Por las condiciones ambientales del Valle de Lerma, el ajo se presenta como un cultivo con gran potencial en la región.
El origen del ajo se remonta a los países de Asia Central, una zona árida parecida a ciertos lugares del noroeste argentino. En nuestro país, el cultivo ingresó por la zona de Humahuaca para luego distribuirse por Santiago del Estero y Córdoba, hasta llegar a la zona de Cuyo. Su ciclo es otoño-invierno-primaveral y necesita una implantación temprana, entre febrero y marzo, ya que necesita un período importante de frío para que se induzca (bulbificación).
El cultivo se siembra con un diente, que es una forma agámica de multiplicación; “necesita vegetar y atravesar un período de temperaturas bajas y ya en la primavera, con el aumento de la duración del día y temperaturas, comienza la bulbificación del ajo que es la diferenciación de los dientes individuales que hacen al bulbo compuesto del ajo”, afirmó Alejandro Melis, especialista en horticultura de INTA Salta.
En la localidad salteña de Rosario de Lerma existe un sitio experimental que forma parte de la Red Nacional de Difusión de Cultivares de Ajo (Rendica), es el campo de un productor que está desarrollando el cultivo de ajo de manera comercial, a quien se le hizo la propuesta de instalar una parcela demostrativa en su lote para evaluar cómo se comportan, en ese ambiente, los distintos cultivares implantados. A este cultivo también podemos encontrarlo por San Agustín, Finca Las Palmas, en el Valle de Lerma, y en los Valles Calchaquíes.
Según palabras de Alejandro Melis, los sistemas productivos de esta zona son, generalmente, intensivos como el tabaco y la horticultura comercial. “El ajo viene a complementarse como una alternativa productiva que permite acceder a ingresos genuinos que ayuden a mejorar la calidad de vida de la familia rural”, destacó.
El propósito de evaluación de estas parcelas es generar información y establecer cómo se adaptan diversos cultivares a los ambientes de esta región del NOA; dichos cultivos están registrados y mejorados desde INTA La Consulta (Mendoza). “Si bien el ajo se caracteriza por ser un cultivo de ciclo largo (entre 7 y 9 meses), existe la posibilidad de cosechar más temprano o más tardíamente, según la variedad, lo que te permite entrar al mercado con productos de calidad y en distintas épocas del año”, señaló Melis.
Asimismo, esta especie permite la posibilidad de darle algún agregado de valor como ajo deshidratado (ajo negro) y no comercializarlo a granel. A partir de esta primera experiencia de evaluación de cultivares en Rosario de Lerma, el objetivo es que los productores que quieran probar el cultivo en sus predios puedan acceder a material de multiplicación para poder iniciarlo.
Producción en la región
Las características agroecológicas del Valle de Lerma y Valles Calchaquíes permiten obtener buenos rendimientos y calidad de ajo. En este sentido, el productor Alberto Torres, que ofreció su campo como sitio de experimentación del cultivo, dijo que toda su vida cultivó ajo y cebolla en cantidades comerciales, “pero ahora diversifico esa producción con las flores. Sigo haciendo ajo porque es algo que se vende; si bien antes el mercado era mejor, aún hoy sigue siendo un negocio rentable. El ajo que se produce acá es un cultivo no curado, lo cual sirve como semilla”.
Por su parte, Alejandro Melis estableció que “una correcta preparación del suelo, asociada a una buena gestión del riego y una plantación en fecha anticipada de los cultivares adecuados, permiten un excelente desarrollo de cultivo”.
Por: Omar Alejandro Melis, Pedro Guglielmone, Roberto Adolfo Castro, INTA Salta