Desde Casafe destacan la importancia de incorporar tecnología en el campo por sus beneficios económicos, ambientales y de salud.
En la agricultura estamos observando el surgimiento y adopción de numerosas tecnologías emergentes que participan de todo el proceso productivo hasta el consumidor. Esto incluye entre otras cosas: la Inteligencia Artificial (AI), el Internet de las Cosas (IoT), la robótica, el Big data, la realidad aumentada, los sensores y los drones para el control y la optimización de procesos de producción agrícola. La incorporación y posterior combinación de estas tecnologías ya ha comenzado a transformar radicalmente la agricultura y ha resultado en el desarrollo de un nuevo concepto conocido como Agricultura Inteligente, o Smart Farming en inglés.
La expansión de la conectividad de banda ancha, el aumento del despliegue “internet de las cosas» (IoT), análisis mejorados, la accesibilidad a dispositivos y aplicaciones innovadoras, son la base de lo que ahora llamamos una “sociedad digital”. El papel de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la agricultura han crecido sustancialmente en los últimos años, tanto en escala como en alcance.
Según la FAO (2019), la digitalización cambiará cada parte de la cadena agroalimentaria. La gestión de recursos en todo el sistema puede volverse altamente optimizada, individualizada e inteligente, lo que ayudará a anticiparse a los posibles inconvenientes que se presenten. Funcionará en tiempo real, de forma hiperconectada e impulsada por datos. Las cadenas de valor serán trazables y coordinadas al más mínimo detalle, mientras que, a nivel de los establecimientos agropecuarios, los diferentes campos, lotes, cultivos y animales, se gestionarán con una elevada precisión.
La agricultura moderna se realiza dentro de un sistema de múltiples partes interesadas, donde cada una es, a su vez, parte de una cadena de valor más compleja. La Agricultura de precisión, la Agricultura digital y la Agricultura inteligente muchas veces pueden confundirse unos con otros o tomarse como sinónimos, pero tienen sus diferencias.
La Agricultura de precisión (o Precision Farming) es todo lo que hace que la práctica de la agricultura sea más precisa, optimizada y controlada en lo que respecta al cultivo y la ganadería. Un componente vital es el uso de las TICs y una amplia gama de elementos, tales como hardware y software automatizados, vehículos autónomos y drones guiados por GPS, robótica, sensores y muestreo de suelo. El punto crítico aquí es la optimización. Por ejemplo, la agricultura de precisión implica medir las variaciones de calidad del suelo e identificar su potencial productivo y de respuesta a los insumos. Por lo tanto, en lugar de aplicar una cantidad igual de fertilizantes sobre toda la superficie de un lote de producción la estrategia de fertilización se adaptará a sus características, colocando más cantidad en las mejores partes del lote y menos cantidad en las peores partes. A través de esta práctica, se optimizaría el uso de los insumos: fertilizantes, semillas, fitosanitarios, etc., y, por lo tanto, se ahorrarían costos, maximizarían beneficios y reducirían riesgos de impacto sobre el ambiente y/o la salud de las personas.
La Agricultura digital (o Digital Farming) pone mayor énfasis en el uso de los datos y la información recopilada para mejorar la toma de decisiones. Significa aprovechar la información y datos disponibles para desarrollar inteligencia procesable y valor agregado significativo a partir de ese contenido. Este concepto brinda a los productores la oportunidad de aumentar la producción de sus campos, ahorrar costos a largo plazo y eliminar riesgos. Simultáneamente, posibilita la sostenibilidad ambiental y económica. La agricultura digital incorpora técnicas como la agricultura por ambientes, la agricultura vertical y los invernaderos inteligentes.
La Agricultura inteligente (o Smart Farming) consiste en aplicar tecnologías de información y datos para optimizar sistemas agrícolas complejos. La atención se centra en el acceso a los datos y en cómo los productores pueden utilizar la información recopilada de manera inteligente. La tecnología utilizada en la agricultura inteligente va desde el IoT y la robótica hasta drones y la IA. Con estas herramientas, los agricultores pueden monitorear las condiciones de la explotación sin la necesidad de la presencia física en el lugar. Esto les permite tomar decisiones ya sea para todo el campo, para un lote o, incluso, para una sola planta. La agricultura inteligente no es solo para los grandes productores, sino que también pueden utilizarla los pequeños productores, productores orgánicos u otras operaciones de escalas más pequeñas.
Todo el proceso de agricultura inteligente está gestionado por software y supervisado por sensores. La automatización ha permitido importantes ganancias en términos de eficiencia de la producción, mejoras de calidad y sostenibilidad. Uno de los desafíos de la agricultura inteligente está en la interoperabilidad entre todos los sistemas y de las distintas iniciativas digitales, para facilitar el acceso a los datos generados.
A medida que crece la complejidad de la agricultura, también lo hace el número de partes involucradas y la complejidad de los flujos de información. Los sistemas de producción modernos utilizan maquinarias y softwares de múltiples fabricantes. Como resultado, los productores deben lidiar con una multitud de formatos de datos patentados, listas de códigos, etc., mutuamente incompatibles. Por ende, se requieren interfaces y formatos de datos estandarizados para alcanzar la interoperabilidad. Esta interconexión implica intercambios de información entre los fabricantes de insumos para la producción, los distribuidores, los productores, los proveedores de servicios, la industria de alimentos. Se suman incluso los consumidores, quienes cada vez más toman decisiones de compra en función de la disponibilidad de dicha información.
En definitiva, e independientemente de cómo se denomine, el objetivo del uso de la tecnología de la información y la comunicación, la cual se basa en la obtención datos, su análisis y su utilización para optimizar los procesos y la toma de decisiones, es mejorar los resultados económicos para el productor, reducir de los riesgos de una actividad puntual, y promover sistemas cada vez más sustentables.
Incorporemos tecnología en nuestros campos porque los beneficios económicos, ambientales y de salud de estas iniciativas, son evidentes.
Por: Federico Elorza, coordinador Técnico, Casafe.