Buscan financiamiento para llevar adelante un proyecto que permita conocer a fondo el material genético con el que cuenta la viticultura en la región.
De una reunión realizada en Cafayate -de la que participaron Bodegas de Salta, el grupo CREA Calchaquí y los INTA de Mendoza y Salta-, surgió la iniciativa de armar un convenio para generar financiamiento para comenzar a estudiar el patrimonio genético vitivinícola de los Valles Calchaquíes.
“Los especialistas del INTA Mendoza visitaron Cafayate por prospecciones genéticas que habían realizado en la región y les propusimos ahondar en el tema vinculado a cuestiones particulares de la viticultura Calchaquí. Entre ellas, que es una viticultura que tiene más de 200 años que la cuyana. Si bien la cuyana es la más famosa y grande por su escala y otras cuestiones, lo cierto es que la Argentina se formó con el ingreso español por nuestra zona y con eso vinieron las uvas, las estacas y, con ellas, la genética”, comentó Juan Luciano Prates, asesor agronómico en vitivinicultura, en el programa Claves de Campo (Radio Salta).
Prates señaló que en este marco “surge una hipótesis de trabajo de que haya materiales genéticos que, por adaptación, tengan una genética Calchaquí propia. Si bien es una hipótesis, es muy probable, porque después de 400 años seguramente hubo mutaciones en algunos lugares y se han conservado algunos materiales”. Luego, agregó que “esto está relacionado con el devenir propio del sector vitivinícola que, en la búsqueda de una actividad rentable y sustentable en el tiempo, a veces deja de lado la multiplicación y el cultivo de determinadas poblaciones genéticas porque son poco productivas, no gustan o por otras razones”.
La preocupación de los actores locales -bodegas, técnicos, el INTA y la población en general- es que estos materiales se pierdan para las próximas generaciones. Es este punto, Prates destacó “algunos clones de Cabernet Sauvignon, algunos muy antiguos de Tannat y, por supuesto, algunas poblaciones de nuestra variedad emblemática, el Torrontés”.
Para avanzar con el proyecto se cuenta con los equipos técnicos y el equipamiento que tienen el INTA Mendoza y el INTA Salta, que les permite datar y determinar la identidad de estas plantas sacándole a cada una su ADN. “Es muy probable que en esa búsqueda encontremos materiales que sean propiamente salteños. Queremos buscarlos, identificarlos, cultivarlos en un jardín de introducción, y preservarlos para las futuras generaciones y para todo el sector si hay interés en multiplicar estos materiales. No queremos lamentarnos después de haberlos perdido”, afirmó el especialista.
Además, consideró que esta información abre la puerta a una mejor comunicación sobre lo que tenemos en la zona. “A veces pecamos de demasiada humildad. El Valle Calchaquí tiene una historia vitivinícola fuertísima y hay que pivotear sobre ella para comunicar y atraer clientes y turistas”, dijo.
“Vivimos en un lugar mágico, esto no es ninguna novedad, recibimos cada vez más visitantes de todos lados, y esto le suma riqueza a la comunicación, tanto de los vinos como en el turismo. El tema es darle un sustento científico sólido, tal como se hizo con el trabajo de “Caracterización de Regiones Vitivinícolas de la República Argentina” que nos permite contar de dónde vienen nuestros vinos, cómo están conformados nuestros suelos, cuales son nuestros sistemas hídricos, o sea, todo lo que conforma el terruño, y después termina en una copa de vino”, detalló el asesor agronómico en vitivinicultura.
Ante la pregunta sobre si contar con toda esta información de la genética de las variedades ofrecía alguna ventaja en al ámbito fitosanitario, Prates respondió: “Si lo llevamos al tema sanitario, las ventajas vienen de la mano de la limpieza de los materiales vegetales de las virosis. Tenemos algunos problemas muy difundidos, sobre todo el “enrollamiento de la hoja” (GLRV -Virus Grape Leaf Roll Virus-, por sus siglas en inglés), y a ciencia cierta, en algunas variedades, nos sabemos bien si los rendimientos que estamos obteniendo se deben a la variedad o al ataque de virosis. Desde el punto de vista tecnológico hay técnicas que permiten limpiar esas variedades y poner de vuelta en cultivo un material libre de virus que pueden aumentar sus rendimientos en función de esta limpieza”.
