Ante una producción de las más bajas en muchos años, el autor – Gustavo López, consultor Fundación Producir Conservando- recomienda evitar intromisiones en el mercado.
Luego de un año excepcional como el 2021/22 donde se alcanzó el récord productivo de trigo en Argentina, con algo más de 22 millones de toneladas, producto de un área sembrada cercana a las 6,8 millones de hectáreas (M/ha) y un rendimiento medio de 3,4 toneladas por hectárea, el ciclo 2022/23 caracterizado lamentablemente por un clima muy adverso a lo largo de la siembra y el desarrollo del cultivo, permite inferir una producción de las más bajas de muchos años.
En efecto, la merma en la superficie sembrada a 6,1 M/ha y la falta de precipitaciones oportunas y heladas severas llevó a que las actuales previsiones de cosecha se ubiquen entre 15.2 y 13.7 millones de toneladas (M/t) según las diversas fuentes (Bolsa de Cereales de Buenos Aires/Bolsa de Comercio de Rosario) y algunos estiman valores cercanos a 10,5-11,5 M/t.
En ese marco, y considerando los stocks iniciales, cercanos a 1,7 M/t y los compromisos de exportación de 8,8 M/t declaradas con ese destino por los operadores y con las 10 M/t establecidas como cupo exportable por el entonces Ministerio de Agricultura y Ganadería, más un consumo, incluyendo la molienda media anual que oscila en torno a 6,0 M/t (teniendo en cuenta una exportación de aproximadamente 400/500 mil/t de harina) y el uso de semilla y demás (800 mil/t), las existencias finales podrían ser muy bajas o incluso negativas.
Por otra parte, del total declarado de 8,8 M/t, los exportares adquirieron solo 5,3 M/t de las cuales 3,2 M/t tienen precio efectivo, de allí que cubrir sus posiciones en un marco de falta de trigo pareciera ser muy complicado.
Ante esta situación de escases de mercadería y el temor de acceder a la importación de trigo, en caso de faltantes, las autoridades decidieron prorrogar el cumplimiento de las declaraciones de venta al exterior que se hayan efectuado para embarques entre el 1 de diciembre del 2022 y el 28 de febrero del 2023.
Recordemos que, del total declarado a la fecha, el 95 % se realizó antes de junio del presente año, en alguna medida incentivado desde el Estado debido a los escases de divisas, habiéndose abonado, en el momento de efectuar la presentación de la DJVE, el derecho de exportación que actualmente es del 12 % sobre el precio FOB oficial vigente, es decir un equivalente a más de 450 millones de dólares.
De esta forma, la merma en la exportación, respecto del ciclo anterior, podría representar, medidos en base a los precios FOB medios, una perdida en el ingreso de divisas al país de entre 2.500/3.000 millones de dólares.
Esta realidad no les escapa a los principales compradores del trigo argentino como Brasil, quien está evaluando la posibilidad de elegir otros orígenes para aprovisionarse como Estados Unidos, Canadá e incluso Rusia, además de presionar por la eliminación del arancel externo común del 10 % de Mercosur, ante la falta de mercadería.
Ello se da en una coyuntura mundial donde no abunda el trigo, por el contrario, se esperan existencias finales de las más bajas de los últimos años, a lo cual se suma una oferta restringida por el conflicto de la Europa del Este que lejos de solucionarse, parece en las últimas semanas recrudecer, con el consiguiente impacto en los precios mundiales de este cereal.
Desde el punto de vista del abastecimiento interno, la llamada “mesa de los argentinos” no debería presentar inconvenientes, aunque a la fecha la molinería local no realizó aún compras tendientes a cubrirse de futuros incrementos en las cotizaciones. No obstante, de darse alzas en la materia prima, la escasa incidencia del trigo de solo el 10/11 % en el precio del pan no tendría un efecto tan notorio.
El otro plano del problema es la situación que deben afrontar muchos productores, que realizaron ventas forward, cerrando o no el precio de la mercadería a cosecha, así como los diferentes eslabones de la cadena (acopiadores, cooperativas, corredores, etc.) que seguramente se verán involucrados en dicho conflicto.
En este caso, ante la imposibilidad de la entrega por la falta del “físico” las Reglas de Usos y Costumbre del Comercio de Granos plantean que, ante una condición de fuerza mayor seguramente se establecerá la excepción al cumplimiento de lo contratado, o bien se resolverá en un marco privado de acuerdo entre las partes, donde las Cámaras arbitrales tendrán sin dudas un rol de relevancia.
Esta situación inesperada, por cierto, de una sequía tan intensa que llevaría a caída en la producción final probablemente de más de 8/10 M/t respecto de la pasada, debería ser una llamada de atención para las autoridades de los peligros que se enfrentan ante un alto grado de intervención de los mercados.
Ello no es privativo del trigo, recordemos que algo similar se da en maíz, donde a la fecha también se estableció un cupo similar y se aprobaron ventas al exterior por 9 M/t, en el marco de la incertidumbre que vive el campo ante un evento Niña que parece no ceder.
Por ello, es imprescindible, evitar cualquier nueva intromisión del mercado, dejando librado al mercado que realice los ajustes, evitando así privilegios para uno u otro sector.
Por: Lic. Gustavo López, consultor Fundación Producir Conservando