucial en las exportaciones debido a la gran competitividad y el potencial futuro del sector. Hoy en día, tenemos otros sectores como el minero y el energético, que pueden complementarse y sumar para disminuir la presión impositiva que tiene el sector agrícola”, concluyó.