Sin dudas, los resultados de este proyecto abrirán un gran espectro de información sobre la genética de las variedades de vides de la zona. Entusiasmado, Prates remarcó: “No sabemos dónde termina esto. Porque en la medida que los técnicos vamos abordando el tema aparecen datos nuevos sobre diferentes variedades; a lo que se le suma la experiencia generada por el INTA Mendoza recolectando materiales en la zona; más conversaciones con viejos empleados de distintas empresas que explican en detalle la gran diversidad y particularidades que se dan entre las viñas”.
“Hay equipos de investigadores que están alineados con nuestra demanda, hay equipamiento y entusiasmo, y la Provincia pone una pata super importante que es levantar la mano y decir “estamos interesado”. Así que comenzamos a transitar este camino de búsqueda de financiamiento sobre esta línea de trabajo con la que comulgamos todos los actores involucrados”, destacó el asesor agronómico en vitivinicultura.
Respecto de los plazos para llevar adelante el proyecto, Prates indicó que hasta fines de noviembre hay posibilidad de acceder a una línea de financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación y que se trabaja para conseguir esos fondos para encarar una primera etapa en la que se abordaría el estudio de la variedad Criolla Blanca en los meses de diciembre y marzo próximos.
El terruño
El proyecto “Caracterización de Regiones Vitivinícolas de la República Argentina” -liderado por la Coviar y financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- permitió estudiar in situ las particularidades de las distintas regiones vitivinícolas del país. En el caso del Valle Calchaquí, participaron el INTA y el CREA Calchaquí, entre otros actores.
Se trata de un trabajo que brida información gratuita y se puede consultar en una plataforma a la que puede acceder cualquier usuario buscando en Internet “Caracterización Físico Ambiental Coviar”.
“Es muy interesante porque hoy en día muestra la caracterización físico ambiental de Mendoza, San Juan, Salta y Tucumán. Y pronto estará la de Jujuy y la Patagonia. Esto es muy valioso, ya que además de ser una plataforma abierta que todos pueden utilizar, es muy gráfica e interesante. Sin dudas, este trabajo va en línea con lo que queremos hacer con el patrimonio genético vitivinícola, ya que son varios actores que trabajan en forma conjunta para poder comunicar las diferencias que tenemos entre zonas vitivinícolas”, concluyó Prates.
La campaña vitivinícola
Prates se refirió al año vitivinícola que se transita y lo caracterizó como como “muy prometedor”. Sobre el clima señaló que, si bien hubo algunos vientos zonda importantes, lo que suele indicar la llegada de un frío significativo, las temperaturas mínimas después de estos no han sido preocupantes, “por lo que creo que, hasta ahora, estamos ganando”. “Aunque aún no está definido por completo, el año se ve muy bien. La mayoría de los valles están en etapas de floración o prefloración y la situación parece muy favorable. Soy optimista al respecto”, dijo.
Sobre la captura de dos ejemplares de lobesia botrana en la zona, Prates dijo que dos capturas no son nada en términos estadísticos, pero alertan sobre la presencia constante de la plaga. Luego, agregó que afortunadamente no hay indicios de propagación, lo cual es una buena noticia. “Sin embargo, estamos muy atentos y preocupados. Queremos evitar problemas como los del año anterior, y no es un buen momento para sumar más dificultades, especialmente en medio de la crisis económica. Estamos trabajando duro en este tema junto con Bodegas de Salta y el Senasa, y estamos muy alerta. Esperemos no tener más capturas”, comentó.
Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor
Fuente: El Tribuno Campo